Los bancos venezolanos de capital privado continúan mostrando fuertes ratios de calidad en sus préstamos y resultados, incluso reajustados a inflación. Sin embargo, los crecientes desequilibrios macroeconómicos, el elevado crecimiento de préstamos “inmaduros” y las políticas gubernamentales que favorecen a los bancos estatales plantean nuevos desafíos, según se desprende de un informe de Fitch Ratings.
“La gran exposición del sistema bancario al sector público, así como el marcado cambio en las composición de las carteras hacia segmentos más vulnerables económicamente y los préstamos al consumo, podrían llevar a un repentino deterioro de la calidad de los activos en el caso de que llegase a forzarse un ajuste económico” dice Mark Narron, director de Fitch Ratings. “Las nuevas regulaciones e intervenciones gubernamentales podrían dar lugar a nuevos retos”.
En diciembre de 2014, Fitch rebajó la calificación crediticia de los siete mayores bancos en manos privadas hasta “CCC” desde “B”, en línea con la revisión a la baja de la deuda soberana. Los ratings de todos estos bancos se ven limitados por el de la nación, dada su vulnerabilidad con respecto a la débil situación económica del país, la alta inflación y cuestiones políticas.
Además de los límites inferior y superior de las tasas de interés y requerimientos de capital, en 2014, el gobierno dictó una serie de normas que favorecían a los bancos estatales. Estas incluyeron la migración de depósitos del sector público a bancos estatales y restricciones a la capacidad de los bancos privados de facilitar acceso a divisa fuerte a sus clientes. Estas acciones dieron lugar a eventos puntuales de liquidez, que se evidenciaron en picos en los ratios interbancarios. Sin embargo, en ausencia de otras intervenciones gubernamentales, Fitch no espera que estas políticas lleven a una divergencia sostenida en el crecimiento de los depósitos relativos a los bancos estatales.
Los bancos venezolanos continúan dependiendo de los depósitos como principal fuente de financiación, manteniendo un gran y negativo desajuste entre los activos a corto plazo y el pasivo. Sin embargo, esta posición es todavía manejable bajo el actual esquema de controles de cambio de divisas que actúan de barrera para el capital.
Los efectos de la inflación sobre los gastos operativos, sumado al aumento de los costes de financiación, han llevado a una menor rentabilidad y generación de recursos propios en 2014. Además, la eliminación de los ajustes de inflación por parte del gobierno para el cálculo de la carga impositiva presionará la rentabilidad de 2015. Por su parte, los beneficios más débiles y el alto crecimiento nominal de activos seguirán presionando los ratios de capital. Con niveles de capital diversos entre unas entidades y otras, Fitch espera que la capitalización se deteriore si el ratio de crecimiento de los depósitos no disminuye.
Los ratios de calidad de los préstamos se han mantenido estables y contradicen los riesgos potenciales, ya que están distorsionados por la inflación. La gran exposición del sistema bancario al sector público, así como el marcado giro hacia segmentos más vulnerables y los préstamos al consumo podrían llevar a un repentino deterioro.
Muchos bancos han continuado incrementando proactivamente las reservas para impagos de préstamos con el objetivo de hacer frente más cómodamente a los desajustes macroeconómicos. A pesar de que los niveles de reservas salen bien parados de la comparación con los de otras entidades internacionales, Fitch los ve como potencialmente insuficientes dada la volatilidad en la calidad de los activos mostrada durante las pasadas crisis.