A medida que el panorama empieza a aclararse, la victoriosa tercera carrera de Donald Trump hacia la presidencia sigue siendo tan rotunda como parecía en un principio, pero igualmente incierta respecto a si cumplirá con las promesas lanzadas durante la campaña electoral. La composición de su administración, de la cual se van conociendo algunos nombres, para dar pistas sobre qué ocurrirá a partir del 20 de enero de 2025.
En opinión de DWS, el hecho de que ganara los siete estados supuestamente indecisos y fuera declarado presidente electo tan rápidamente proporciona a Trump un mandato fuerte, pero gobernar aún podría resultar complicado. “Con una lista de nombramientos ya desvelada, su equipo parece ciertamente mejor preparado que en 2016. No todos ellos se llevarán a cabo necesariamente, pero el nombramiento de Susie Wiles como jefa de gabinete de la Casa Blanca promete estabilidad. Sin embargo, observando de cerca muchos de los cargos nombrados o rumoreados hasta ahora, es difícil discernir la orientación ideológica de la nueva Administración, más allá de la lealtad al presidente electo”, apunta la gestora en su último informe.
En este sentido, señala, por ejemplo, el futuro secretario de Estado, Marco Rubio, y el asesor de seguridad nacional, Michael Waltz, se han caracterizado por su política exterior intervencionista. “El regreso de Robert Lighthizer como representante comercial de Estados Unidos indica que los aranceles seguirán siendo una prioridad clave como moneda de cambio, pero ¿significa también la plena adopción de políticas estatistas e industriales conocidas desde hace tiempo en países como Francia? La elección por parte de Trump de Elon Musk y Vivek Ramaswamy para liderar los esfuerzos de eficiencia del gobierno sugiere que habrá muchas voces de tendencia libertaria en materia económica en la próxima Administración”, comentan desde DWS.
En opinión de Anton Brender, economista jefe de Candriam, estas primeras nominaciones son más relevantes para el inversor y las perspectivas de 2025 de lo que a simple vista parece. Según explica, tras las elecciones, estamos en un contexto de menor incertridumbre, «porque ya conocemos quién ha ganado», pero de mayor imprevisibilidad, ya que no sabemos qué políticas de las presentadas durante campaña se harán realidad. «Lo importante de las propuestas de Trump -fiscales, de inmigración y arancelarias- no es en qué consisten, sino timing y la magnitud de ellas. En este sentido, la única pista que podemos tener es el perfil de los primeros nombramientos que estamos conociendo», apunta Brender.
De los nombres a los bancos centrales
Dejando a un lado estos nombres mediáticos, el informe de la gestora matiza que, aunque muchos legisladores republicanos de las últimas incorporaciones son personalmente leales a Trump, hay muchas diferencias políticas de fondo.” Es probable que esto permita a los demócratas, así como a un puñado de republicanos moderados, ejercer cierta influencia incluso sobre las principales prioridades presidenciales. No poder presentarse a un tercer mandato suele significar que los presidentes de segundo mandato ven evaporarse su autoridad”, argumenta.
Por ahora, de lo único que están seguras las firmas internacionales de inversión es que hay mucha incertidumbre sobre las políticas futuras, especialmente en áreas en las que el propio Trump ha adoptado diversas posturas políticas a lo largo de los años. “Hay que tener en cuenta que una de las principales prioridades va a ser prorrogar las disposiciones clave de la Ley de recortes fiscales y empleo, aprobada durante el primer mandato de Trump, más allá de su fecha de expiración en diciembre de 2025. Pero dado que la gente se ha acostumbrado a esos impuestos más bajos, esas prórrogas, quizá acompañadas de pequeños retoques, se limitarían a evitar el lastre fiscal, en lugar de proporcionar nuevos impulsos fiscales”, añaden desde DWS.
En opinión de François Rimeu, estratega senior de Crédit Mutuel Asset Management, en términos más generales, aunque el riesgo inflacionista parece contenido por ahora, los bancos centrales podrían verse en dificultades en los próximos meses, dadas las incertidumbres actuales. “La Fed, en particular, tendrá que cambiar su retórica. En primer lugar, porque la economía estadounidense va bien y su mercado laboral no parece deteriorarse significativamente y, en segundo lugar, en respuesta a un posible aumento de la inflación como consecuencia de las políticas de Trump. El BCE, al que no le gusta desvincular su política monetaria de la de la Fed, podría tener que elegir entre mantener un sesgo restrictivo o aceptar una caída del euro y sus consecuencias”, apunta Rimeu.
En el caso de Europa, según la visión de James Cook, Head of Investment Specialists – Emerging Markets de Federated Hermes Limited, los bancos centrales tendrán menos margen para recortar los tipos en Europa, lo que ayudará a los bancos sensibles a los tipos de Grecia y Polonia. “El impacto más significativo en la CEE es geopolítico, con Trump pronunciándose sobre la búsqueda de una solución a la guerra entre Rusia y Ucrania y su deseo de reducir la financiación de Ucrania”, comenta Cook.
