Tras la pandemia de COVID-19, el mundo enfrentó un entorno de disrupción en las cadenas de suministro que derivó en niveles de inflación sin precedentes. Ante el acelerado incremento de los precios, los bancos centrales se vieron obligados a aumentar las tasas de interés a niveles históricos para mitigar los efectos inflacionarios.
América Latina no fue la excepción a esta tendencia global. Países como Brasil, Chile, Colombia y México elevaron sus tasas de referencia, en muchos casos, a cifras de dos dígitos. Este ajuste atrajo flujos de inversión hacia los instrumentos de renta fija en mercados emergentes, con América Latina como un destino relevante.
Sin embargo, en un contexto donde la inflación ha comenzado a moderarse a nivel mundial, y ante la expectativa de recortes en las tasas de la Reserva Federal (FED) en el corto plazo, así como la paulatina reducción de las tasas de interés en la región a medida que se normalizan las políticas monetarias, surge una interrogante válida: ¿Sigue siendo atractiva la renta fija en América Latina?
La respuesta, considerando un balance adecuado entre riesgo y rendimiento, es afirmativa. La renta fija latinoamericana mantiene su atractivo, pero es crucial realizar una selección cuidadosa, tanto del país como de los segmentos de la curva que ofrecen mayor valor.
En este sentido, los tramos intermedios de la curva en varios países latinoamericanos continúan ofreciendo tasas de interés atractivas con un considerable potencial de apreciación, destacando particularmente los bonos en Colombia y México. Por otro lado, en un escenario de desaceleración económica con crecimiento más moderado, la renta fija en países como Chile, proporciona una protección adicional a los portafolios de inversión dada su menor volatilidad en comparación con otras naciones de la región.
Además, si se considera que, en teoría, las monedas latinoamericanas tienden a depreciarse debido a la disminución del diferencial de tasas de interés frente a Estados Unidos, los bonos corporativos en dólares de Brasil, Chile, Colombia, México y Perú representan una opción interesante. Estos instrumentos se benefician tanto del efecto del tipo de cambio como de una eventual disminución en las tasas de los bonos del Tesoro estadounidense.
En resumen, la normalización de la política monetaria en la región no elimina el atractivo de la renta fija en América Latina. Por el contrario, invita a migrar posiciones desde los tramos cortos de la curva hacia una estrategia más balanceada y diversificada, aprovechando las diversas oportunidades que ofrecen los activos de renta fija en la región.