En su libro Outlive, Dr. Peter Attia define la Medicina 1.0 como la era anterior al método científico, en la que las prácticas médicas eran sólo marginalmente más avanzadas que las conjeturas primitivas. Piense: sangrías y amuletos en la Edad Media como cura para la peste bubónica. Buena suerte.
La medicina 2.0 es lo que surgió en el siglo XVII con el desarrollo del método científico, la teoría de los gérmenes y los ensayos controlados aleatorios. La Medicina 2.0 es lo que experimentamos hoy cuando vamos al médico de cabecera y, para la mayoría de los que estamos leyendo esto, la Medicina 2.0 es lo que ha definido nuestra experiencia de la atención sanitaria desde que nacimos.
Pero a pesar de los avances significativos de la Medicina 1.0 a la 2.0, Attia sostiene que el sistema actual ha alcanzado sus límites. Reflexionando sobre sus primeros años como médico, señala: “El problema es que tratábamos a ambos tipos de pacientes, víctimas de traumatismos y enfermos crónicos, con el mismo guion básico: nuestro trabajo consistía en evitar que el paciente muriera, pasara lo que pasara”.
En su libro, Attia se centra en un problema concreto. Por un lado, vivimos mucho más tiempo que antes (medicina preventiva) mientras que, por otro, estamos cada vez más plagados de enfermedades neuro degenerativas crónicas como el Alzheimer y cardiovasculares como los accidentes cerebrovasculares. Mensaje clave: sobrevivimos más que nunca, pero nuestra calidad de vida en la tercera edad sigue igual o incluso ha empeorado. Este gráfico ilustra perfectamente el mensaje.
Esperanza de vida vs esperanza de vida saludable en Medicina 2.0 vs Medicina 3.0

Fuente: Outlive, Dr. Peter Attia
Es importante comprender las limitaciones de la Medicina 2.0 y, por tanto, del sistema de salud institucionalizado actual. La verdad es que existe un gran desfase entre lo que los médicos de cabecera han aprendido durante su formación (que en algunos casos podría haber sido hace décadas) y la vanguardia de la medicina hoy en día. Por ejemplo, a la mayoría de los médicos nunca se les ha enseñado formalmente el papel del sueño, el ejercicio y la nutrición en la prevención de problemas de salud. Esto es realmente desafortunado ya que estudios recientes han demostrado que estos se encuentran entre los principales determinantes absolutos de nuestro estado general de salud y la longevidad.
Aquí es donde entra en juego la Medicina 3.0. En esencia, la Medicina 3.0 es la siguiente fase de la evolución de la asistencia sanitaria: esta vez se hace hincapié en la medicina preventiva, personalizada y participativa. Como explica Attia, “la diferencia clave entre la Medicina 2.0 y la 3.0 tiene que ver con cómo y cuándo aplicamos nuestras tácticas. Normalmente, la medicina 2.0 interviene sólo cuando algo va mal de forma aguda, como una infección o un hueso roto, con soluciones a corto plazo para el problema inmediato. En la medicina 3.0, nuestras tácticas deben estar imbricadas en nuestra vida cotidiana. Las comemos, respiramos y dormimos, literalmente”. La medicina 3.0 se logra mediante una combinación de atención sanitaria preventiva (detección e intervención tempranas), así como medicina de precisión y toma de decisiones basada en datos (salud digital, IA y biomarcadores). “En resumen, la medicina 3.0 pone mucho más énfasis en la prevención que en el tratamiento… y considera al paciente como un individuo único”.
Del 2.0 al 3.0
Pasar de la 2.0 a la 3.0 significa, por definición, que cada persona tomará el control de su propia salud. A primera vista, esto puede asustar un poco. Otra forma de verlo es la democratización (o descentralización) de la asistencia sanitaria, que quizá suene un poco más atractiva. Este proceso de mayor responsabilidad por parte de las personas para sus propios resultados sanitarios sólo es posible ahora gracias a una confluencia de factores que, juntos, han hecho que la Medicina 3.0 sea por fin viable.
El primer pilar es la educación: libros como Outlive, del Dr. Peter Attia, adoptan un enfoque basado en los primeros principios de la salud y bienestar y empaquetan la ciencia de vanguardia en bocados digeribles que pueden ser consumidos (y puestos en práctica) por cualquier persona de la calle.
Del mismo modo, la proliferación de “influyentes de la salud y el bienestar” como Dr. Andrew Huberman (profesor asociado de neurobiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford) logra el mismo objetivo, pero a través del audio. Dr. Huberman produce un podcast semanal sobre un tema determinado relacionado con la salud, desde la higiene dental hasta cómo aprovechar la dopamina para superar la procrastinación. Muy recomendable.
Un segundo componente importante es la aparición de dispositivos sanitarios y pruebas de diagnóstico caseras. Uno de ellos es el anillo Oura, que recoge continuamente datos de más de 20 parámetros biométricos. Está diseñado para que parezca y se lleve como un anillo normal, pero lo mide todo: patrones de sueño, salud cardiovascular, temperatura corporal e indicadores de estrés. Mediante la recopilación de los datos del usuario, la aplicación Oura proporciona información y recomendaciones personalizadas para el usuario. Está claro que hay mercado para esto: Oura acaba de recaudar 200 millones de dólares con una valoración de 5.200 millones.
Pero la realidad es que para muchos de nosotros la medicina 2.0 seguirá dominando nuestras vidas durante algún tiempo. Y es importante señalar que la medicina 3.0 no es una condena total de la medicina institucionalizada. Por mi parte desde luego sé que, si me rompo la muñeca o tengo palpitaciones, lo primero a lo que acudiría sería a mi médico de cabecera, no a Spotify ni a mi estantería…
Tribuna de Faris Hamadeh, asesor en impacto en Portocolom AV.