“El pasado mes de octubre, con el aumento de la producción de crudo en Estados Unidos, Arabia Saudí y otros países -como Omán, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos- comenzaron a rebajar el precio del petróleo apuntando a sus clientes asiáticos en un intento por mantener su cuota de mercado. Se esperaba que la OPEP, en su reunión celebrada un mes más tarde, recurriera a su control natural del mercado para ajustar lo que se percibía como un desequilibrio entre la oferta y la demanda, pero no se tomó ninguna medida. Dicha actitud apuntaba a que la OPEP había perdido el control y que el ‘efecto consorcio’ había tocado a su fin”, comenta el analista de Western Asset (Legg Mason) J. Gibson Cooper. Esto alteró drásticamente el panorama y obligó a los asesores financieros a replantearse sus estrategias de inversión basadas en fundamentales.
Ryan Brist, responsable de inversiones estadounidenses de la filial de Legg Mason, opina que, desde el punto de vista de las carteras, “tenemos mucho tiempo”, una idea que Cooper comparte. “Esperamos un incremento moderado de las tasas de impago en el sector energético —afirma—. No creemos que, en términos generales, 2015 vaya a ser un año negro para la deuda corporativa de alto rendimiento de dicho sector”.
En su opinión, el petróleo probablemente se mantendrá en este nivel de precios durante un par de años, por lo que 2016 plantea más interrogantes.“Por ahora- añade- el mercado energético sigue resultando atractivo. Sí, los impagos aumentarán, pero creemos que los diferenciales y los precios actuales compensan con creces este riesgo”, puntualiza.
Brist apunta que podría haber riesgos de caídas en el segmento de calificaciones elevadas pero también afirma que existen otras oportunidades. “Observamos mucha dispersión en el sector energético, especialmente en los mercados emergentes, como Rusia y Brasil, donde estamos viendo casos de fraude e intervención del gobierno. Yo sería prudente. No obstante, el segmento de bonos de alto rendimiento parece bastante interesante. Desde el punto de vista de una cartera de inversión, me centraría en este ámbito”.
El equipo afirma que la clave está en la liquidez. “La cuestión reside en si se pueden generar catalizadores o puentes en los negocios para soportar un contexto de materias primas baratas —declara Cooper—. Nuestra hipótesis es que, no todo funciona a 50-60 dólares el barril en EE.UU., o incluso a escala mundial”.
No obstante, las posibilidades alcistas siguen siendo un aspecto fundamental y Cooper apunta a que una organización que controla una producción diaria de 30 millones de barriles puede sufrir cualquier tipo de envite. “Hemos visto problemas en Irak, Libia ha sido fuente de preocupaciones y las elecciones en Nigeria siguen aplazándose en un contexto de violencia que ha afectado a la producción”. No obstante, también afirma que, en este último trimestre, la producción ha registrado una buena evolución: Estados Unidos se ha anotado unas cifras positivas, la producción de la OPEP ha sido sólida y la volatilidad se ha mantenido en niveles reducidos.
Brist comenta que, en el contexto actual, las posibilidades de que asistamos a cambios drásticos en los precios del crudo son limitadas. “A los analistas se les da muy bien contar barriles en el plano de la oferta, pero la demanda es muy complicada de cuantificar”, afirma. Aun así, Brist añade que, según las condiciones actuales, considera que el nivel de 50-60 dólares por barril constituye su probabilidad máxima.