El 47º presidente de Estados Unidos toma hoy posesión de su cargo. Donald Trump afronta su segundo mandato con una agenda económica que incluye como medida estrella la aplicación de fuertes aranceles comerciales: universales a la importación del 10% al 20% y a China con un 60%. Y el grado con el que aplique estas medidas influirá en el resto del mundo, incluido el continente europeo.
Raphael Olszyna-Marzys, economista internacional en J. Safra Sarasin Sustainable AM, recuerda que la nueva administración no puede dirigirse a los países de la Unión Europea individualmente, ya que la política comercial se establece a nivel general dado que el bloque es también una unión aduanera. “Así pues, si se imponen aranceles, se impondrán a todas las mercancías procedentes de la UE”, asegura. Por lo tanto, unos aranceles más selectivos y un enfoque más gradual en la imposición de aranceles adicionales, tiene más sentido si uno de los objetivos es extraer concesiones de los socios comerciales.
El experto señala como principales objetivos de la política arancelaria estadounidense a los sectores automovilístico -“en parte porque la UE impone actualmente más tasas a las importaciones de coches estadounidenses que viceversa”-, junto con los sectores químico y de maquinaria. Estos tres amplios sectores representan en conjunto casi el 70% del comercio transatlántico, según el experto.
Por países, Alemania, en particular, “se verá muy afectada”: el déficit comercial bilateral de Estados Unidos con Alemania es uno de los mayores después de China, México y Vietnam. “En realidad, España importa un poco más de Estados Unidos de lo que exporta, pero dada la importancia del sector del automóvil para su economía y su integración con la cadena de suministro automovilística alemana, también se verá perjudicada por el aumento de los aranceles estadounidenses”, asegura.
Asimismo, en términos más generales, las economías pequeñas con una elevada proporción de comercio en el PIB, como Suiza, Suecia y Noruega, se verán más afectadas por el aumento de las tensiones comerciales mundiales y una posible guerra comercial, a juicio de Olszyna-Marzys.
Mientras, Daniel Karnaus, gestor de carteras de Vontobel, opina que el impacto del aumento de los aranceles “podría pasar de negativo a positivo, dependiendo de su alcance, de la secuencia de su aplicación y de si surge o incluso se intensifica una disputa «ojo por ojo» entre Estados Unidos y sus socios comerciales”. En este punto, Karnaus explica que la hipótesis generalizada de que el aumento de los aranceles genera más ingresos públicos, lo que se traduce en una reducción de la deuda, no está respaldada por pruebas históricas. En definitiva, considera que la política comercial de Trump afectaría negativamente a la confianza en el sector manufacturero, “especialmente en Alemania e Italia, que son más vulnerables a un shock de demanda derivado de los aranceles estadounidenses”.
Nabil Milali, gestor de multiactivos y Overlay en Edmond de Rothschild AM, es consciente de que todas las empresas europeas que generen una gran parte de sus ventas en Estados Unidos están expuestas al riesgo de aranceles, “en particular en los sectores del automóvil, los bienes de lujo y la alimentación y las bebidas”. No obstante, el experto matiza que muchas empresas han establecido centros de producción en Estados Unidos en los últimos años, tanto durante el primer mandato de Trump como desde que la administración Biden introdujo subvenciones muy atractivas, “lo que debería limitar el impacto de los aranceles sobre ellas”.
Represalias en la UE
Pero Milali también observa que, aunque Europa dice que está mejor preparada esta vez para negociar con Trump, “ya ha preparado una lista de productos estadounidenses que podrían gravarse en represalia si Trump cumple sus amenazas”, si bien puntualiza que “la balanza de poder parece desequilibrada, y las tensiones comerciales con Estados Unidos pesarán sobre la confianza y el crecimiento europeos”.
La posibilidad de que la UE tome represalias es clara. Este es el supuesto que baraja Martin Wolburg, economista senior en Generali AM, parte de Generali Investments, que en su escenario base -que contempla una aplicación moderada y gradual de aranceles-, prevé que “la UE tome represalias de forma comedida”. La razón es que los aranceles sobre el petróleo, principal producto de importación de la UE procedente de Estados Unidos, “acabarían perjudicando a la economía nacional, ya que el margen de sustitución es limitado”.
También le parece más probable que responda de forma comedida “apuntando a productos específicos que no son clave para la UE, en los que podrían intervenir proveedores alternativos y en los que Estados Unidos tiene un superávit comercial”.
Eso sí, tiene claro que si la Administración Trump cumple plenamente sus promesas, “la UE no tendrá más remedio que reaccionar con contundencia”, de tal manera, que “podría aumentar sus aranceles sobre todas las exportaciones de Estados Unidos al mismo nivel que los aranceles estadounidenses, excepto para los productos identificados como cruciales.
Más concretamente, Olszyna-Marzys cree que Europa podría adoptar varias medidas de represalia, además de subida de aranceles a sectores políticamente sensibles como la agricultura. Así, no descarta que la UE desafíe a Estados Unidos en la Organización Mundial de Comercio (OMC) o que se proteja contra el comercio desviado de otros países como China y colaborar con aliados como Japón, Corea del Sur y Canadá “para tener una mano negociadora más fuerte con Trump”.