Después de 15 años de batalla, Argentina podrá volver a buscar financiamiento en los mercados globales. Luego de que el lunes la mayoría de los holdouts accedieran a un acuerdo por 4.653 millones de dólares para saldar las cuentas, el juez Thomas Griesa decidió postergar dos semanas la decisión de levantar las restricciones al país para pagar los intereses a otros acreedores, si bien no se esperan contratiempos a ese respecto.
El martes en un discurso, Mauricio Macri pidió el apoyo del Congreso, liderado por la oposición, para que apruebe el acuerdo de pago -que incluye derogar las leyes cerrojo y de pago soberano-, el cual debe ser resuelto antes del 14 de abril para poner fin a la disputa, y conseguir a autorización necesaria para emitir nueva deuda por aproximadamente 15.000 millones de dólares. Esta colocación haría de Argentina el mayor emisor de deuda soberana latinoamericana desde que México emitiera 16.000 millones de dólares hace 20 años.
Se rumorea que el Gobierno de Macri tiene una cita en Londres con representantes de HSBC y JP Morgan este viernes para analizar el proceso de emisión.
Eso sí, Argentina deberá ver cómo mantiene el apetito de los inversores globales con una historia de defaults y cuando una sobreoferta de su deuda llegue al mercado. Según Kevin Daly, gestor de cartera senior del equipo de deuda emergente en Aberdeeen Asset Management, el mercado demandará una prima de riesgo que podría oscilar entre el 7% y el 9% y, estando «cercana al 9%, pensamos que sería atractiva»; y podría tomar fondos invertidos actualmente en bonos brasileños.
De acuerdo con Christian Mejrup, gestor de cartera senior en Global Evolution (de cuya distribución se encarga Capital Strategies en la región), “durante más de un año, Argentina ha sido una de las mejores historias en América Latina… y el anuncio de un acuerdo con los holdouts es un acontecimiento muy positivo que puede ser el catalizador para un próspero futuro de la economía del país”. El gestor, que aplaude los avances de Macri, es consciente de que, aunque el acuerdo permitiría conseguir financiamiento internacional que aliviara presiones de corto plazo, “los desequilibrios macroeconómicos de largo plazo deben acotarse con reformas que tendrán un costo político”. El éxito de esas reformas es lo que, considera, marcará el apetito del inversor.