Teoría de la relatividad, partículas gemelas en el universo, Supernovas… La columna de este mes de Bill Gross viene cargada de ciencia… y de acidez. Tras el repaso de los siete mayores logros científicos en las últimas década, el ex co-fundador de PIMCO y ahora parte de Janus Capital Group, saca su afilada pluma: “Algunos de estos descubrimientos no son exactamente noticias de última hora, pero para la CNN y la Fox cualquier cosa es un breaking news”.
Tras esto, Gross entra en materia, y tiene para los inversores una noticia de verdad: los bancos centrales son casinos. En su línea crítica contra ellos, Gross escribe: “Imprimen dinero como si estuvieran fabricando un sinfín de fichas que nadie va a canjear después. En realidad, un casino es una descripción adecuada para las políticas monetarias globales de hoy. En los entornos de apuestas, hay un sistema conocido como «a prueba de tontos» que sofisticadamente se conoce como «Martingala». Yo solía llamarlo «doblar para ponerse al día» en la mesa de póquer de mi fraternidad donde perdía constantemente, no por el uso del sistema sino porque no era un buen farolero.
A día de hoy, los bancos centrales están usando ambas tácticas con éxito, al menos de momento. Se están tirando un farol o convenciendo a los inversores de que van a mantener los tipos de interés bajos durante largos períodos detiempo y si eso falla, utilizan la expansión cuantitativa con un sabor a Martingala. La teoría de este sistema es que si se pierde una apuesta, simplemente hay que doblar la siguiente para recuperar las pérdidas, y seguir haciéndolo así –doblar cada vez- hasta que llegue la mano ganadora y el jugador alcanza el equilibrio. Según esta teoría, es casi matemáticamente seguro tener éxito, y en el sistema monetario mundial actual, los bancos centrales están haciendo precisamente eso”.
El gestor de Janus Capital cita el programa de expansión cuantitativa de Japón como ejemplo de esto y acusa también a la declaración de Mario Draghi –‘Haremos todo lo que esté en nuestra mano’ – de tener un tufillo a Martingala, porque el responsable de la política monetaria de la zona euro se compromete a apostar hasta llevar la economía de la región al ‘punto de equilibrio’ y la inflación al objetivo del 2%, incrementando de forma casi infinita el programa de expansión cuantitativa. “Hasta ahora, recuerda, el BCE ha comprado casi 55.000 de euros al mes y este jueves volverá a doblar su apuesta”.
“¿Cuánto tiempo puede durar esto?”, se pregunta. “Bueno, en teoría, siempre y cuando existan activos financieros (incluida la renta variable) para comprar. Prácticamente el límite es realmente el valor de la moneda base del banco central. Si los inversores pierden la fe en que la divisa se va a mantener en un rango, entonces la inflación llegará rápidamente a su objetivo y lo sobrepasará. Venezuela, Argentina y Zimbabwe son ejemplos de hoy en día, como lo fue la República alemana de Weimar hace mucho. Teóricamente, si el conjunto de economías desarrolladas hace esto al mismo ritmo y se detienen en el momento adecuado, podrían reactivar con éxito y producir algo de inflación y de crecimiento, salvando al mundo de las garras temibles de la deflación. Eso es lo que están tratando de hacer, aunque ningún observador racional definiría estos esfuerzos post-Lehman Brothers como un éxito”, escribe Gross.
“Que no hayan tenido éxito es la prueba de lo que yo y otros hemos teorizado desde hace algún tiempo”. El ex fundador de PIMCO argumenta que los programas de expansión cuantitativa y los resultantes tipos de interés artificialmente bajos mantienen vivas compañías que son improductivas y destruyen modelos de negocio, como los de las compañías aseguradores y los fondos de pensiones, dado que “las rentabilidades son demasiado bajas para poder pagar los beneficios prometidos”. Para Gross, este perverso sistema convierte además a los ahorradores en eunucos financieros que no pueden hacer crecer su jubilación. “Economistas más sofisticados, como Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, llaman a esto «represión financiera». El resultado va a ser la eutanasia del ahorrador si continúa demasiado tiempo”, opina.
Entonces, ¿cómo puede seguir en marcha un sistema como este? El tiempo es la clave, como saben quienes apuestan, no hay un flujo interminable de fichas, ni siquiera para bancos centrales que actúen al mismo tiempo. Algún día, el ciclo de retroalimentación negativa sobre la economía mundial detendrá las subidas de las bolsas y de los bonos y los inversores mirarán a su alrededor, preguntándose cómo de lejos va a llegar la caída«, advierte.
Pero es al final de su carta mensual, como cada mes, donde está la recomendación para los inversores: es el momento de reducir el riesgo en las carteras.
Gross se dispone a tener menos riesgo de crédito y exposición a bolsa, y a poner más énfasis en recuperar el dinero que en obtener retornos de doble dígito. “Puede que no se queden sin fichas, pero, como en Atlantic City, al final los jugadores se van a casa y las puertas se cierran», concluye.