El escenario para los mercados en 2025 es positivo, pero no exento de incertidumbre. Según las previsiones de BBVA Asset Management & Global Wealth (BBVA AM&GW), las principales economías arrojarán otro ejercicio de crecimiento, si bien estarán condicionadas por las políticas que adopte la administración Trump. “Tenemos por delante un 2025 que ahora mismo presenta bastante incertidumbre, pero cuyo resultado final no tiene por qué ser malo en términos de inversiones”, ha explicado Joaquín García Huerga, director de Estrategia Global de BBVA AM & GW, en la presentación de la visión de mercados para 2025.
“Las bolsas siguen teniendo potencial de revalorización y la renta fija tiene rentabilidad esperada positiva, por lo que las carteras mixtas, incluidas las conservadoras, podrían obtener de nuevo rentabilidades positivas en 2025, tanto en términos nominales como reales”.
“La palabra incertidumbre caracteriza, por el momento, la previsión económica y de mercados para 2025. Y opera en dos direcciones, lo que dificulta adoptar una apuesta decidida por un entorno más optimista o pesimista”, apunta Joaquín García Huerga. “Esto implica que el resultado final no tiene que ser necesariamente malo, entre otras cosas porque Estados Unidos está en situación de volver a sorprender al alza con su crecimiento económico”.
Crecimiento económico global
Según BBVA AM&GW, son varios los frentes sometidos a fuerzas contrapuestas, siendo el más relevante el del propio crecimiento económico global. Su mayor condicionante, aparte del riesgo geopolítico, serán las políticas que adopte la nueva administración Trump. En Estados Unidos, las esperadas rebajas de impuestos y la desregulación pueden incrementar el crecimiento económico, mientras que las alzas arancelarias y las restricciones a la inmigración pueden, por contra, conllevar más inflación y menos crecimiento. La resultante puede ser favorable al crecimiento y las empresas, pero por el momento BBVA AM&GW prefiere ser prudente y situar la previsión del PIB 2025 para las principales economías en su crecimiento potencial de largo plazo o en una cifra cercana al mismo.
Estados Unidos puede crecer en 2025 el 2%, algo menos que el previsible 2,7% con que cerraría este año, según las proyecciones de la firma. Pero si las medidas adoptadas por la nueva administración no trastocan la confianza ni cercenan el comercio internacional, esta previsión de crecimiento se puede quedar corta. El consumo privado puede experimentar una ligera desaceleración por el menor flujo migratorio, creciendo el 2,3%, y la inversión mantenerse en una cifra destacada del 3,7% por infraestructuras y energía.
Por su parte, la eurozona puede experimentar una ligera mejora de PIB hasta el 1%, desde el 0,8% en que cerraría 2024. “Prevemos una ligera mejora del consumo privado hasta el 1,2%, gracias al aumento de los salarios reales, una disminución de la tasa de ahorro y un mercado laboral resistente”, apunta García Huerga. La mejora de la inversión se espera para la segunda parte del año. Pero a diferencia de Estados Unidos, el riesgo en la eurozona en la estimación de crecimiento es ligeramente a la baja.
“China seguirá experimentando una progresiva reducción en su crecimiento, lastrada además por el sector inmobiliario, por lo que BBVA AM&GW cifra en el 4,5% el incremento del PIB en 2025 para el país. Por su parte, son varios los países en Latinoamérica apoyados en políticas fiscales demasiado laxas, por lo que en 2025 el impulso fiscal puede ser negativo en la región y el crecimiento situarse en un modesto 2%”, explicó el experto.
En lo tocante a la inflación, que ha sido el principal condicionante para la economía y los mercados en los últimos tres años, las previsiones señalan bajadas adicionales de la general y la subyacente en 2025 en casi todos los países, pero con matices. “Y es que llevamos tiempo hablando del riesgo de cierta inflación estructural, que podría dificultar una cómoda convergencia a los objetivos de los bancos centrales, y además la nueva política arancelaria de EE.UU. puede introducir dificultades adicionales”, afirma García Huerga.
