En los últimos años, se han intensificado los esfuerzos para que los grandes acontecimientos deportivos sean más sostenibles, pero ¿han sido los campos la parte más ecológica de la Copa del Mundo de Rusia 2018? En opinión de Candriam, si bien el fútbol es sin duda el deporte más popular del planeta, la Copa del Mundo de la FIFA se enfrenta a una crisis de sostenibilidad.
Las preocupaciones no se centran en la financiación, sino en la sostenibilidad y el impacto que un gran acontecimiento como este tiene en el entorno que lo organiza. “Los anfitriones buscan un legado duradero, teniendo presente la deuda soportada durante décadas que supone la preparación de estos grandes acontecimientos. Los 1,5 millones de turistas extranjeros que se espera que visiten Rusia durante la competición de 2018, proporcionarán un buen impulso a la economía, pero podrían, en términos medioambientales, ser comparados con una plaga de langostas que se instalan durante un corto período de tiempo y van despojando a los locales de sus valiosos recursos locales”, señalan desde Candriam.
La FIFA, el órgano rector del fútbol, abordó por primera vez la sostenibilidad en 2006 mediante el uso de programas de compensación de carbono para la Copa del Mundo de Alemania. Desde entonces, ha desarrollado amplios programas medioambientales y sociales que van desde la construcción de infraestructura, a través de políticas de empleo, gestión de energía y residuos e incluso prácticas comerciales éticas. También incluye los proyectos heredados Football for the Planet (medioambiental) y Football for Hope (social).
El legado en este caso va más allá del uso futuro de la infraestructura para cubrir todos los aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) con el fin de garantizar que «…no haya efectos negativos en la biodiversidad, exista una mayor conciencia ambiental y más personas participen en actividades físicas que reivindiquen en gran medida todos los esfuerzos de sostenibilidad», según el documento de la estrategia de sostenibilidad de este año.
En este sentido, “el trabajo de los Principios de Inversión Responsable de Naciones Unidas es considerado por muchos como la regla de oro para medir la sostenibilidad. Es el trabajo de este organismo el que la mayoría de políticos, inversores y comentaristas utilizarán para determinar si la Copa del Mundo- o cualquier otro acontecimiento o inversión importante – tiene verdaderas credenciales de ESG o se esconde detrás de una imagen ecológica”, destacan desde Candriam.
La FIFA ha sido ampliamente criticada por elegir a Rusia como anfitriona en 2018 y a Qatar para 2022. Ambas naciones son bien conocidas por violar los derechos humanos, a la vez que la idea de construir estadios en el desierto de Qatar les quitará el sueño a los ecologistas. Como respuesta, la FIFA ha desarrollado nuevas normas sobre el consumo de energía, residuos y agua que deben cumplirse en los recintos. Sin embargo, a pesar de este enfoque, el estadio de Kaliningrado se ha construido sobre uno de los últimos humedales de Rusia. En este caso, la naturaleza aún puede tener la última palabra. Este nuevo edificio ya se está hundiendo en el pantano.
Sin embargo, los requisitos de la FIFA y la necesidad de nuevas soluciones han facilitado una serie de diseños de estadios para Qatar con sistemas de iluminación altamente eficientes y sistemas de ventilación que reducirán la demanda de energía y las áreas de sombra. Estos estadios también tendrán una nueva vida después del acontecimiento, ya que han sido diseñados para ser fácilmente adaptables, convertibles o desmontables en lugares más pequeños después de la Copa del Mundo.
Aunque la extensa lista de objetivos de sostenibilidad de la FIFA no se corresponde directamente con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de los PIR, sí recoge una gran cantidad de ellos. No fueron las políticas ambientales las que fueron objeto de críticas y protestas públicas en la Copa del Mundo de Brasil 2014, sino la falta de una inversión social duradera.
El capital humano está ahora mejor representado en las políticas de sostenibilidad de la FIFA, con las cuatro primeras cuestiones clave que rigen la salud y la seguridad, el trabajo digno y el desarrollo de capacidades, la inclusión e igualdad y el desarrollo social, la vida sana y la capacitación deportiva. Con las prácticas comerciales éticas y el desarrollo económico local en un lugar muy destacado, algo que se echaba en falta en Brasil, las personas se sitúan en el centro de la estrategia.
“Queda por ver si esto ofrece un cambio significativo a los trabajadores que construyen la infraestructura de Qatar. Sin embargo, por muy buena que sea la estrategia de sostenibilidad de la FIFA, hay algunas cosas que no se pueden cambiar una vez que se ha tomado una decisión, como las actitudes culturales. Por ejemplo, las políticas de inclusión se extenderán a las actitudes culturales hacia las parejas del mismo sexo y a las personas de color en Rusia y Qatar”, advierten desde Candriam.