El máximo regulador de valores estadounidense tiene intención de poner un cuidado especial en la vigilancia de los fondos negociados en bolsa, o ETFs, según se desprende de las declaraciones realizadas el viernes pasado por su presidenta, Mary Jo White, en una reunión con gestores de fondos organizada por el Investment Company Institute.
White dijo que los recientes acontecimientos hacen necesario prestar “mayor atención” a los ETFs –cuyos activos netos ya asciendes a 2 billones de dólares. según cifra facilitada por Reuters con datos de ICI- en lo que supone su más clara advertencia de que la agencia podría endurecer la regulación de estos productos.
No el algo del todo nuevo, pues ya en el mes de enero, la SEC anunció que examinaría el cumplimiento de las normas por parte de los fondos, y su equipo ha estado analizando el «Flash Crash» de 2010 y los pronunciados vaivenes del 24 de agosto de 2015, para fijarse especialmente en las disparidades entre los precios de los ETFs sobre índices y las propias acciones que lo componen, dijo White. Su equipo ha analizado también el papel de los creadores de mercado en las operaciones y comercio de ETFs, las interconexiones entre los precios y las posiciones de las carteras, las prácticas de ventas y la comprensión de los fondos por parte de los inversores, añadió.
«A pesar de la popularidad y el gran éxito de estos fondos, su historia no está exenta de cierta turbulencia», dijo White. «Pueden ser necesarias nuevas medidas regulatorias, que superen disclosures adicionales”.
La industria se ha visto presionada desde que, en diciembre, la SEC propusiera una norma para frenar la manera en que los fondos utilizan los derivados, y algunos operadores ya declararon que, de aprobarse, se verían obligados a cerrar o cambiar de estrategia.
White aclaró que la norma esta destinada a «proporcionar un enfoque actualizado y más amplio de cara a regular el uso de derivados por parte de los fondos, dado el significativo crecimiento en el volumen y complejidad de los derivados en las últimas dos décadas y el aumento del uso de derivados por parte de ciertos fondos».
Las mayores críticas a la propuesta han girado en torno a la limitación de la cartera, que obligaría a los fondos a cumplir con una limitación en cuanto a su exposición al riesgo asociado a los derivados.