Cuando los bancos centrales del mundo empezaron a subir la tasa de interés para combatir la inflación, y anunciaron que iban a recoger dinero de sus políticas expansionistas, creímos que la liquidez iba faltar. Sin embargo, no ha sido así. De hecho, hay más liquidez de la que siempre hubo, y los movimientos de los flujos de inversión a nivel global parecen mostrarlo.
Así, más allá de los datos económicos puntuales que nos tienen atentos mes tras mes a sus anuncios, como el IPC, el desempleo, la tasa de interés, entre otros…, hay varias realidades en el mundo que están determinando el rumbo de los mercados financieros, a saber:
. La alta liquidez que existe en la economía global, provista principalmente por el gobierno estadounidense, mediante su exceso de endeudamiento. Entre 1 de junio de 2023 (momento en que se resolvió el más reciente debate del techo de la deuda) y hoy, el monto total del endeudamiento federal se ha incrementado en 3,56 trillones de dólares (pasando de 31,464 trillones de dólares a 35,126 trillones), es decir, es como si Estados Unidos hubiera metido el total de la economía de Francia en su endeudamiento.
No hizo falta que los bancos centrales mantuvieran una política monetaria excesivamente laxa como lo hicieron entre 2009 y 2021 para proveer liquidez, porque fue el gobierno federal el que “se hizo cargo de la situación”. Este endeudamiento llega a la economía de alguna manera: lo provee el gobierno en forma de subsidios, pago de deuda, etc … este dinero llega a incrementar los niveles de efectivo globales y se quedan dando vueltas por ahí (no “desaparecerán” hasta tanto el Tesoro estadounidense decida recoger deuda, que es muy improbable que suceda, por lo menos en el corto plazo).
En los próximos años el gobierno federal enviará 1,6 trillones de dólares a la economía global en forma de intereses de su deuda, y son recursos que se destinarán “a algo”. Los bonos del Tesoro los tienen inversionistas, sea cual sea su denominación (bancos centrales, institucionales, retail), y una vez les lleguen harán algo con esos recursos, que en la mayoría de los casos, será reinvertirlo.
Lo anterior ha alimentado la liquidez que impulsa los mercados financieros. Esto se muestra en los diferentes flujos de inversión que llegan a los activos financieros: todo sigue recibiendo inversiones. Hemos dicho en ocasiones anteriores que los Money Markets (fondos del mercado monetario) han sido los grandes receptores de inversiones en el último año, esto en otras ocasiones podría haber indicado una disminución de flujos de inversión hacía otros activos, pero esto no ha sido así en esta oportunidad.
Las acciones, por ejemplo, llevan 17 semanas seguidas recibiendo flujos de inversión que han totalizado más de 252 billones de dólares (252.000 millones de dólares), y ni siquiera ante la turbulencia de Japón a inicio de agosto, esos flujos disminuyeron. Incluso, esta semana las acciones recibieron los mayores flujos en tres semanas, siendo sectores que se encontraban rezagados, como Servicios Públicos (Utilities) y Consumo Básico, los que se han visto ampliamente beneficiados.
A los bonos tampoco les ha ido nada mal. De hecho, cuando se mira como porcentaje de sus propios activos, son los bonos gubernamentales globales (aunque aquí principalmente es Estados Unidos el principal receptor) los que más han recibido flujos (15%), mientras que los bonos corporativos grado de inversión, lo han hecho en el 8%. Esto a la vez que, como dijimos, los money markets reciben y reciben dinero aún (las últimas dos semanas monetarias han sido extremadamente positivas para estos instrumentos, con más de 50.000 millones de dólares en la recepción de flujos).
Ahora, algo muy interesante y que explica lo que ha sucedido en los mercados financieros, es que los money markets, como porcentaje del total de fondos mutuos, ha bajado su participación a lo largo del tiempo, pasando de representar el 30% en 2010 a un 18% aproximadamente en la actualidad. En pandemia, subieron levemente a algo más de 22%, sin embargo la tendencia es a la baja.
Y esto es bien diciente: este tipo de vehículos tienen muchos más activos pero su participación porcentual es más baja porque, como no, los demás activos (acciones, principalmente) se han valorizado tanto que representan un mayor porcentaje del total cada vez más. Y bueno, si se cree que el exceso de dólares afecta de alguna manera a las inversiones en Estados Unidos, sucede todo lo contrario: realmente es el ganador de todo esto, y hoy cuando se evalúan los portafolios globales, casi el 70% de los mismos están invertidos en activos estadounidenses.
Llegado a este punto, y viendo los diferentes datos de liquidez, flujos, entre otros, es comprensible que los bancos centrales, especialmente la Fed, se muestre cauta al momento de tomar decisiones sobre la tasa de interés. Si yo fuera un banquero central, también al observar el panorama completo, tendría muchas preguntas sobre los efectos posteriores de cualquier decisión.
Hay exceso de liquidez en el mundo, la misma nunca hizo falta a pesar de que los bancos centrales subieron tasas y de que algunos incluso recogieron algo de los dineros que habían lanzado a la economía. Pero los mercados financieros se siguen alimentando de los recursos que existen, siguen teniendo movimientos positivos porque la liquidez se sigue registrando a manos llenas. De momento, a pensar de los temas económicos (recesión), geopolíticos, etc, hay muchos elementos para pensar que los mercados van a seguir al alza alimentados por esta liquidez creciente (al menos, hasta la próxima discusión del techo de la deuda, a desarrollarse en mayo de 2025, se podría anticipar que vamos a seguir viendo mucha más liquidez en el mundo).
Columna de Manuel Felipe García Ospina, vicepresidente de Negocios Internacionales de Skandia Colombia. Las opiniones expresadas son responsabilidad de su autor y representa su punto de vista personal; y no reflejan necesariamente la posición de Skandia sobre los temas tratados.