La edición de este año del Credit Suisse Global Investment Returns Yearbook está más enfocada a retornos globales que centrada en los estadounidenses, pues –explican sus autores- la extrapolación de los exitosos resultados de Estados Unidos podría sesgar la interpretación de los retornos de la renta variable de otras regiones, o las previsiones del propio mercado estadounidense a futuro.
¿Y en qué basan esta afirmación? Elroy Dimson, Paul Marsh, Mike Staunton y Jonathan Wilmot -autores del informe-, explican que en el siglo XX Estados Unidos se convirtió rápidamente en una potencia política, militar y económica, llegando a ser la única superpotencia después de la caída del comunismo. Sus ciudadanos son los que en mayor proporción tiene una opinión favorable sobre su propio país, de entre todos los incluidos en el informe.
Los autores siguen enumerando aspectos que hacen de este país una “superpotencia financiera”, como titulan su análisis: la agencia internacional de la energía predijo, antes de la caída del precio del petróleo, que en 2017 el país sería el primer productor global; su economía es la mayor del mundo y su moneda es la divisa refugio; el volumen de su mercado de renta variable supone el 52% del total global y es más de cinco veces mayor que el de Japón, su mayor rival; su mercado de bonos es el mayor del mundo; y, además –recuerdan- que desde 1900 la renta variable y los bonos gubernamentales han arrojado unos retornos reales anualizados del 6,4% y 2% respectivamente.
Si bien existe un riesgo obvio de depositar demasiada confianza en la excelente trayectoria pasada de las bolsas estadounidenses -creadas en 1792 cuando la holandesa y la inglesa tenían 200 y 100 años respectivamente-, en poco más de 200 años ésta ha pasado de no existir a representar más de la mitad de los mercados de renta variable del mundo, concluyen los autores.