El problema griego y sus consecuencias para la eurozona parecían olvidados. Pero era solo un espejismo: la reciente incertidumbre política ha vuelto a resucitar el viejo fantasma de la crisis en la zona euro, aunque las gestoras consultadas son cautas y consideran que la volatilidad que puede derivarse de este panorama no tiene por qué extenderse de forma preocupante.
Son conscientes de que habrá que estar muy atentos no solo a los resultados de las elecciones en Grecia, que podrían dar la victoria al partido de izquierda Syriza, sino a todos los procesos electorales que se vivirán en 2015 en otros mercados periféricos, como España y Portugal, pero también tienen claro que el BCE podría actuar como elemento de contención de potenciales picos de volatilidad si realiza un QE soberano que cada vez se percibe más cercano. Así, creen que la volatilidad será temporal y que podrían aprovecharse potenciales correcciones para incrementar posiciones en los mercados periféricos.
Elecciones anticipadas y las dudas sobre Syriza
Así, la falta de acuerdo sobre el futuro presidente griego en varias vueltas electorales ha conducido a la convocatoria de elecciones anticipadas para el próximo 25 de enero. La inestabilidad no hubiera sido tan llamativa si no fuera porque tras la convocatoria de las nuevas elecciones, Grecia perdió el paraguas del FMI, que anunció lai nterrupción de las conversaciones con las autoridades de Atenas sobre el programa de asistencia hasta la formación de un nuevo gobierno, mientras el BCE también mantenía a la espera la revisión de su programa de rescate. Pero sobre todo, porque el partido de la izquierda radical, Syriza, encabeza las encuestas. “Si Syriza gana las elecciones, probablemente haya más volatilidad y las conversaciones para formar coaliciones, las negociaciones sobre la deuda del sector público y las discusiones sobre la restructuración de la deuda del sector privado seguirán siendo temas candentes”, explican desde Fidelity WI en un reciente informe.
A los mercados no solo no les gustan la incertidumbre y los cambios de gobierno en momentos de aparente mayor estabilidad sino que además temen ruptura de acuerdos anteriores, parón a las reformas o renegociaciones en la deuda que disparen la volatilidad. “A los mercados les preocupa que, en el caso de una victoria de Syriza (que lidera las encuestas aunque por un estrecho margen), las reformas y las medidas de austeridad acordadas entre el gobierno saliente y la Troika no serían cumplidas o renegociadas. Syriza está, por ejemplo, a favor de la reestructuración de la deuda griega. Sin embargo, al mismo tiempo también quiere permanecer en la eurozona. Probablemente se podría alcanzar alguna solución de compromiso entre el gobierno y la Troika pero este proceso corre el riesgo de ser desordenado y conducir a que los inversores pidan una mayor prima por las inversiones en la eurozona en general y en los mercados periféricos en particular”, comenta Patrick Moonen, estratega senior de Multiactivos de ING IM.
“Las elecciones generales griegas el 25 de enero podrían dar lugar a un gobierno dirigido por el partido izquierdista anti-rescate Syriza, que ha pedido públicamente una reestructuración de la deuda pública griega, incluidos los préstamos por parte de otros miembros de la zona euro. Nuestro escenario base es que el nuevo gabinete y los prestamistas internacionales acordarán aliviar el peso de la deuda nacional de Grecia, y completar y poner fin al programa de rescate y ayudarán a Grecia a recuperar el acceso a los mercados gracias a una línea de crédito de emergencia. No obstante, creemos que un escenario no cooperativo podría desarrollarse si las negociaciones resultan más largas de lo esperado y posponen un eventual acuerdo más allá de mediados de 2015. Esto sería malo para Grecia. Además, este escenario implica algún efecto indirecto en otros mercados financieros de la zona euro, aunque no en las economías reales”, añade Eric Chaney, economista jefe del Grupo AXA y director de Análisis de AXA Investment Managers.
El contagio a otros mercados
Los gestores y analistas consideran que la volatilidad se disparará, y que el contexto es negativo para Grecia, pero creen que el efecto en los mercados europeos no tendría por qué ser demasiado negativo, por dos motivos: el hecho de que los problemas son específicos de Grecia, dice Fidelity, y ante el elemento de equilibrio o factor calmante que supone el BCE.
“Está claro que al menos hasta las elecciones a finales de enero, la volatilidad de los mercados será alta y vendrá dictada por el resultado de las encuestas y los comentarios de los políticos. Esta incertidumbre podría llevar a muchos inversores a abstenerse de añadir Grecia a sus posiciones. Probablemente veremos también una mayor volatilidad en la renta variable y bonos de la eurozona pero como no creemos que se repita la situación de 2010-2012 gracias a los cortafuegos existentes, las correcciones en los otros mercados podrían representar una oportunidad de compra. No debemos olvidar que el BCE podría empezar un QE soberano en el primer trimestre de 2015”, recuerdan en ING IM.
