El último Informe de perspectivas presentado por el Foro Económico Mundial (Wolrd Economic Forum, WEF), que recoge la visión de los economistas jefes, muestra un creciente sentimiento de «optimismo cauteloso» sobre el futuro de la economía global en 2024. En concreto, ocho de cada diez de los encuestados espera que la economía global se fortalezca o se mantenga estable este año, casi el doble de la proporción del informe anterior. En cambio, la proporción de aquellos que predicen una desaceleración de las condiciones globales disminuyó del 56% en enero al 17%.
Este optimismo mejora contrasta con la preocupación que muestran los economistas jefas respectos a la actual situación geopolítica. Las tensiones globales y las políticas domésticas nublan el horizonte: un 97% de los encuestados anticipa que la geopolítica contribuirá a la volatilidad económica global este año y un 83% adicional dijo que la política doméstica será una fuente de volatilidad en 2024, un año en el que casi la mitad de la población mundial vota.
«Este último informe apunta a señales de mejora bienvenidas pero tentativas en el clima económico global. Esto subraya el panorama cada vez más complejo que los líderes están navegando. Existe una necesidad urgente de políticas que no solo busquen revivir los motores de la economía global, sino también de establecer las bases para un crecimiento más inclusivo, sostenible y resiliente», explica Saadia Zahidi, directora gerente del Foro Económico Mundial.
Es cierto que las expectativas de crecimiento han mejorado, aunque de manera desigual, en todo el mundo. La encuesta revela un aumento significativo en las perspectivas para Estados Unidos, donde casi todos los economistas jefes (97%) ahora esperan un crecimiento moderado a fuerte este año, frente al 59% en enero. Destaca que las economías asiáticas también parecen robustas, con todos los encuestados proyectando al menos un crecimiento moderado en las regiones de Asia del Sur y Asia Oriental y el Pacífico. Las expectativas para China son ligeramente menos optimistas, con tres cuartos esperando un crecimiento moderado y solo el 4% prediciendo un crecimiento fuerte este año.
Por el contrario, las perspectivas para Europa siguen siendo sombrías, con casi el 70% de los economistas prediciendo un crecimiento débil para el resto de 2024. Se espera que otras regiones experimenten un crecimiento moderado en general, con una ligera mejora desde la encuesta anterior.
La última encuesta destaca los crecientes desafíos que enfrentan las empresas y los responsables de políticas. Las tensiones entre las dinámicas políticas y económicas serán un desafío creciente para los tomadores de decisiones este año, según el 86% de los encuestados, mientras que el 79% espera que la complejidad aumente en la toma de decisiones.
Entre los factores que se espera afecten la toma de decisiones corporativas están la salud general de la economía global (citado por el 100%), la política monetaria (86%), los mercados financieros (86%), las condiciones del mercado laboral (79%), la geopolítica (86%) y la política doméstica (71%). Es notable que el 73% de los economistas creen que los objetivos de crecimiento de las empresas impulsarán la toma de decisiones, casi el doble de la proporción que citó el papel de los objetivos ambientales y sociales de las empresas (37%).
La mayoría de los economistas jefes son optimistas sobre las perspectivas de una recuperación sostenida del crecimiento global, con casi el 70% esperando un retorno al crecimiento del 4% en los próximos cinco años (42% dentro de tres años). En los países de altos ingresos, esperan que el crecimiento sea impulsado por la transformación tecnológica, la inteligencia artificial y la transición ecológica y energética. Sin embargo, las opiniones están divididas sobre el impacto de estos factores en las economías de bajos ingresos. Hay un mayor consenso sobre los factores que serán un lastre para el crecimiento, con la geopolítica, la política doméstica, los niveles de deuda, el cambio climático y la polarización social que se espera frenen el crecimiento tanto en las economías de altos como de bajos ingresos.
En términos de los instrumentos de política más probables para fomentar el crecimiento en los próximos cinco años, los más importantes en general son la innovación, el desarrollo de infraestructuras, la política monetaria y la educación y las habilidades. Se considera que las economías de bajos ingresos tienen más que ganar con intervenciones relacionadas con las instituciones, los servicios sociales y el acceso a la financiación en comparación con las economías de altos ingresos. Por último, llama la atención que existe una notable falta de consenso sobre el impacto en el crecimiento de las políticas ambientales e industriales.