Si hubiera invertido un dólar en las acciones de las tabacaleras estadounidenses hace 115 años, tendría 6.300 millones de dólares más. Si el mismo dólar lo hubiera invertido en la bolsa de Estados Unidos, en general, tendría que conformarse solo con 38.225 dólares más.
Esta rentabilidad superior al 5% de la industria del tabaco frente al mercado durante un período tan largo es impresionante. Marcos Glazener, gestor de Robeco NV, resume el éxito de este sector en pocas palabras: «Es un buen business case. ¿Cuántos productos suscitan pánico entre sus usuarios al pensar que se les ha acabado? No muchos».
El 20% de la población occidental fuma -una cuota de mercado que se está reduciendo muy lentamente- pero además el desarrollo demográfico de los mercados emergentes proporciona al negocio viento de cola. Aunque el grado de penetración es razonablemente estable, la población continúa creciendo y por lo tanto el número de usuarios sigue aumentando.
Además, la industria cuenta con un poder de fijación de precios que según Glazener es de una magnitud sin precedentes. «Redondeando, el impuesto sobre un paquete de cigarrillos es de cuatro euros, que de vez en cuando el gobierno decide aumentar. Es entonces cuando las tabacaleras tienen la oportunidad de incrementar sus márgenes, porque lo hacen cada vez que las administraciones elevan los impuestos especiales. Los volúmenes de ventas están cayendo ligeramente en todo el mundo, pero este factor está más que compensado por los márgenes. Además, los costes de producción rara vez aumentan y como no se permite a los fabricantes hacer publicidad, ahorran millones cada año. Unilever invierte el 11% de su presupuesto en publicidad».
Exclusión de los portfolios
Otra ventaja es que no hemos asistido a ninguna consolidación relevante en la industria del tabaco. Salvo algunos jugadores estadounidenses específicos, solo existen tres grandes nombres globales: British American Tobacco y Philip Morris y Japan Tobacco. La competencia de los cigarrillos electrónicos no representa tampoco una gran amenaza. «El poder de la nicotina de los cigarrillos electrónicos es mucho menos intenso. No se consigue el mismo nivel de satisfacción con una calada».
Gracias al aumento de los precios que compensan la leve disminución de los volúmenes, Glazener estima que el impulso de la industria del tabaco se puede mantener por lo menos hasta 2020. Pero el precio del tabaco no puede seguir subiendo sin encontrarse con problemas, sobre todo porque la mayoría de los usuarios pertenecen a grupos sociales con bajos ingresos. «Durante la crisis, el volumen de ventas en Italia y España se desplomó porque los fumadores cambiaron a marcas de imitación, compradas a través de canales ilegales».
Las acciones de las tabacaleras son ejemplos de valores relacionados con el pecado, es decir, stocks en sectores y actividades controvertidos, como la industria armamentística y las de las compañías de alcohol y de juegos de azar. Como resultado de esto, cada vez más inversores prefieren evitarlas, sobre todos aquellos que se guían por los principios relativos a la gestión socialmente responsable. Aunque no es el caso de Glazener, que aplica como principio a su fondo que la exclusión de ciertos sectores limita sus posibilidades y oportunidades como fund manager.
Inmune a los vientos en contra
Las acciones excluidas por grupos de inversores tienden a cotizar con un descuento. Debido a la mancha del sector o de la industria, por regla general tienden a tener una valoración más baja que la media del mercado. Aunque ciertamente, aclara Glazener, esto no se aplica a las acciones de las tabacaleras, que no cotizan baratas.
Las ventajas de invertir en tabacaleras pesa más que las desventajas de la industria. “Mientras estas acciones continúan evolucionando por encima de la media, los inversores seguirán comprándolas. Creo que seguirán haciéndolo sorprendentemente bien por ahora, incluso contra la tendencia del mundo moderno. «La industria ha sobrevivido a miles de millones en demandas, a la prohibición de fumar en lugares públicos, a los impactantes mensajes que aparecen en las cajetillas e incluso, en Australia, a la prohibición de poner la marca en el paquete de cigarrillos. Sin embargo, las acciones de estas compañías han demostrado ser excepcionalmente inmunes a todo tipo de viento en contra».
Esa rentabilidad adicional del 5% es, obviamente, demasiado tentadora para resistirse. Incluso el fondo de pensiones de los médicos estadounidenses invertía hasta hace un año en las empresas tabacaleras.
Pero los buenos tiempos podrían acabarse, piensa Glazener. «Si otras restricciones del gobierno hacen que el sector pierda su atractivo, por ejemplo». Hasta entonces, los inversores permanecen atrapados en el dilema del diablo de obtener mayores retornos frente a las consideraciones de apostar por empresas socialmente responsables. En este sentido, Glazener también se considera atrapado y el equipo de gestión de Robeco NV ya estudia si las acciones de las tabacaleras pueden ser reemplazados en el portfolio, preferentemente por una alternativa con el mismo perfil de riesgo-rentabilidad.