“Aunque existen algunos factores favorables que podrían hacer que el crecimiento rebotara en 2015, podría producirse una nueva caída de la inflación (acentuada por el fuerte descenso del petróleo) antes de que el crecimiento se acelere de forma significativa. Esto probablemente obligaría el BCE a tomar más medidas, como las compras a gran escala de deuda pública, que podrían anunciarse ya el primer trimestre de 2015. Esto permitiría al BCE expandir su balance de forma considerable y enviaría una señal positiva a los mercados”, añade Anna Stupnytska, economista internacional de Fidelity Solutions.
Para AXA IM, en el peor de los casos, que es un escenario muy remoto, con acontecimientos políticos dramáticos imprevistos, podría llevar a Grecia al impago de sus bonos y, finalmente, a una salida del euro. Pero, salvo acontecimientos políticos dramáticos que podrían conducir al peor escenario, «los cambios políticos en Grecia es probable que sean negativos para la economía griega en el corto plazo y neutrales en el largo plazo. El contagio a otros mercados de la zona euro es probable que sea demasiado limitado que se materialice, pero la incertidumbre causada por las negociaciones entre Grecia y los prestamistas internacionales es probable que pase factura a los activos de riesgo, en la zona del euro, al menos».
Junio: fecha clave
«Creemos que esta incertidumbre no debe durar mucho tiempo y que las líneas generales de un acuerdo deben alcanzarse antes de junio», dicen desde AXA IM. Y dado que los mayores pagos de la deuda por parte de Grecia son en julio y agosto, consideran que un período de incertidumbre más largo podría cambiar las probabilidades del escenario hacia uno de no cooperación, algo más peligroso.
Los expertos recuerdan también que España y Portugal afrontan procesos electorales en 2015 que podrían dar también a momentos de incertidumbre, lo que se notará en los mercados.
Las advertencias
Y mientras tanto, las agencias de calificación no se quedan al margen. Fitch aseguró recientemente que una incertidumbre prolongada en el país heleno podría hacer daño a su rating soberano: la agencia asegura que está poco claro si un solo partido podrá formar gobierno, algo que podría incrementar la insolvencia del país y citó otros riesgos sobre posibles retrasos en las negociaciones del restate y de una potencial caída de los depósitos bancarios.
En los mercados también se especula con una potencial salida de Grecia del euro. “Cabe la posibilidad de que se plantee su salida de la eurozona, como consecuencia del incumplimiento de los compromisos adquiridos por con la Troika, básicamente el impago total o parcial de la financiación que ha estado recibiendo durante los últimos años en concepto de ayuda para evitar que haga bancarrota”, comenta Miguel Ángel García, director del departamento de Estrategia de Mercados de Banca March, pero matiza que “Grecia representa tan sólo el 2% del PIB de la Eurozona con lo cual no es trascendental para su supervivencia”.
Eso sí, para Grecia, el efecto sería un empobrecimiento adicional e importante del país: “En el período en que se estuviera decidiendo la expulsión habría una salida masiva de capitales del país generando problemas para el sistema financiero”. En su opinión, una vez expulsado se declararía la bancarrota ya que no podría hacer frente a sus compromisos. “Tendría cerrado el mercado de capitales internacional, con lo que no podría financiar el gasto del estado. La nueva moneda nacional nacería muy débil y con poco poder adquisitivo, con lo que los griegos verían mermado su poder adquisitivo exterior y al encarecerse los productos que importase serían muy caros, por lo que se produciría un proceso de fuerte inflación, además la bajada de actividad provocaría un aumento del paro. Lo único positivo sería que tendría mayor competitividad exterior, aunque no es un país especialmente exportador, tan sólo destaca su actividad turística y naviera”, añade.
Por eso, en parte está tranquilo y comenta que desde el punto de vista de los mercados, parece que en la actualidad se está discriminando y no se engloban en la misma categoría todos los países periféricos, con lo cual no parece que estaría justificada una crisis de los mercados del tipo que se produjo en 2012 en la que había temor por la posible desaparición del euro. “Esto no quiere decir que los mercados vayan a permanecer impasibles: si se produce este evento veríamos un aumento importante de la volatilidad, con caídas generalizadas de las bolsas mundiales y aumento de la rentabilidad de los bonos periféricos, mientras que los bonos de alta calificación, básicamente el alemán, se vería beneficiado”.