Las retrocesiones de los fondos de inversión y las políticas de comercialización y distribución van a dar un giro con MiFID II, que entrará en vigor en 2018. Por eso recuperamos un reciente post en el que Martín Huete trata de desenmascarar un tipo de comisión que se esconde entre las sombras de la industria de los fondos de inversión: las retrocesiones.
“Las retrocesiones son el precio que pagan las gestoras a los distribuidores para que vendan sus productos. Hasta aquí puede parecer un concepto normal, pero la clave está en que es un precio que indirectamente es soportado por el inversor, porque mediante la comisión de gestión paga, aparte de la gestión de su fondo, también su comercialización. Por eso, visto desde este punto de vista, se pueden definir como el porcentaje de la comisión de gestión que paga el inversor por la comercialización del fondo que contrata”, explica Huete.
En el post, explica que de la comisión de gestión que las gestoras cobran a los inversores, retroceden en torno a dos tercios al distribuidor, pagando así su labor de comercialización. “Esta práctica “made in Spain” ha terminado desarrollándose de una forma un tanto perversa, siendo un 63,5% el porcentaje que alcanzaron las retrocesiones en nuestro país al cierre de 2015, según datos de la CNMV”, explica Huete.
“El problema de esta práctica no es otro que el conflicto de intereses que se genera entre el inversor y el distribuidor, que al final trata de colocar al primero los fondos que más retrocesiones le aportan, los cuales no tienen por qué ser los más adecuados para el inversor. Si esto lo unes con el hecho de que en España la “inmensa” mayoría de la cuota de mercado de la industria pertenecen a gestoras de grupos bancarios, el negocio está asegurado”, añade. Algo que se agrava con el hecho de que las gestoras internacionales tienen una clase especial para la distribución minorista, más cara que la normal, y con el paradigma que existe en España de que el asesoramiento financiero es gratuito, de tal forma que las retrocesiones se convierten en un elemento clave para el cobro de este servicio.
Pero las retrocesiones, dice Huete, tienen los días contados, con MiFID II, el lanzamiento de la plataforma de fondos de BME –pues BME sustituirá a los bancos como intermediarios, sin cobrar retrocesiones) y por el crecimiento en las plataformas de distribución gracias a la revolución digital, lo que pondrá a la banca –que se ha llevado casi 760 millones de euros anuales en concepto de retrocesiones- “en jaque”.
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