La próxima legislatura de Donald Trump tendrá repercusiones globales y Asia no será la excepción. Está claro que una victoria de Kamala Harris probablemente habría significado continuidad en las políticas de Joe Biden, sin embargo, el triunfo republicano supondrá cambios importantes en los ámbitos político, económico, financiero y regulatorio. “Se avecinan cambios profundos y rápidos para Asia. En comercio transfronterizo, monedas, apetito por el riesgo y geopolítica, la influencia de la nueva administración en Washington será de gran alcance. En nuestra opinión, los efectos serán desafiantes y probablemente se materialicen más temprano que tarde, posiblemente durante la primera mitad de 2025”, afirma John Woods, CIO Asia de Lombard Odier.
Desde la entidad apuntan que la relación entre EE.UU. y China es fundamental para el compromiso más amplio de América con Asia, con el comercio desempeñando un papel clave y bipartidista. Desde la perspectiva estadounidense, esta relación es ambivalente. Según Woods, por un lado, China es uno de los socios comerciales más importantes de Estados Unidos, y por otro, genera preocupaciones sobre desequilibrios comerciales, manipulación de divisas y distorsión del mercado.
“El objetivo de un renacimiento del sector manufacturero en EE.UU. impulsa las promesas de la administración Trump de recuperar empleos y hacer a ‘América grande otra vez’. Este fue un aspecto clave de su campaña, respaldado por propuestas de aranceles y cuotas. Con posibles tarifas del 60 % sobre bienes chinos y del 10 % sobre el resto de la región, los riesgos son significativos. No obstante, ya hemos visto este escenario antes. En 2018, el presidente Trump apuntó a aproximadamente 360.000 millones de dólares en importaciones chinas para abordar preocupaciones sobre propiedad intelectual y reducir el déficit comercial. Aunque el impacto directo de los aranceles fue limitado, los efectos indirectos redujeron significativamente la confianza e inversión corporativa global”, subraya el experto de Lombard Odier.
Desde una perspectiva regional, los efectos secundarios de la política fiscal y monetaria de EE.UU. bajo la nueva administración podrían ser más extendidos que los aranceles. “Un enfoque en el control fronterizo, recortes de impuestos y tarifas podría aumentar las presiones inflacionarias en la economía estadounidense, llevando a tasas de interés y rendimientos de bonos más altos», añade Woods. De hecho, tras la elección, Lombard Odier aumentó su pronóstico para la tasa terminal de la Fed al 4%. Según el experto, a medida que las tasas más altas de EE.UU. se trasladen a Asia, las economías locales –ya afectadas por una menor exportación– enfrentarán un panorama de crecimiento más débil.
Además, considera que el dólar desempeñará un papel crucial en esta transmisión. «Un dólar fuerte encarece las importaciones denominadas en esta moneda, elevando la inflación y tensando a los consumidores y empresas en países dependientes de importaciones. Las naciones con una deuda significativa en dólares enfrentarán mayores costos de reembolso, afectando los presupuestos nacionales y las inversiones en crecimiento”, afirma Woods.
En este contexto macroeconómico desafiante, desde Lombard Odier creen que la pregunta sobre la oportunidad de mercado cambiará de «comprar Asia» a «¿por qué Asia?». Considera que si bien puede haber oportunidades atractivas en acciones asiáticas, los mercados estadounidenses continúan atrayendo flujos de inversión, reflejando una economía dinámica y robustos resultados corporativos, incluidas las grandes empresas tecnológicas.
“Nuestra reciente decisión de aumentar la exposición de cartera a acciones de EE.UU. refleja este excepcionalismo económico estadounidense, que anticipamos persistirá a medida que los efectos macroeconómicos de las políticas de Trump se hagan sentir. Notamos que las perspectivas consensuadas sobre el crecimiento de ganancias en EE.UU. están a la par con las de los mercados de acciones asiáticas. Los inversionistas enfrentan una elección entre riesgo y oportunidad en Asia versus EE.UU., y, históricamente, han favorecido lo último. Aunque el dólar fuerte probablemente impulse las ganancias de las empresas asiáticas sensibles a la demanda de EE.UU., también podría aumentar la carga de servicio de la deuda para emisores cuasi soberanos y bancos cruciales para la región”, explica Woods.
En este sentido, el experto matiza que las empresas con deuda en dólares probablemente enfrenten costos de reembolso más altos, lo que tensionará sus actividades de financiamiento e inversión. En su opinión, en el primer mandato de Trump, los diferenciales de crédito denominados en dólares se ampliaron constantemente a medida que imponía aranceles, aunque se mantuvieron estables inmediatamente después de su elección en 2016.
“Creemos que las economías asiáticas mantendrán un crecimiento razonable en 2025, ya que el impacto económico de los aranceles es relativamente moderado en comparación con episodios recientes de estrés, como la crisis bancaria o la pandemia global. El giro de China hacia estímulos ofrece esperanzas de que el país pueda resistir el impacto de nuevos aranceles estadounidenses, lo que podría anclar el desempeño del mercado financiero de la región. Sin embargo, es difícil imaginar una creciente demanda global por activos de riesgo asiáticos antes de que el enfoque probablemente transaccional del presidente electo hacia los aranceles genere desarrollos más alentadores que sus promesas de campaña”, afirma Woods.
Por último, señala que el impacto más profundo de la administración Trump en Asia podría ser su efecto desglobalizador en las relaciones internacionales. Según su reflexión, EE.UU. se ha centrado cada vez más en intereses domésticos y esta tendencia probablemente continuará, pudiendo dejar espacio para que una China más asertiva llene el vacío.
“El deseo mutuo de EE.UU. y China de desvincularse de su relación económica ha evolucionado de una disputa comercial a un cambio más permanente. Asia orbita en gran medida alrededor de la economía de China y la influencia política de EE.UU., creando tensiones que históricamente se han manejado con pragmatismo y flexibilidad. Sin embargo, este equilibrio se está desgastando. A medida que cambian las dinámicas geoeconómicas de Asia, las estrategias de inversión locales deben adaptarse a las crecientes tensiones y puntos de conflicto. La incertidumbre económica derivada de posibles fallas en acuerdos comerciales y sanciones agrava la situación”, argumenta Woods.
Entre las últimas conclusiones que lanza el experto de Lombard Odier, si bien muchas naciones asiáticas han mantenido una postura no alineada entre EE.UU. y China, el atractivo económico de China, especialmente a través de desarrollos de infraestructura multirregionales como la iniciativa ‘Belt and Road’, hace que la neutralidad sea cada vez más desafiante. «Esto podría conducir a una realineación de posiciones, resultando en nuevas esferas de influencia», concluye John Woods.