“A mediados de septiembre, la Reserva Federal estadounidense (Fed) justificó su decisión de retrasar el inicio de su ciclo de subida de tipos aduciendo riesgos económicos externos”, dice Oliver Adler, analista jefe de economía de Credit Suisse. ¿Qué tipos de riesgos son los que pueden preocupar más a la Fed?
“El efecto más evidente del mundo exterior sobre la economía estadounidense es el relacionado con la demanda de exportaciones de EE.UU.”, dice Adler, quien explica que éstas se ven reducidas por el debilitamiento extranjero, lo que afecta negativamente al PIB estadounidense y contribuye a reducir la inflación en el país. Si el dólar estadounidense se revaloriza mientras la demanda externa se debilita, se amplifica el efecto comercial: las exportaciones de Estados Unidos se atenúan en los países con divisas más débiles, y sus importaciones aumentan conforme bajan los precios a la importación, lo que lastra más la inflación estadounidense.
“El grado de revalorización del dólar estadounidense en respuesta al debilitamiento de la demanda extranjera depende enormemente de la naturaleza del evento que haya causado dicho debilitamiento. Si, por ejemplo, una economía exterior se decelera porque su banco central ha subido las tasas de interés para contrarrestar un sobrecalentamiento de su economía, la divisa de ese país se encontrará en mejor situación y la revalorización del dólar frente a ella será más limitada” explica.
El experto añade que “las recientes causas no han sido de este tipo. El fenómeno negativo más importante, sobre todo en el caso de algunos mercados emergentes (ME), ha sido la marcada caída de los precios de las materias primas.” Adler explica que esto se ha traducido en una repentina pérdida de ingresos para los exportadores de commodities y en una violenta depreciación de sus monedas, que ha provocado que el dólar se haya revalorizado frente a ellas. “Segundo, debido en parte a la bajada de los ingresos derivados de las materias primas, ha aumentado el riesgo de que la deuda acumulada durante los años de bonanza de los ME se torne insostenible, a lo que las divisas reaccionaron con nuevas bajadas; de nuevo con la consiguiente revalorización del USD”, continúa el experto.
“Sin embargo, intuimos que la preocupación sobre la estabilidad financiera pesa más sobre los cálculos de la Fed que las consideraciones comerciales; después de todo, el conjunto de las exportaciones a los ME representan solamente el 4% del PIB estadounidense” dice Adler, quien explica que, de hecho, si EE.UU. sube las tasas de interés en un momento de fragilidad financiera de los ME, tanto EE.UU. como otras economías podrían verse negativamente afectadas. El experto señala que lo más importante es el consabido efecto para los bancos con exposición a los ME, aunque las bajadas en los precios de los activos pueden tener consecuencias negativas adicionales en términos de riqueza, confianza y financiación. Aunque la banca estadounidense se encuentra ahora menos expuesta a los ME que en el periodo de la crisis de los mismos a finales de los noventa, los vínculos financieros siguen siendo considerables.
“La mayor preocupación de la Fed puede ser que China quiera “desligar” su divisa del USD; cosa que sería más probable si se endureciera la política monetaria estadounidense y el USD se fortaleciera. Un CNY más débil no sólo afectaría a las exportaciones de Estados Unidos a China, sino que causaría también una considerable inestabilidad financiera, como quedó patente el pasado agosto: las expectativas de depreciación amplifican los flujos de salida del capital, y se requieren intervenciones sobre los tipos de cambio para atajarlos. Un ejemplo de ello sería la venta de activos estadounidenses, deuda pública incluida, que suele desestabilizar los mercados de activos denominados en USD. Puesto que la geopolítica sugiere que EE.UU. es reacio a permitir que el CNY alcance la categoría de moneda de reserva demasiado rápido, la presión para que la Fed tenga en cuenta los intereses de China ha aumentado”, termina Adler.