«Rayos de luz en medio de anomalías», con esta frase, Amundi resume su visión para el próximo 2025. Según la gestora, las evoluciones políticas y geopolíticas están creando un mundo cada vez más fragmentado, pero en el reordenamiento global surgen nuevas oportunidades de inversión. La gestora prevé un crecimiento global más modesto, en el 3,0% en 2025 y 2026, y considera que el diferencial de crecimiento entre los mercados emergentes y los desarrollados también debería estabilizarse, con un crecimiento del 3,9% para los mercados emergentes y del 1,6% para los desarrollados en los próximos dos años.
En su escenario base está una economía estadounidense que se desacelere ligeramente hacia un aterrizaje suave; que la recuperación de Europa hacia el crecimiento potencial sea modesta y progresiva, y que Asia siga siendo un importante motor del crecimiento, a pesar de la ralentización de China. Según explican, la confirmación del proceso de desinflación debería respaldar unas políticas monetarias más acomodaticias, por lo que espera que los bancos centrales de EE.UU. y Europa deberían seguir bajando los tipos. Para finales de 2025, prevé que los tipos de interés terminales alcancen el 3,5% en EE.UU., el 2,25% en la Eurozona y el 3,5% en el Reino Unido. En cambio, espera que el Banco de Japón aplique dos subidas más y que los bancos centrales de los mercados emergentes se proponen aplicar políticas más independientes, relajando gradualmente la política monetaria
“Aprovechar las oportunidades en activos de riesgo, equilibrando al mismo tiempo los riesgos de inflación, será clave en 2025. Los inversores deberían ampliar su exposición a la renta variable más allá de los valores estadounidenses de gran capitalización, buscar rentas en activos líquidos e ilíquidos y aplicar coberturas en un mundo más fragmentado”, señala Vincent Mortier, Director de Inversiones del Grupo Amundi. En opinión de Monica Defend, directora del Amundi Investment Institute, en un mundo de anomalías, existen rayos de luz. «Identificar las oportunidades creadas por las decisiones políticas y los cambios geopolíticos será tan importante como protegerse de los riesgos que conllevan”, afirma.
Según reconoce de la Morena, “en un entorno caracterizado por anomalías económicas y financieras, la diversificación estratégica y la gestión dinámica de las carteras son más cruciales que nunca. Las oportunidades de inversión surgen tanto en sectores resilientes, como en aquellos que lideran la transformación estructural global, como pueden ser la tecnología (y la inteligencia artificial en concreto), la transición energética y las tendencias demográficas”.
Un fin de ciclo no convencional
Según el outlook de la gestora, Estados Unidos se encamina hacia un escenario de aterrizaje suave. Se espera una ligera desaceleración hacia un crecimiento más lento (+1,9% y + 2,0% en 2025 y 2026) a medida que el mercado laboral se enfríe y el consumo se ralentice. La magnitud y secuencia de la aplicación de las políticas afectarán a las perspectivas de crecimiento e inflación y, potencialmente, a la reacción de la Fed y a las condiciones de financiación. En Amundi creen que el nuevo presidente puede dar prioridad a las políticas arancelarias y de inmigración, seguidas de recortes de impuestos y otras medidas presupuestarias.
Por otra parte, Europa se prepara para una modesta recuperación hacia el crecimiento potencial, que se basa en una menor inflación y en la relajación monetaria para apoyar las inversiones y canalizar el ahorro hacia la demanda. Las mayores economías de la Eurozona mostrarán resultados heterogéneos, y las políticas presupuestarias deberían ser un factor distintivo significativo. A más largo plazo, Europa debe abordar el restablecimiento de la productividad. La Administración Trump podría presionar a Europa en este sentido, así como para que refuerce la cooperación en materia de defensa.
