Con el inicio del nuevo año, es oportuno evaluar el estado actual de los mercados globales y proyectar las estrategias de inversión para 2025. La interacción de las políticas monetarias, los resultados empresariales y la geopolítica abrirán un abanico de oportunidades para los inversores. A medida que las megatendencias remodelan las economías, el cambio impulsado por la inteligencia artificial y la redefinición de la globalización redefinirán las trayectorias a largo plazo de los mercados. Uno de los principales motores de esta transformación económica es el mercado de capitales, clave para financiar las inversiones necesarias en infraestructura y tecnología.
En cuanto a la fortaleza de los mercados, Estados Unidos sigue destacándose por su sólido crecimiento corporativo. A pesar de que las valoraciones de las acciones estadounidenses pueden parecer altas, este crecimiento está respaldado por un aumento en los beneficios empresariales. La inteligencia artificial se perfila como uno de los principales impulsores de este crecimiento, consolidando la preferencia por las acciones estadounidenses frente a otras regiones. Sin embargo, más allá de las grandes tecnológicas, ciertos sectores podrían beneficiarse de una recuperación cíclica impulsada por las políticas de Trump. Sectores como la industria, la energía y los materiales, que han quedado rezagados debido a la debilidad de la actividad manufacturera, deberían ver un repunte a medida que los tipos de interés bajen, reactivando las inversiones tanto empresariales como en bienes duraderos.
El sector financiero también tiene perspectivas positivas, dado el aumento de los préstamos y seguros, la mejora de la curva de rendimientos, y las oportunidades derivadas de la desregulación, las fusiones y adquisiciones, y las ofertas públicas de venta. El sector de consumo se verá favorecido por el aumento del poder adquisitivo de los hogares, aunque las empresas deberán adaptar sus estrategias a una mayor sensibilidad de los consumidores a los precios. No obstante, los inversores deben estar atentos a los riesgos de sorpresas negativas, especialmente si las expectativas de un aterrizaje económico suave y el crecimiento estimado de beneficios empresariales no se cumplen. La concentración en los índices es una señal de vulnerabilidad.
La creciente incertidumbre política y la fragmentación geopolítica son factores adicionales que deben considerar los inversores. La competencia entre Estados Unidos y China, junto con la tendencia hacia políticas proteccionistas, podría generar una mayor volatilidad en los mercados. Esta fragmentación también afecta la manera en que los países gestionan sus reservas, con un creciente interés por activos como el oro y el bitcoin, que sirven como diversificadores ante las tensiones globales. Los inversores deben adaptarse a un entorno en constante cambio, diversificando más allá de las grandes tecnológicas estadounidenses. Recomendaríamos una exposición a un índice americano equiponderado, así como a empresas infravaloradas en Europa y a pequeñas y medianas compañías, que pueden beneficiarse de una recuperación de beneficios y cotizan a niveles muy atractivos. Vemos una oportunidad en China que se encuentra en un nivel de valoración excepcionalmente atractivo.
En resumen, el futuro económico de 2025 se caracteriza por una transformación profunda, impulsada por la innovación y la adaptabilidad. Los inversores deberán estar preparados para navegar en un entorno financiero más complejo, priorizando la diversificación y buscando oportunidades en sectores y geografías más allá de la tecnología y Estados Unidos, para lograr una rentabilidad sostenible en un mercado global en constante evolución.
Tribuna de Pedro Lacambra Prieto, gestor de fondos de Ibercaja Gestión.