El déjà vu de los años 80
Para Víctor Alvargonzález, director de estrategia de Nextep Financ, la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses abre una nueva etapa bursátil. El experto sostiene que el regreso del republicano al poder podría generar un cambio “significativo”, despertando los ‘animal spirits’, término que utilizaba Keynes para describir la capacidad humana de innovar y crear riqueza.
“Lo que estamos viendo es un regreso al dinamismo, pero también a los excesos que caracterizaron los años 80. La liberación del espíritu empresarial y la apuesta por una economía menos regulada pueden impulsar los mercados en el corto plazo, pero también elevarán la volatilidad y el riesgo de desequilibrios a largo plazo”, explica Alvargonzález.
En su opinión la situación actual de Estados Unidos se pueden encontrar ciertos paralelismos con el entorno sociopolítico que se vivieron en las presidencias de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Según explica, en aquel momento, las políticas orientadas a reducir la intervención estatal y fomentar el individualismo económico desataron un auge bursátil sin precedentes.
“Reagan forzó a las grandes economías como Japón a fabricar sus coches en Estados Unidos, fortaleció la industria nacional y restauró el orgullo geopolítico de EE.UU. Trump parece querer ir en esa misma dirección”, añade Alvargonzález. No obstante, si bien las medidas tomadas por Reagan y Thatcher inicialmente revitalizaron las economías deprimidas de aquellos años, también dejaron tras de sí riesgos significativos: la desigualdad social aumentó y los mercados financieros sufrieron una burbuja que culminó en el crash de 1987. Según Alvargonzález, este tipo de escenarios podría repetirse.
“La historia no se repite, pero rima. Lo que ocurre en el plano sociológico tiende a reflejarse en la economía, y esto puede derivar tanto en periodos de bonanza como en episodios de corrección brusca. Trump traerá oportunidades, pero también volatilidad. Las carteras de inversión deben estar preparadas para navegar en aguas turbulentas”, concluye el director de estrategia de Nextep Financ.
Navegar en aguas turbulentas
Este escenario de cambio político estructural va a requerir, en opinión Adam Farstrup, director de multiactivos para América de Schroders, y George Brown, economista senior de EE.UU. de Schroders, un enfoque mucho más activo de la gestión de riesgos en esa era. “La idea de que podemos simplemente tomar los supuestos del pasado y adaptarlos al futuro ya no es válida. En esta era de disrupción creemos que hay oportunidades y riesgos que los inversores pueden captar siguiendo muy de cerca las políticas reales que emanan de estos gobiernos y sacando provecho de ello”, indican ambos expertos de Schroders.
Para Brett Diment, responsable de deuda mundial de mercados emergentes de abrdn, mientras los inversores lidian con las implicaciones de un segundo mandato de Trump, las perspectivas para los bonos frontera, las divisas locales de los mercados emergentes y la deuda corporativa emergente presentan un panorama desigual. “Creemos que el escenario postelectoral para la deuda emergente presenta un panorama complejo y lleno de matices. Mientras que los bonos frontera han mostrado resistencia, la deuda en divisa local se enfrentan a vientos en contra derivados de la perspectiva de un mayor proteccionismo comercial y un dólar estadounidense más fuerte. La deuda corporativa, por su parte, parece estar capeando el temporal relativamente bien, con unos diferenciales que se mantienen estrechos y unos rendimientos que siguen ofreciendo rentabilidades atractivas. Mientras los inversores navegan por este panorama cambiante, creemos que la atención debe centrarse en una cuidadosa selección de países y en un enfoque diversificado de las inversiones en estos mercados”, afirma Diment
Además, el experto de abrdn considera que el efecto indirecto de las políticas proteccionistas de Trump sea relativamente moderado ya que, en anteriores periodos de debilidad de los mercados emergentes, la deuda corporativa de estos países ha obtenido sistemáticamente mejores resultados. “Seguimos infraponderando Asia, ya que creemos que, junto con México, es probable que sea la más afectada negativamente por el aumento de los aranceles y los mayores costes de financiación”, comenta.
Por último, Michele Morganti, estratega senior en renta variable en Generali AM, parte del ecosistema de Generali Investments, indica que tras las elecciones en EE.UU., siguen aumentando exposición a renta variable, aunque a un nivel de sobreponderación aún moderado. En su opinión, hay tres factores en juego: el ciclo postelectoral suele ser positivo, la relajación de la Reserva Federal también lo es y observamos una rotación continuada desde el sector tecnológico estadounidense hacia sectores y países no tecnológicos.
“Las sorpresas macroeconómicas vuelven a ser positivas y nuestros modelos de gestión del riesgo favorecen a la renta variable frente a la deuda pública. Vemos cerca de un 3%-6% de rentabilidad real para EE.UU. y un 7%-15% para Europa en 12 meses”, concluye.