Mientras la popularidad de la gestión pasiva sigue ganando impulso, AB se ha tomado un descanso para extraer algunas lecciones del béisbol. La pregunta inicial que se plantea James T. Tierney, CIO de US Growth en la firma, es qué tipo de alineación de renta variable crea un equipo ganador.
Nadie puede negar el creciente cambio de preferencias de los inversores de renta variable hacia las estrategias referenciadas a un índice. Los flujos de capital hacia fondos de gestión pasiva de renta variable en Estados Unidos han alcanzado hasta junio de este año los 21.700 millones de dólares, mientras que los inversores han retirado 83.700 millones de dólares de fondos de gestión activa, según Morningstar. En este entorno, los managers se enfrentan cada vez más al reto de demostrar su valía y justificar sus honorarios.
En esto, cree el CIO de AB, el béisbol ofrece una analogía interesante para los gestores activos de renta variable. “Entre todos los jugadores de las Grandes Ligas, el promedio de bateo esta temporada es de .253. Sin embargo, incluso en un deporte rodeado de estadísticas, no encontraremos un solo entrenador que construya su equipo con nueve jugadores que cumplan exactamente con esta media, incluso aunque fuera posible”, explica.
La razón esclara e intuitiva. Para que un equipo de béisbol tenga éxito, es necesario tener al menos un par de bateadores con probabilidades de obtener mejores resultados que sus compañeros. Y para crear un equipo sólido, el manager necesita incorporar un par de bateadores que supongan una amenaza más potente para los oponentes. “Por supuesto, algunos bateadores tenderán más hacia la media y los jugadores con una temporada floja batearán muy por debajo del resto del equipo. De ahí radica la necesidad de contar con un grupo diverso. Es poco probable que un equipo compuesto únicamente de bateadores con una media de .253 tenga la energía necesaria para ganar los partidos cruciales y llegar a los playoffs”, dice Tierney.
La falsa seguridad del comportamiento medio
Para este gestor, en el mundo de la inversión, cuando un inversor asigna fondos exclusivamente a estrategias pasivas viene a ser como formar la alineación de la cartera con bateadores de .253. Esta formación podría proporcionar una sensación de seguridad porque los rendimientos estarán siempre en sintonía con el índice. Pero es un consuelo escaso si el índice de referencia se desploma. Una oferta de gestión pasiva para la renta variable no podrá depender de ningún valor de mayor calado para tirar de él en períodos difíciles de rendimientos más bajos, o negativos.
“Creemos que la mejor estrategia para combatir ese riesgo es centrarse en inversiones con managers que lideran estrategias de alta convicción y que tienen un sólido historial en batir al mercado, de acuerdo con nuestro estudio”, cuenta.
Lo mejor de los dos mundos
La inversión pasiva tiene sus virtudes. La preocupación de los inversores sobre los honorarios, así como la capacidad de los gestores de ofrecer rentabilidades consistentes son legítimas. El atractivo de pasivo es comprensible.
Sin embargo, Tierney está convencido de que asignar por completo el capital a vehículos pasivos es una estrategia errónea. Deja a los inversores expuestos a potenciales riesgos de concentración y a las burbujas que a menudo infectan el mercado de renta variable en general. Y dado que parece que la rentabilidad de la renta variable de cara a los próximos años va a descender, batir el índice de referencia, aunque sea en uno o dos puntos el porcentaje, será cada vez más importante para los inversores que buscan beneficiarse de la renta variable y cumplir con sus objetivos a largo plazo.
“Hay otra manera. Combinando las estrategias pasivas con carteras de renta variable de alta convicción, los inversores pueden disfrutar de los beneficios de estar referenciados a la evolución de un índice junto con la diversidad de actuación de un enfoque activo. Los entrenadores en béisbol no se conforman con un rendimiento promedio y los inversores no deberían hacerlo tampoco”, concluye.