Entre los mercados emergentes, Asia seguirá siendo uno de los principales motores del crecimiento mundial en 2025. Las perspectivas inflacionistas relativamente benignas impulsan unas políticas más favorables en la región. Asia emergente ya se está orientado hacia objetivos más estratégicos, registra un crecimiento robusto y ha reforzado los lazos y la resistencia regionales. La India será un motor clave del crecimiento y China probablemente fomente la estabilización económica y la transformación estructural.
Los principales riesgos a la baja para el escenario central de la entidad se derivarían de una eventual reaceleración de la inflación debido a la escalada de las tensiones comerciales. Los riesgos al alza están relacionados con un menor riesgo geopolítico a medida que se alivien los principales conflictos y una aceleración de las reformas estructurales se traduzca en un mayor potencial de crecimiento. Según su visión, este fin de ciclo no convencional presenta una mezcla de anomalías económicas y financieras. Por un lado, se observan economías resilientes, amplia liquidez macroeconómica, relajación de las condiciones financieras y desinflación, junto con una elevada incertidumbre política. Por otro lado, tenemos una alta concentración, valoraciones caras y baja volatilidad en el mercado de renta variable en contraste con una alta volatilidad en la renta fija.
Ideas de inversión
En este entorno, la postura de Amundi para 2025 es ligeramente favorable al riesgo, equilibrada con activos resilientes a la inflación. La diversificación en múltiples frentes es esencial, ya que los posibles cambios de política pueden transformar fácilmente el marco de referencia. Las anomalías actuales exigen una reevaluación frecuente y ajustes dinámicos, con especial atención a los activos de riesgo en el primer semestre. Para identificar las mejores oportunidades habrá que explorar los sectores que se benefician de temas transformadores a largo plazo. Entre ellos figuran las tendencias demográficas, los cambios geopolíticos e industriales, así como los efectos del cambio climático, la innovación tecnológica y el coste de la transición energética.
A pesar de la volatilidad esperada, la baja probabilidad de recesión, combinada con la mayor moderación de los bancos centrales, favorece a los mercados de crédito en general, dados los rendimientos más elevados que en el pasado y los sólidos fundamentales crediticios. Si esto es así, la renta fija ganará tracción. Los bonos del Estado, el crédito Investiment Grade y el High Yield a corto plazo, los préstamos apalancados, los bonos de mercados emergentes y la deuda privada presentan atractivas oportunidades de ingresos. Los gobiernos europeos también son fuentes de diversificación a medida que se ralentiza la inflación.
En cuanto a la renta variable existe la posibilidad de que el rally se amplíe más allá de las megacaps estadounidenses y de valoraciones ya ajustadas, dadas las perspectivas de beneficios y liquidez. En Amundi son partidarios de un enfoque global diversificado y buscamos bolsas de valor en los índices estadounidenses equiponderados, en Japón y en Europa. En cuanto a los sectores, prefieren el financiero, utilities, servicios de comunicación y consumo discrecional. La inversión value y las compañías de mediana capitalización son buenas coberturas frente a posibles caídas de los valores growth y de gran capitalización.
Por otra parte, a pesar del posible nuevo rumbo de EE.UU., los bonos de los mercados emergentes deberían beneficiarse de un contexto macroeconómico favorable y de la tendencia a la baja de los tipos de interés. En divisas fuertes (HC), aseguran que prefieren el high yield al investment grade. En divisas locales se centran en aquella que ofrezca rendimientos reales atractivos. En Asia emergente, India e Indonesia ofrecen las mejores opciones a largo plazo y están más aisladas de potenciales subidas arancelarias.
Por último, los retos justifican una diversificación más matizada en múltiples frentes, buscando la diversificación en términos de volatilidad (hedge funds y estrategias de retorno absoluto), liquidez (mercados privados) y macro/geopolítica (oro, bonos ligados a la inflación). Las infraestructuras y la deuda privada combinan una sólida perspectiva de crecimiento, protección frente a la inflación y ventajas desde el punto de vista de la diversificación. En renta variable, los títulos que reparten dividendos tienden a ser más resistentes a la inflación.