Para muchos inversores, la disparidad en el futuro de las economías nacionales, los cambios de política y los rápidos avances tecnológicos generan tiempos inciertos. Sin embargo, también presentan oportunidades potenciales para adaptar las carteras de inversión, como explica un análisis de Goldman Sachs Asset Management.
Incorporar resiliencia y consistencia en la rentabilidad de las carteras se ha vuelto crucial y los flujos constantes de ingresos provenientes de los mercados públicos de acciones y bonos ofrecen una poderosa forma de diversificación, escribe Ashish Shah, codirector y director de inversiones de inversión pública en la firma.
Los bonos corporativos también ofrecen un atractivo potencial de ingresos y los estrechos diferenciales que se encuentran actualmente en el mercado reflejan fundamentos crediticios sólidos. Shah también favorece el crédito titulizado: específicamente, las obligaciones de préstamos garantizados (un conjunto diverso de préstamos corporativos sin grado de inversión, de los cuales 1,4 billones de dólares están en circulación a nivel mundial) y los valores respaldados por hipotecas comerciales. En renta variable, es probable que las ganancias y los dividendos se conviertan en los principales impulsores de la rentabilidad.
Los fondos cotizados en bolsa (ETF) de gestión activa, que han superado el billón de dólares en activos bajo gestión desde su lanzamiento en 2008, ofrecen a los inversores una forma flexible de diversificar. Una fuente reciente de crecimiento han sido los productos basados en opciones, como los fondos de renta variable y de colchón, según escriben Brendan McCarthy, director global de distribución de ETF de Goldman Sachs Asset Management, y Marissa Ansell, directora global de estrategia de inversión en ETF. Estos fondos incorporan opciones en sus estrategias de inversión y pueden ofrecer ingresos regulares o cierta protección contra pérdidas.
Para los fondos domiciliados en EE.UU., la categoría de ingresos derivados captó más de 28.000 millones de dólares de capital neto nuevo en 2024.
Los fondos de cobertura han superado a las carteras tradicionales 60/40 en rentabilidad absoluta a uno, tres y cinco años, e incluso más en rentabilidad ajustada al riesgo. Entre 2020 y 2024, la rentabilidad 60/40 disminuyó del 6,1% al 5,5%, mientras que la rentabilidad de los fondos de cobertura aumentó del 4,8% al 9,3%.
En este contexto, se ha producido un resurgimiento de la demanda de los inversores. El panorama de los fondos de cobertura se ha vuelto más binario, entre fondos de cobertura de plataforma más amplios y otros más pequeños y especializados (con una toma de decisiones muy diferente para cada uno). “Por consiguiente, creemos que los asignadores necesitan implementar sus programas de fondos de cobertura de forma diferente hoy en día, adoptando un enfoque clínico en la estrategia y la selección de gestores, la construcción de carteras y la gestión de riesgos”, escriben Collin Bell, Elizabeth Burton, Jack Springate y Funmi Awofisayo, de Goldman Sachs Asset Management.