La corrección sufrida durante el verano ha continuado más adelante. No obstante, Tikehau Investment Management aclara su visión de largo plazo sobre las presiones deflacionarias que afectan a la economía mundial. “No compartimos en absoluto la teoría de la deflación mundial: los periodos de deflación son raros y están localizados y no creemos que la economía mundial esté entrando en una espiral deflacionaria. Sin embargo, sí pensamos que existen diversos factores de peso que limitarán cualquier aumento de la inflación”, explica Thomas Friedberger, gestor de la firma.
“Este entorno resulta favorable para los activos de riesgo, siempre que se seleccionen cuidadosamente los valores en los que invertir”, apunta.
Las fuertes presiones deflacionarias mundiales responden, para la gestora, a varios factores:
- La población de los países desarrollados está envejeciendo y, por lo tanto, ahorra más, es decir, la oferta de capital (el ahorro) está aumentando. Al mismo tiempo, la demanda de capital (la inversión) se sigue viendo frenada por dos motivos: por un lado, el desarrollo tecnológico permite que las empresas de todos los sectores puedan producir más con menos capital, optimizar la gestión de inventarios y acometer series de producción más pequeñas para adaptarse mejor a la demanda de los consumidores y ser más flexibles. Por otro lado, varios años de bajos tipos de interés han llevado a los equipos gestores de las empresas a endeudarse para recomprar sus acciones. Esta práctica, que a corto plazo resulta positiva para los accionistas cuando se ejecuta correctamente, va en detrimento de la inversión. El desequilibrio entre la oferta y la demanda de capital contribuirá a mantener los tipos de interés en niveles bajos durante mucho tiempo.
- La economía mundial continúa incorporando a países con una gran población. Después de China, en los últimos años le ha llegado el turno a la India y a Indonesia y los siguientes serán los países africanos. El crecimiento de la fuerza de trabajo mundial provocará presiones estructurales sobre los salarios, aunque podrían darse excepciones.
- En China, quince años de asignaciones de capital poco eficientes financiadas con deuda han generado fuertes presiones deflacionarias que tanto el gobierno como el banco central se esfuerzan por contener. Si el gigante asiático decidiese depreciar su divisa para exportar esa deflación (algo que aún no se contempla pero que es técnicamente posible), las presiones sobre la economía mundial serían aún más fuertes.
Por estos motivos Friedberger se mostraba tan escéptico a principios de año sobre la capacidad del Banco Central Europeo para generar inflación mediante un programa de expansión cuantitativa cuyo principal mecanismo de transmisión reposa en la depreciación del euro.
“La economía mundial podría estar entrando en una prolongada fase de lento crecimiento y baja inflación. Las empresas que mejor resistirán las presiones deflacionarias serán aquellas capaces de retener su poder de fijación de precios gracias a una ventaja competitiva y a fuertes barreras de entrada, así como aquellas que mejor asignen su capital (las que adopten las mejores decisiones de inversión y ofrezcan las mejores políticas de dividendos y devolución de capital a sus accionistas). Este es precisamente el tipo de empresas en el que se centra el Tikehau Income Cross Assets, tanto en renta fija como en renta variable, ya que estamos convencidos de que son las que mejor se comportarán en este entorno de mercado frente a otras que se verán forzadas a sacrificar sus márgenes para mantener cuota de mercado o que dependerán de una depreciación de la moneda que les permita mantener sus volúmenes de exportación”, afirma el gestor.
En resumen, es probable que 2016 sea parecido a 2015 y continuemos viendo una elevada dispersión de las rentabilidades en renta variable. Desde principios de año, el Eurostoxx 50 se ha dejado un 3% mientras que Fresenius Medical ha ganado un 39% y E.On ha perdido un 47%. En el caso del S&P 500, el índice ha caído un 7%, Netflix registra un avance del 101% y Consol Energy pierde un 72%. Este entorno, poco favorable para la gestión referenciada a índices, es propicio para una rigurosa selección de valores. «Por eso, asignamos indefectiblemente nuestro capital con el objetivo de mejorar la rentabilidad a largo plazo», concluye.