El regulador del mercado de valores de EE.UU. creó la Unidad de Ciberseguridad y Tecnologías Emergentes (CETU, por sus siglas en inglés) para centrarse en la lucha contra los ataques cibernéticos y proteger a los inversores minoristas de «actores malintencionados en el espacio de las tecnologías emergentes», anunció la SEC en un comunicado.
El nuevo departamento, que sustituye a la Unidad de Ciberseguridad y Criptoactivos y está bajo la dirección de Laura D’Allaird y está compuesto por aproximadamente 30 especialistas en fraude y abogados de múltiples oficinas de la SEC.
“Bajo la dirección de Laura, esta nueva unidad complementará la labor del Grupo de Trabajo sobre Criptoactivos dirigido por la Comisaria Hester Peirce”, señaló en el comunicado el presidente interino de la SEC, Mark T. Uyeda.
D’Allaird era Co-directora de la Unidad de Ciberseguridad y Criptoactivos; según su perfil de Linkedin, trabaja en la SEC desde 2016 y se desempeñó también como asesora del comisionado de la SEC Jaime Lizárraga, miembro del Partido Demócrata.
“La unidad no sólo protegerá a los inversores, sino que también facilitará la formación de capital y la eficiencia del mercado, allanando el camino para que crezca la innovación. Extirpará de raíz a quienes pretendan hacer un mal uso de la innovación para perjudicar a los inversores y mermar la confianza en las nuevas tecnologías”, agregó Uyeda.
El nombramiento de Uyeda -un partidario de las criptomonedas- como presidente interino de la Fed, indicaba una probable flexibilización de la política del regulador en relación a los activos digitales. Uyeda estaría en su cargo hasta que el candidato de Trump para suceder a Gary Gensler, Paul Atkins, complete su proceso de confirmación en el Senado.
Según el comunicado oficial de la SEC, la CETU utilizará “la considerable experiencia del personal en materia de tecnología financiera y cibernética para combatir las conductas indebidas relacionadas con las transacciones de valores” en una serie de áreas prioritarias, entre las que destacan el fraude cometido utilizando tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial y el aprendizaje automático; el uso de redes sociales o sitios web falsos para cometer fraude; el hackeo para obtener información material no pública; la adquisición de cuentas de corretaje minoristas; y el fraude relacionado con la tecnología blockchain y los criptoactivos.