Después de un primer semestre en el que bancos centrales y mercados han tomado una dirección diferente a la que anticipaban los inversores a principios de año, ¿qué cabe esperar para el segundo semestre de 2024? Respecto a la política de los bancos centrales, creo que el hecho de que los bancos estén actuando juntos y al unísono, y compartan políticas, da algo de respaldo a los mercados y podría reducir la volatilidad. No obstante, si se empieza a constatar una dispersión en el calendario de los recortes de tipos de interés o hasta dónde llegarán, los tipos de interés podrían cambiar, lo que podría derivar en una volatilidad algo más elevada.
Por lo general, si analizamos los recortes de tipos de interés, vemos que podrían respaldar o ayudar al sector de las compañías más pequeñas. Si nos fijamos en lo que ha impulsado los mercados en los últimos 18 meses más o menos, sin duda varias de esas grandes compañías, las de megacapitalización, han cosechado mejores resultados. Si miramos hacia 2024 y 2025, creo que resulta muy posible, incluso probable, que asistamos a una ampliación del mercado.
De cara al futuro, a medida que bajen los tipos de interés, aunque no tan rápido como algunos podrían haber previsto, observamos también resiliencia en la economía mundial, lo que, a mi parecer, respalda la renta variable. Esto implica que es muy posible que veamos nuevas subidas bursátiles en el resto del año.
Ahora, veamos qué puede suceder con la trayectoria de la inflación. Pienso que ésta se situará en cotas más altas en años venideros respecto de las que vimos en la década de 2010 y de los 2000, cuando se hallaba, por lo general, por debajo del 2%. Ahora bien, ¿consideramos que vamos a volver a los niveles de entre el 5% y el 9%? Por supuesto que no. Pero esa última caída del 3% al 4% en EE. UU. hasta el 2%, creo que va a ser difícil de conseguir.
En el apartado de riesgos, el siguiente de la lista es la geopolítica, que sigue generando inquietud. Hablamos de las guerras en Ucrania y en Oriente Próximo, que pueden ser desestabilizadoras e incrementar la volatilidad. No cabe duda de que esto constituye un riesgo de cara al futuro.
Al igual que analizamos la geopolítica, también pienso que es necesario analizar el estado actual de los déficits fiscales en todo el mundo. En Europa, rondan el 4%, mientras que en Estados Unidos se sitúan en el 5%-6%. Sin embargo, si los tipos de interés son cercanos a cero, el coste del servicio de esta deuda no tiene por qué ser tan elevado. Habida cuenta de unos tipos de interés de alrededor del 5%, el coste de servir la deuda es mucho mayor de lo que sería en otras circunstancias. Lo que se necesita es que estos déficits fiscales empiecen a bajar con el tiempo. Bajo un prisma político, resulta mucho más fácil incrementar el gasto, reducir los impuestos y ver cómo se incrementan estos déficits, antes que revertir la situación. Eso en sí mismo es un riesgo, porque, si nos fijamos en muchos países de Europa, ese déficit total en relación con el PIB ronda el 100% —un poco menos en Alemania—, pero ha superado el 100% en Estados Unidos, por lo que el coste del servicio de esa deuda resulta bastante elevado. Por eso creo que representa un riesgo de cara al futuro.
Me gustaría poner de manifiesto una última cosa. Hemos presenciado un descenso de la inflación desde el 5%-9% hasta el 2%, 3% y 4%. Si viéramos un resurgimiento de la inflación —podría ser por razones geopolíticas o de otro tipo— y surge la amenaza de unos tipos de interés más altos en lugar de más bajos, generaría una sacudida para los mercados que no creo que estos se tomaran bien. Así que, por concluir, los tres riesgos clave serían el geopolítico, los déficits fiscales y un repunte en la inflación, y en esos tres riesgos deberían enfocarse los inversores durante los próximos seis meses.
Tribuna de William Davies, CEO global de Columbia Threadneedle Investments para EMEA.