El precio del oro ha subido más de un 17% desde principios de año, lo que lo convierte en uno de los activos con mejor desempeño este año. Tras oscilar entre 1.800 y 2.000 dólares en 2023, el precio del oro se disparó en marzo y abril de 2024, alcanzando rápidamente los 2.400 dólares.
Este comportamiento ha sido muy comentado. Histórico en su escala y velocidad de movimiento, es especialmente notable porque contraviene la relación históricamente observada entre el oro y otras clases de activos. La subida del oro se produjo en un momento en que los tipos de interés reales subían, el dólar estadounidense se fortalecía y los activos de riesgo continuaban su ascenso a principios de año.
El vínculo entre los tipos de interés reales y el oro se ha roto desde principios de 2022. Históricamente, el precio del oro ha estado inversamente correlacionado con las variaciones de los tipos de interés reales estadounidenses, y esta relación ha funcionado muy bien al menos desde 2006. Desde un punto de vista fundamental, esto se debe al hecho de que, al ser el oro un activo real que no genera rendimiento, su tenencia se vuelve más costosa cuanto más suben los tipos reales positivos.
Del mismo modo, un dólar más fuerte suele penalizar a las materias primas denominadas en dólares (incluido el oro), ya que las encarece para los inversores no estadounidenses (la mayoría de los cuales son inversores en oro). La subida del índice del dólar en más de un 4% este año tampoco ha sido un obstáculo para el avance del oro. Por último, el oro se percibe a menudo como un refugio seguro y suele comportarse bien en situaciones de tensión, lo cual no ha sido el caso este año: la volatilidad de la renta variable estadounidense ha vuelto a sus mínimos (índice VIX cercano a 12) y los diferenciales de crédito se han estrechado fuertemente. Entonces, ¿Cómo explicar el excepcional comportamiento del oro? Y, sobre todo, ¿es sostenible?
La demanda de los bancos centrales
La demanda mundial de oro por parte de los bancos centrales se ha duplicado desde 2022, pasando del 11% de la demanda total de oro en 2021 al 23% en 2023. Esta tendencia continuó en el primer trimestre de este año. Las inversiones en lingotes y monedas, así como en ETFs, que habían aumentado considerablemente en 2020 (el año de la Covid-19), han disminuido significativamente desde entonces. China, siendo el mayor productor mundial de oro (10% de la producción minera), también es el mayor importador (20% de la demanda). El Banco Popular de China (PBOC) ha aumentado sus reservas de oro en 2022-2023, aunque la cantidad total sigue siendo incierta, ya que no está obligado a publicar de forma transparente todas sus compras de oro. Del mismo modo, los consumidores chinos parecen haber canalizado parte de sus ahorros hacia la compra de oro, aunque la cuantía exacta no se conoce.
En total, si todos los bancos centrales de los países emergentes alcanzaran un mínimo del 10% de sus reservas en oro, la demanda mundial de oro crecería más de un 75%. Este factor estructural parece que va a continuar. Cuando se les encuestó en 2023, el 23% de los bancos centrales tenía intención de aumentar sus reservas de oro en los 12 meses siguientes. Este impulso para diversificar las reservas de los bancos centrales se aceleró tras la Covid-19 y el inicio de la guerra en Ucrania. Probablemente se deba a la percepción de un mayor riesgo financiero, vinculado, por una parte, al aumento del déficit estadounidense y, por otra, a las sanciones decididas unilateralmente por Estados Unidos contra Rusia (incluyendo la congelación de 300.000 millones de dólares en reservas).
Perspectivas para el oro
Por el lado de la oferta, la tendencia es relativamente estable, con una producción anual que ronda las 3.000 toneladas cada año, pero las perspectivas de la demanda parecen bastante buenas. Prevemos un contexto macroeconómico ligeramente más favorable. Es probable que los tipos de interés reales se mantengan estables en el mejor de los casos, o incluso bajen ligeramente debido a la desaceleración económica y los primeros recortes de tipos por parte de la Fed, lo que debería apoyar el precio del oro. Además, el riesgo de un retorno de la inflación en el escenario opuesto también es favorable para el oro, ya que, como activo real, protege contra una inflación excesiva.
Los factores más estructurales que han impulsado el aumento de las compras por parte de los bancos centrales, especialmente en los países emergentes, persistirán. Los riesgos geopolíticos siguen presentes, y el déficit estadounidense no muestra señales de reducción.
No obstante, como ilustra el gráfico anterior, la demanda de oro por parte de los bancos centrales ha sido históricamente bastante volátil, al igual que la inversión (incluidos los ETF). Estos dos tipos de demanda podrían acelerarse (aumento de las reservas de oro de los bancos centrales y atracción de los inversores financieros hacia el oro), que es nuestro escenario preferido, pero la visibilidad sobre su evolución a corto plazo sigue siendo escasa. A medio y largo plazo, las tendencias al alza de la demanda de oro parecen más claramente positivas.
En una cartera multiactivos, nuestras simulaciones muestran que el oro es interesante en términos de diversificación, ya que tiene poca correlación con la evolución de la renta variable o la renta fija. El oro también reacciona positivamente a las tensiones del mercado. Una exposición estructural de la cartera del 3 al 5 % al oro, junto con otros activos alternativos, mejora el perfil de riesgo/rentabilidad de los fondos diversificados