A principios del mes pasado S&P rebajó la calificación de Brasil a BB+ para la deuda en divisa extranjera a largo plazo y alto rendimiento. Javier Murcio, director de mercados emergentes en Standish, parte de BNY Mellon, comenta que aunque las perspectivas del país son negativas el cambio ha sorprendido a mucha gente, pero confirma el rápido declive del reciente ejemplo modélico de mercado emergente. «La lógica subyacente a la calificación señala los cambios que llevamos un tiempo comentando, en concreto el rápido deterioro de la situación fiscal en menos de dos meses y la confirmación implícita de que no hay capacidad política de introducir reformas serias«.
Murcio cree que la economía está en recesión y prevé una contracción del 2,3% y del 0,5% en el PIB para este año y el próximo, mientras que la inflación se mantiene por encima del 9% (frente al objetivo del 4,5%). Y añade que «la dinámica de la deuda sugiere un empeoramiento de los ratios de deuda, y las perspectivas de S&P, similares a las nuestras, apuntan a que no habrá mejoras a corto plazo«.
En opinión de Murcio, de la rebaja de la calificación se infieren varias ideas, entre ellas cuál es la posibilidad de que otros países tengan el mismo comportamiento. En parte, éste es el resultado del impacto de la rebaja en unos niveles de confianza que ya estaban bajos y sugiere que el entorno de recesión empeorará y habrá más presión en los ingresos fiscales. Y comenta que «las políticas procíclicas contribuirán a este escenario».
Una de las consecuencias a corto plazo podría ser un cambio de enfoque al sector de deuda corporativa y cuasi-pública, ya que una mayor rentabilidad aumenta la presión sobre las empresas endeudadas y hace que la nueva financiación sea más cara.
También hay otra preocupación que podría generar un aumento del «ruido» político, ya que la salida de la presidenta Dilma Rouseff (bien por dimisión o por destitución) parece más probable.
Esto no significa que no haya soluciones al actual dilema de Brasil. Murcio señala que el ministro de economía Joaquim Levy ha salido en televisión hablando de los pasos que se están debatiendo en el Congreso. Estos pasos incluyen impuestos relacionados con la seguridad social y los beneficios de transacciones financieras, así como iniciativas a más largo plazo, como el retraso de la edad de jubilación. Sin embargo, Murcio cree que estas iniciativas no tienen calado para crear verdaderos cambios y opina que «si se aprueban, estos nuevos impuestos son una solución equivocada y demasiado pequeña para marcar una diferencia. Sobre todo, si tenemos en cuenta que más del 80% del gasto gubernamental es obligatorio y está asignado a áreas como seguridad social, bienestar y salarios. Si no hay una voluntad política fuerte, será difícil hacer recortes importantes, aunque existe la esperanza de que la rebaja presione a los políticos para que acepten las reformas necesarias.»
Pero a pesar de sus problemas a corto plazo, Murcio señala algunas de las fortalezas a largo plazo de Brasil, las cuales lo sitúan por delante de países similares. Dichas fortalezas incluyen sus grandes reservas extranjeras, niveles de deuda extranjera manejable, instituciones jurídicas fuertes y acceso a los mercados de capital. Dice que «en realidad, los balances del país siguen siendo relativamente moderados, incluso si actualmente la dinámica va en la dirección equivocada. Para inversores especializados en mercados emergentes, los precios de los activos pueden alcanzar en las próximas semanas niveles dentro de la categoría BB que pueden ser relativamente atractivos, aunque por ahora no me aventuro a aconsejar acumular o pasar a una sobreponderación de activos brasileños».
Por otra parte, para Carl Shepherd, gestor de cartera del equipo de renta fija de Newton, hay buenas razones para conservar al menos algo de exposición a la deuda brasileña.
Señala que el fondo BNY Mellon Global Bond posee el 1,83% de un bono gubernamental en moneda brasileña y añade que esa emisión sigue estando en grado de inversión, ya que la rebaja de S&P solo afecta a los bonos en divisa extranjera de Brasil. En relación a la liquidez, comenta que la emisión es de aproximadamente dos mil millones de dólares estadounidenses (similar al tamaño de un bono del tesoro estadounidense típico) y tiene altos niveles de comercialización y participación por parte de grandes fuentes de liquidez provenientes de fondos de seguros y pensiones.
Shepherd opina que la lógica de mantener el bono es la gran rentabilidad que ofrece, y explica que «la rentabilidad del bono está por encima del 15%, los tipos de base en Brasil son del 14,25% y la inflación está actualmente por encima del 9%. Con un desempleo en aumento y un debilitamiento de la demanda doméstica y el crecimiento del crédito, creemos que la perspectiva consensuada de inflación al 6% para el 2016 y el 2017 es razonable y que en este contexto el banco central estaría dispuesto a reducir los tipos de interés, aumentando por lo tanto el precio del bono. Probablemente mantendríamos una cobertura de divisas, ya que el coste de la cobertura con tipos menores se reducirá y puede haber una propensión a que la divisa se debilite cuando los tipos bajen, aunque ya se ha debilitado mucho en los últimos 18 meses.»
«En conclusión, creo que la rebaja ha ocurrido porque el ministro de finanzas ha admitido que no se alcanzaría el objetivo de déficit, lo cual aumentaría la deuda gubernamental del país. El gobierno sigue siendo solvente y no me preocupa mucho su capacidad para cumplir con sus obligaciones».