De hecho, las previsiones de BBVA AM&GW para la inflación general en EE. UU. no son tan benignas como pudiera pensarse, con una previsión para la media del año y a diciembre del 2,4%. “Mientras que la subyacente, y esto es de verdad lo más incómodo, estaría en cifras ligeramente superiores. Si bien nuestras previsiones para la eurozona también sitúan la inflación general media y la de diciembre en el 2,4%, aquí sí estimamos que la subyacente convergería al 2% en la segunda parte del año”, señala el estratega.
“Por tanto, esta evolución de la inflación permitiría más bajadas de los tipos de interés en Estados Unidos y en la eurozona, pero también con matices. La Fed debería ser algo cauta en el proceso, porque la inflación estadounidense se puede quedar por encima del 2% todo 2025. Por tanto, podrá bajar los tipos unos 100 puntos básicos desde el 4,75% actual, pero manteniendo una política monetaria todavía exigente con un tipo oficial real igual o superior al 1,5%. El BCE tiene a priori una senda más clara, con un crecimiento bajo y la inflación más controlada, por lo que su tipo de depósito puede llegar al 2% desde el 3,25% actual”, han subrayado desde BBVA AM.
Contexto idóneo para la renta fija
Con la inflación controlada y la expectativa de nuevas bajadas de los tipos de interés oficiales, el contexto es, a priori, idóneo para la renta fija. “Y pensamos que en 2025 los inversores se podrán beneficiar de nuevo de una rentabilidad positiva en forma de intereses y de su bajo riesgo o volatilidad, sobre todo comparada con otros activos”, explica García Huerga.
Quizás el riesgo para la renta fija, y posiblemente para los activos de riesgo, radique en la deriva fiscal de algunos países desarrollados, entre ellos Estados Unidos, que mantienen déficits fiscales elevados con volúmenes de deuda pública altos. El mercado puede acabar exigiendo una prima de riesgo o de plazo adicional por este motivo, y los tramos largos de las curvas de tipos, como los bonos a 10 años, podrían experimentar episodios de volatilidad.
“A pesar de esta circunstancia, esperamos que continúe el atractivo de la renta fija de países desarrollados y también de emergentes”, añade. Estos últimos ofrecen una alta rentabilidad y la mayoría de los bancos centrales emergentes seguirán bajando los tipos de interés. Además, la renta fija de gobiernos, en los niveles actuales, tiene en principio la cualidad de actuar como cobertura de los activos de riesgo en caídas de los mercados, en mayor medida si el detonante fuera el crecimiento económico, y no así si el motivo fueran medidas fiscales que implicaran déficits fiscales todavía mayores.
“El crédito sigue siendo atractivo, y en términos de rentabilidad/riesgo nos sigue gustando más el de alta calidad o investment grade que el high yield”, afirma García Huerga. “Pero el atractivo del activo radica sobre todo en la rentabilidad absoluta que se puede capturar, porque por valoración (spread de crédito) está caro si lo comparamos con su historia”, resalta.
En cuanto a las bolsas, 2025 puede ser otro buen año, a poco que se cumplan las estimaciones de crecimiento de beneficios que maneja la gestora. Para la bolsa estadounidense espera un crecimiento de beneficios del 9%, siendo capaz de mantener la valoración actual, que es exigente pero sostenible en un entorno de crecimiento económico y menores tipos de interés. La bolsa europea puede ver cómo sus beneficios suben un 5% en 2025, y podrá contar con el argumento de una valoración atractiva en la medida en que haya más visibilidad económica, geopolítica y arancelaria.
“Y otra vez destaca la bolsa española en nuestras previsiones, porque además de su valoración atractiva (PER 25 estimado de BBVA AM&GW de 10,5 veces), puede contar con un crecimiento de beneficios del 8%, superior al previsto por el mercado”, explica.
En todo caso, las incertidumbres geopolíticas y económicas son de suficiente calado como para recomendar flexibilidad y adaptación a un entorno que puede ser muy cambiante, especialmente en el caso de Europa. “Como conclusión, tenemos por delante un 2025 que ahora mismo presenta bastante incertidumbre, pero cuyo resultado final no tiene por qué ser malo en términos de inversiones. Las bolsas siguen teniendo potencial de revalorización y la renta fija tiene rentabilidad esperada positiva, por lo que las carteras mixtas, incluidas las conservadoras, podrían obtener de nuevo rentabilidades positivas en 2025, tanto en términos nominales como reales”, concluye García Huerga.