En este 2025, los inversores tienen que cuestionar muchos supuestos largamente mantenidos sobre el panorama económico e inversor mundial. Lo ocurrido las últimas semanas demuestran cómo tras décadas de globalización, multilateralismo y relativa estabilidad geopolítica, las perspectivas han cambiado. En opinión de Ronald Temple, estratega jefe de mercados de Lazard, este entorno de cambios ya se notó en las elecciones de 2024. «En cada país, las circunstancias más allá de la inflación difieren y las consecuencias políticas serán distintas. Pero el cambio está en el aire, con implicaciones económicas y de mercado significativas en cada una de las principales economías”, afirma.
En este sentido, el cambio con más impacto ha sido la elección de Donald Trump como presidente de EE.UU., por ello considera que este año el debate macroeconómico se desplace sustancialmente hacia los efectos de las políticas de Donald Trump. “La hipótesis de base es que la inflación aumentará moderadamente en 2025 debido a los aranceles y a los modestos incrementos del consumo impulsados por los efectos de la riqueza y el optimismo en torno a la percepción de una agenda económica más orientada al crecimiento. Se prevén nuevos aumentos de la presión inflacionista en 2026 a medida que se acumulen las políticas de inmigración y los aranceles”, afirma.
Además, el estratega de la gestora advierte de que estamos en un entorno donde las perspectivas geopolíticas son mucho menos predecibles y, por lo tanto, introducen un riesgo significativo para los inversores y los ejecutivos de las empresas que toman decisiones de compromiso de capital. Para Lazard, hay cuatro temas prioritarios: Ucrania, la OTAN, Oriente Medio y la relación China-Taiwán.
Perspectivas geopolítica
Sobre la primera de ellas, ve probable que la ayuda estadounidense a Ucrania llegue a su fin, lo que significaría alguna combinación de aumento de la financiación europea a Ucrania y/o que el presidente Volodymyr Zelensky se viera obligado a negociar un cese de las hostilidades con Rusia desde una posición aún más debilitada. Además, cualquier disminución del compromiso de Estados Unidos con la OTAN podría tener consecuencias significativas para la estabilidad en Europa.
En el otro gran frente, Oriente Medio, “la imposición y aplicación de sanciones estadounidenses más duras contra Irán y un enfoque más permisivo con la acción militar israelí contra Irán podrían aumentar el riesgo de que el conflicto regional se expanda hasta interrumpir el flujo de productos energéticos que salen del Golfo Pérsico”, destaca Temple.
Por último, el experto pone el foco en Asia: “Es probable que la política estadounidense hacia China sea menos predecible en el futuro, en parte debido a las opiniones divergentes dentro de la nueva administración. Hay coincidencias entre los principales actores en lo que respecta a la política comercial con China, pero las opiniones sobre Taiwán difieren. Estas dudas en el lado estadounidense del Pacífico podrían incentivar a China a ir más allá en términos de ejercer presión sobre Taiwán para ver hasta dónde puede llegar sin una respuesta estadounidense.
Implicaciones para la inversión
Frente a este contexto, Temple estima que el rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años volverá a acercarse al 5% y el tipo de los fondos federales se mantendrá en el 4% o por encima, según los datos que maneja la entidad. “Aunque podría resultar tentador para los inversores ampliar la duración de sus carteras si el rendimiento del Tesoro a 10 años vuelve a alcanzar el 5%, advertiría contra cualquier reasignación excesiva. El cambiante contexto político podría conducir a un aumento sostenido de los costes de financiación del gobierno de EE.UU. En la medida en que también se cuestione la independencia de la Fed en un contexto de inflación y déficit elevados, los tipos podrían subir bruscamente”, explica.
En este sentido, Temple ve preferible seguir estando más expuesto a los prestatarios de duración intermedia y de mayor calidad en lugar de buscar rendimiento en áreas más arriesgadas, como el mercado de alto rendimiento o los préstamos apalancados, dado el riesgo exagerado de una desaceleración inesperada.
En el caso de la renta variable, su principal perspectiva es que haya más dispersión dentro del mercado de renta variable estadounidense cuando se asiente la realidad de un entorno comercial mucho menos favorable. “Algunas empresas, como las de los sectores de servicios financieros y energía, serán menos vulnerables a los aranceles, mientras que otras, como las de consumo discrecional, serán mucho más susceptibles”, destaca..
En su opinión, los inversores podrían examinar las oportunidades que ofrecen los valores de pequeña capitalización. Según argumenta, tras años de rendimiento inferior, el sector se ha revitalizado después de las elecciones del pasado 6 de noviembre gracias al optimismo de que las empresas más pequeñas podrían beneficiarse de la desregulación y de unos tipos impositivos más bajos, al tiempo que son menos vulnerables a las consecuencias negativas de una guerra comercial mundial. “Abogaría por una estrategia que tenga en cuenta la calidad”, matiza Temple.
Oportunidades de inversión
Una de las observaciones que lanzan desde la gestora es que 2025 podría presentar una excelente oportunidad para añadir capital en los mercados no estadounidenses a medida que los inversores recalibren sus hipótesis sobre los ganadores y perdedores relativos de la remodelación de las cadenas de suministro mundiales en un contexto geopolítico en evolución.
“En tres de los últimos cinco trimestres, la inversión extranjera directa en China ha sido negativa, y en los próximos años se podría reorientar más el capital fuera del país. Es probable que los principales beneficiarios sean otras economías emergentes para los bienes de uso cotidiano, mientras que la producción de bienes estratégicos y relacionados con la seguridad nacional se trasladará cada vez más a las economías desarrolladas”, añade Temple.
En este sentido destaca que con unos descuentos de valoración sin precedentes para la renta variable no estadounidense frente a la estadounidense, a los inversores les convendría analizar de nuevo qué empresas están mejor posicionadas para beneficiarse de este panorama cambiante.
Por último, el estratega de Lazard tiene claro como oportunidad de inversión la inteligencia artificial (IA) y la transición energética transformarán nuestras vidas. “Los inversores están metidos de lleno en el negocio de la IA, pero descartan cada vez más las acciones relacionadas con las energías limpias. Se podría estar gestando una gran oportunidad de inversión, ya que el cambio climático no cesa y crece la oportunidad de beneficio de invertir tanto en mitigación como en adaptación. En el caso de la IA, la oportunidad más atractiva a corto plazo podría seguir estando en los líderes del mercado, pero posiblemente se desplazará cada vez más hacia las empresas que desplieguen de forma eficaz la IA en sus operaciones de manera que genere rendimientos significativos de la inversión”, concluye.