A raíz de las últimas disrupciones del mercado, entre ellos todo lo ocurrido durante el COVID-19, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) y la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) han estudiado cómo hacer que los fondos de inversión sean más resilientes ante los shocks de liquidez. El FSB publicó sus recomendaciones en diciembre de 2023, e IOSCO está ahora revisando cómo ajustar sus propias recomendaciones de 2018 en esta línea.
El nuevo marco del FSB/IOSCO enfatiza muchos aspectos esenciales para una gestión adecuada de la liquidez en los fondos, como el papel fundamental del gestor de activos y la importancia de mantener flexibilidad al seleccionar las herramientas de gestión de liquidez (LMTs). Sin embargo, desde la Asociación Europea de Fondos y Gestión de Activos (Efama, por sus siglas en inglés) advierten que varias recomendaciones que FSB/IOSCO dan restringen indebidamente la capacidad de los gestores de activos para administrar los fondos de manera eficaz.
En concreto, desde Efama considera que obligar a los gestores de activos a clasificar los fondos en tres categorías según su liquidez, cada una con diferentes herramientas de gestión de liquidez para afrontar períodos de tensión, implicaría que los supervisores impongan requisitos específicos sobre los modelos de riesgo de los gestores de activos para garantizar la coherencia entre los fondos. “Si esto lleva a que los gestores tengan que aplicar varios modelos de riesgo, supondría una duplicación regulatoria. Y si, por otro lado, impide que los gestores puedan considerar las particularidades de sus fondos en sus modelos de riesgo, resultaría en una gestión de riesgos de menor calidad”, explican.
Además, señalan que las herramientas antidilución (ADTs) son valiosas porque asignan los costes de transacción a los inversores que salen o reembolsan sus participaciones, asegurando que los fondos que invierten en activos menos líquidos no absorban pérdidas derivadas de los reembolsos cuando los mercados se vuelven volátiles. Sin embargo, advierte: “Las ADTs no siempre son necesarias para los fondos que invierten en activos menos líquidos y su uso diario podría generar costes operativos adicionales e injustificados para los inversores, especialmente si los supervisores exigen que los fondos calculen los costes de transacción implícitos antes de cada operación”.
Desde Efama también apuntan que las herramientas de gestión de liquidez basadas en la cantidad (LMTs), que limitan suscripciones y reembolsos, son igualmente valiosas, ya que garantizan que los fondos no se vean obligados a realizar ventas precipitadas cuando los reembolsos superan las expectativas razonables. “IOSCO no debería recomendar que los supervisores restrinjan indebidamente su uso. Proporcionar una lista de circunstancias excepcionales crearía expectativas entre los inversores cuando esas circunstancias ocurran y generaría incertidumbre si un fondo se ve afectado por una crisis que no está incluida en la lista. Tampoco es apropiado prohibir la suspensión separada de suscripciones y reembolsos o el uso de herramientas diferentes dependiendo de los inversores que abandonan el fondo”, afirman.
Por último, reiteran que el enfoque de IOSCO sobre la gestión de liquidez en los fondos se basa en suposiciones infundadas. Según recuerdan, el Banco de Inglaterra (BoE) realizó recientemente un ejercicio de Escenario Exploratorio a Nivel del Sistema (SWES), que demostró que los picos en la demanda de liquidez durante períodos de estrés se debieron principalmente a llamadas de margen (93%) y no a reembolsos de fondos de inversión (7%).
En opinión de Marin Capelle, asesor de Política Regulatoria de Efama, los gestores de activos europeos no deberían categorizar los fondos según la liquidez de su cartera. “Ya realizan pruebas de estrés de liquidez exhaustivas, que pueden utilizarse para evaluar los beneficios de herramientas específicas de gestión de liquidez. Tras una larga revisión del marco UCITS/AIFMD, introducir este tipo de categorización de fondos en Europa iría en contra del objetivo de simplificación de la UE sin aportar beneficios a la estabilidad financiera”, señala Capelle.