En 2024, más ciudadanos se darán cita en las urnas que en ningún otro año de la historia, en comicios nacionales o transnacionales (como en el caso de las elecciones al Parlamento de la UE): un total de 91 países, y cerca de la mitad de la población mundial.
Expertos de los medios y del sector financiero han debatido hasta la saciedad el “elevado” riesgo geopolítico resultante, pero si bien estos riesgos han aumentado, no creemos que este sea el caso en todas partes, y ni mucho menos de manera uniforme.
No olvidemos que no todos los acontecimientos geopolíticos afectan a los mercados financieros: para hacerlo, deben tener implicaciones significativas sobre la economía o las economías que impulsan a esos mercados. De lo contrario, la volatilidad resultante se convierte en una oportunidad para los inversores activos de comprar a mejor precio.
Tomemos como ejemplo la respuesta inicial negativa de los mercados de renta variable al referéndum sobre el brexit o a la victoria de Trump en 2016, que dieron pie a oportunidades de inversión tácticas a corto plazo. En EE. UU., los datos históricos muestran que las elecciones rara vez han alterado el rumbo a medio plazo de los activos financieros domésticos.
Los cambios de política tras las elecciones pueden tener un impacto mucho más duradero, aunque la evolución del mercado podría no estar tan clara y depender de circunstancias más allá de la política doméstica.
Como siempre, la clave está en los detalles: algunos comicios podrían afectar a áreas concretas del mercado y ser menos significativos para otras. Un área largamente debatida que se considera como una clara perdedora si Trump gana las elecciones en EE. UU. es la de la sostenibilidad y la inversión en un futuro de bajas emisiones, y las valoraciones actuales de muchas empresas en esta área reflejan esta incertidumbre.
El presidente Biden se ha comprometido con la intervención gubernamental y el Acuerdo de París con la Ley de Reducción de la Inflación (LRI), que proporciona 400.000 millones de dólares de financiación a proyectos climáticos y de energía limpia, mientras que Donald Trump ha declarado su intención de derogar la LRI de salir victorioso. Sin embargo, cabe destacar que la LRI se ha plasmado en el código tributario estadounidense por un plazo de 10 años, y abolirla requeriría la aprobación de ambas cámaras del Congreso y del presidente. Además, dentro de la propia LRI existe un área respaldada por ambos partidos, que es la mejora de la infraestructura de red del país.
Es probable que las oportunidades más excitantes en EE. UU. surjan en áreas sobre las que ningún candidato a la presidencia parece hablar, como por ejemplo el sector de los seguros médicos. Unas elecciones que parecen conllevar un resultado potencial muy distinto para los mercados son las generales del Reino Unido. Los participantes del mercado y la comunidad empresarial parecen ver con buenos ojos una victoria del Partido Laborista, hoy en día el escenario más esperado. Este partido, actualmente en la oposición, se ha presentado como más favorable para las compañías que en el pasado, ofreciendo a los inversores la esperanza de un periodo de estabilidad en la política británica que se echa de menos desde 2016. En el Reino Unido es probable que veamos consenso bipartidista sobre políticas en los ámbitos de gasto continuado en la red eléctrica, infraestructura crítica y defensa nacional.
Asia también será escenario de múltiples comicios. En la India, la expectativa de consenso es que el partido oficialista Bharatiya Janata Party (BJP) se hará con la victoria, y que el primer ministro Modi será reelegido para un tercer mandato. Las bolsas ya descuentan en su mayor parte este escenario, y un resultado diferente podría desencadenar caídas muy pronunciadas. Aunque todo apunta a estabilidad política, es probable que se implemente un cambio de rumbo a nivel de medidas.
Las elecciones que se celebraron en Japón en abril no han acaparado tantos titulares. La administración del primer ministro Kishida cuenta con un índice de aprobación muy bajo. Aunque existe incertidumbre, no creemos que ello haga descarrilar la inercia positiva de la renta variable japonesa, respaldada por la reforma corporativa, la mejora de los balances, el crecimiento de la productividad y el potencial de beneficio.
Para Asia, y China en particular, es probable que la volatilidad de mercado proceda de las elecciones en EE. UU. Algunas de las promesas de Donald Trump en torno a mayores aranceles sobre importaciones de China significan que las empresas del país asiático serán vulnerables a titulares vinculados a una victoria de Trump.
Todo lo anterior se refiere al impacto de corto a medio plazo de las elecciones, pero se avecina un efecto a largo plazo: tanto Biden como Trump parecen inclinados a mantener a EE. UU. en un rumbo de generosidad fiscal y emisión de deuda elevada. Si bien a corto es poco probable que esto amenace al estatus del dólar como divisa de reserva internacional, y al del mercado estadounidense como último “refugio” (lo cual le permite disfrutar de menores costes de servicio de deuda), los mercados están cuestionando de manera creciente la sostenibilidad de la trayectoria fiscal del país.
Hasta ahora, los datos históricos no muestran una relación clara entre los niveles de endeudamiento público y las rentabilidades al vencimiento (TIR) de los treasuries, pero tal como nos enseña la historia, nada debe darse por sentado.
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Tribuna de Fabiana Fedeli, CIO de Renta Variable, Multi-activos y Sostenibilidad en M&G Investments.
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