El debate sobre el incremento de la desigualdad en las economías avanzadas se ha enfocado en que tanto los ingresos como las ganancias patrimoniales están siendo acaparadas de manera desproporcionada a las rentas más altas. En el último informe de McKinsey, la consultora estudia un aspecto que ha recibido una menor atención: los hogares de las economías desarrolladas con ingresos menores a los de sus predecesores.
Examinando está cuestión de tres maneras diferentes, McKinsey encontró un incremento sustancial en el número de hogares que se encontraban en esta categoría:
Entre un 65% y un 70% de los hogares del 25% de las economías avanzadas, el equivalente de unos 540 millones a unos 580 millones de personas, se encontraban en segmentos en los que la distribución del ingreso cuyo mercado de ingresos reales, sus salarios e ingresos del capital, fueron los mismos o cayeron en 2014 en comparación con 2005. Esto se compara con menos del 2%, o menos de 10 millones de personas, a los que les sucedió este mismo fenómeno entre 1993 y 2005. Las transferencias del gobierno y unas menores tasas de impuestos redujeron el efecto en los ingresos disponibles: entre un 20% a un 25% de los hogares se encontraban en segmentos de la distribución de ingresos cuyos ingresos disponibles permanecieron sin cambios o bajaron entre 2005 y 2014, comparado con menos del 2% en 1993 y 2005.
Las generaciones de jóvenes de hoy corren el riesgo de acabar con menores ingresos que sus padres. La mayoría de segmentos de la población experimentaron una reducción en sus ingresos o permanecieron sin cambios en la década de 2002 a 2012, pero los trabajadores jóvenes menos educados fueron los más golpeados, según un segundo análisis en el que McKinsey segmentó los ingresos de Francia, Italia y Estados Unidos por edades y educación obtenida. Una tercera medición realizada en 2015 por la consultora se realizó a través de una encuesta a ciudadanos británicos, franceses y estadounidenses. Que confirmó ampliamente que las percepciones estaban en línea con el análisis del segmento. Casi dos de cinco encuestados sentía que su situación económica había empeorado.
Las políticas del gobierno y las prácticas del mercado de trabajo han ayudado a determinar la extensión de la caída en los ingresos o en el mejor de los casos, el mantenimiento de ellos. En Suecia, por ejemplo, donde el gobierno intervino para preservar los trabajos, el mercado de ingresos cayó o se mantuvo sin cambios en un 20%, mientras que el ingreso disponible se mantuvo igual para casi todo el mundo. En Estados Unidos, las tasas del gobierno y las transferencias se convirtieron una caída del mercado de ingresos para el 81% de los segmentos de ingresos en un aumento de la renta disponible para casi todos los hogares.
Unos ingresos sin cambios o menores para la mayoría de la población podrían reducir el crecimiento de la demanda e incrementar la necesidad del gasto social. Las consecuencias sociales también son una posibilidad, la encuesta de McKinsey recoge que casi un tercio de aquellos que sintieron que no avanzaban en sus ingresos, pensaron que sus hijos y la siguiente generación también avanzarían con una mayor lentitud en el futuro y expresaron opiniones negativas sobre el comercio y la inmigración.
La profunda recesión y la lenta recuperación que prosiguió después de la crisis financiera de 2008 fueron las principales causas de este fenómeno, pero los cambios laborales tales como la caída de los salarios como porcentaje del PIB, la tendencia a largo plazo del envejecimiento de la población y la disminución del tamaño de la unidad familiar también desempeñaron un papel importante. Antes de la recesión, el crecimiento del PIB contribuyó cerca de 18 puntos porcentuales al crecimiento del ingreso medio en Estados Unidos y Europa. En los siete años después de la crisis, esta contribución cayó a 4 puntos porcentuales, incluso estas ganancias fueron erosionadas por cambios en el mercado de trabajo y en la demografía.
Las tendencias laborales y demográficas en el largo plazo continuarán teniendo cierto peso en el avance de los ingresos. Incluso si las economías consiguieran reanudar su trayectoria histórica de crecimiento, desde McKinsey proyectan que entre un 30% y un 40% de los segmentos de ingresos no experimentarían una ganancia en la próxima década si los cambios en el mercado laboral, tales como la automatización del trabajo, se aceleran. Si las condiciones de crecimiento lento que se dieron en 2005 y 2012 persisten, de un 70% a un 80% de los segmentos de ingresos de las economías avanzadas puede que no experimenten cambios o que tengan menores ingresos en 2025.
Las autoridades políticas y líderes empresariales tienen la responsabilidad a la hora de dar forma al debate y ayudar a crear soluciones. Desde McKinsey apuntan a un impulso de la productividad, un crecimiento del PIB y del empleo, capacitar a los trabajadores para que encuentren empleos mejores pagados y apoyar los ingresos disponibles de los hogares de ingresos medios y bajos.