Cuando el “efecto tequila” dejó la madre de todas las resacas en México hace 20 años, es justo decir que el país estaba mal preparado, afirma Edwin Gutiérrez, director de Deuda Soberana de Mercados Emergentes de Aberdeen Asset Management.
“Sin embargo, rara vez un país se ha recuperado de una resaca tan bien y tan rápido. En estos momentos, México está en el punto intermedio de una desaceleración cíclica, pero el producto interior bruto (PIB) per cápita casi se ha triplicado desde la depresión de 1995, la inflación está en niveles manejables y la deuda con respecto al PIB es inferior al 37% (la de Japón es de más del 225%). Es increíble lo que pueden hacer veinte años, una cascada de dolorosas lecciones y políticos sensibles”, explica el experto de la firma escocesa.
Una de las principales lecciones de México desde la crisis del Tequila, dice, fue emitir deuda en su propia moneda. Un momento clave de la crisis fue la decisión de las autoridades mexicanas de emitir deuda a corto plazo en dólares. Esa deuda costó muy cara al país debido al desplome del peso, pero actualmente gran parte de las emisiones se realizan en su propia moneda, lo que evita el riesgo cambiario. Los vencimientos de la deuda son ahora mucho más largos también, dando más tiempo al país para pagarla.
Cuando empezó la crisis, opina Gutiérrez, México tenía cantidades extremadamente inadecuadas de reservas de divisas, que desaparecieron rápidamente cuando el peso cayó en picado. Cuando las arcas se secaron, Estados Unidos se vio obligado a intervenir con un rescate. Ahora el país ha reconstruido estas reservas pasando de un poco menos de 6.000 millones de dólares en 1994 a cerca de 180.000 millones de dólares. Estas reservas son la manera de ahorrar para un día lluvioso, proporcionando aislamiento cuando la economía se da la vuelta.
En 1991, el Banco de México fijó el tipo de cambio al establecer que el peso se moviera dentro de un corto rango con respecto al dólar. A finales de 1994, una serie de acontecimientos empujó la paridad con el dólar al punto de ruptura. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) elevó los tipos de interés en febrero de ese año, y a continuación, una serie de eventos nacionales provocaron que los inversores perdieran la fe en la capacidad de México para financiar su déficit por cuenta corriente, lo que arrastró al peso a una completa derrota. México ha mantenido desde entonces un mecanismo flotante para la tasa de cambio, que ha actuado como un amortiguador ya que la confianza se deteriora periódicamente.
Las lecciones de la crisis del Tequila han servido de apoyo al resto de mercados emergentes. La mayoría de los tipos de cambio fijos han sido sustituidos por sistemas flotantes. La deuda en moneda local es la clase de activos de deuda de mercados emergentes de más rápido crecimiento.
La duración media del índice de deuda en moneda local es de alrededor de siete años (México emitía deuda a 28 días durante la crisis). En otras palabras, los emisores están tratando de evitar el peligro exacto al que México tuvo que enfrentarse, apunta Aberdeen Asset Management.
“Las recientes reformas llevadas a cabo por el Gobierno de Peña Nieto podrían ayudar a prevenir futuras crisis en los emergentes”, explica Gutiérrez. En sus primeros 20 meses como presidente, Peña Nieto ha aprobado once reformas estructurales en el sector de la energía, de los servicios financieros, en la educación, las telecomunicaciones, el mercado laboral y las políticas de competencia con el objetivo de incrementar la productividad y el crecimiento. El celo reformador de México hace que sea un punto brillante entre los mercados emergentes, que en general tienden a esperar a que las crisis ocurran para llevar a cabo las reformas.
Los cambios en México tendrán un impacto significativo sobre la inflación de precios al consumidor y llevarán al país a alcanzar su ambiciosa meta de inflación, situada en el 3%. “En nuestra opinión, lo que no consiguen las nuevas medidas, sin embargo, es resolver la combinación tóxica de corrupción e incapacidad del gobierno de hacer cumplir el Estado de Derecho. No hay mejor ejemplo que el reciente secuestro y ejecución de 43 alumnos por orden de un alcalde en el estado de Guerrero. No creemos que el tiempo esté de parte de Peña Nieto en esta guerra en particular, pero las perspectivas de su agenda de reformas son, hasta el momento, un buen augurio. Vale la pena reconocer también lo liberales que son. Sus reformas energéticas, por ejemplo, no se completarán plenamente hasta al menos dentro de una década, mucho después de que haya dejado el cargo. Creemos que la introducción de competencia en los oligopolios de México en realidad perjudica la bolsa del país a corto plazo ya que estas empresas verán estrecharse sus márgenes”, expone el director de deuda soberana de los mercados emergentes.
«Queda mucho por hacer para asegurar que las reformas conducen al cambio que todo el mundo quiere, pero se necesita liderazgo político para llegar tan lejos. Los políticos mexicanos también han demostrado una capacidad loable de trabajar juntos, que Washington haría bien en emular. Los problemas de México están lejos de ser resueltos, pero, en nuestra opinión, el pronóstico es bueno. También creemos que las reformas darán fruto. Los costes salariales son relativamente competitivos así que es probable que se creen puestos de trabajo mientas los salarios en China continúen subiendo y que los fabricantes se beneficien de la recuperación de Estados Unidos. El truco para México es centrarse en la tarea en cuestión», concluye.