Puede que la mayor crítica a la respuesta de la Reserva Federal a la reciente crisis financiera, especialmente en lo que respecta a su programa de compra de activos, es que se agravó la histórica desigualdad en ingresos que ya acarreaba Estados Unidos.
Pero, ¿podría ser el posible ensanchamiento de la brecha entre las rentas más altas y las más bajas una consideración a tener en cuenta por los bancos centrales cuando éstos establecen sus medidas de política monetaria? La respuesta a esa pregunta, si es que hay una respuesta, no es tan sencilla, según un artículo publicado por S&P Global, titulado “¿Debería la Fed considerar la desigualdad del ingreso al establecer su política monetaria?”
«Aunque es cierto que los efectos a corto plazo del QE, y el relajamiento de la política monetaria en general, probablemente ayudaron a aquellos que perciben unas rentas más altas, los beneficios en el largo plazo han sido más generalizados», comenta la economista responsable de Estados Unidos para S&P Global, Beth Ann Bovino. “De hecho, calculamos que sin la tercera ronda del QE que fue implementada en el cuarto trimestre de 2012, la mayor economía mundial no hubiera sumado cerca de 1,9 millones de puestos de trabajo. Si se utiliza la ley de Okun, el PIB real de Estados Unidos hubiera sido unos 350.000 millones menor”.
“En medio de una amplia evidencia de que el aumento de la concentración de la riqueza puede hacer que la política monetaria sea menos efectiva, no creemos que sea prudente que la Fed considere el impacto de la política monetaria en la desigualdad en rentas, sino más bien, debería ser conveniente que los banqueros centrales consideraran el impacto de la desigualdad en rentas en la efectividad de las políticas monetarias”, añade Bovino.
Debido a que los efectos de la política monetaria pueden variar, sería poco razonable esperar que un programa de expansión cuantitativa beneficiaria a todos por igual; y el hecho de que medidas como un QE pueden mejorar notablemente a unos más que a otros no puede ser una razón para los bancos centrales para no realizar su labor básica de apoyar a la macroeconomía.
Esto podría tener una repercusión, dado la baja estimación de la tasa neutra por parte del Comité Federal de Mercado Abierto, las autoridades políticas tienen un menor margen para utilizar las políticas tradicionales monetarias durante una recesión, sugiriendo que el QE (u otra forma alternativa de relajamiento) puede estar todavía bajo consideración.