Con los métodos actuales no es posible reciclar la mayoría de los tejidos, lo que significa que millones de toneladas de ropa de moda rápida que se tiran cada año acaban en los vertederos, explican los analistas de Pictet Asset Management en una nota.
La gestora destaca el papel de la start-up Phoenx para cambiar esta situación y, de paso, nos explica las dificultades para que haya un verdadero cambio en la industria.
La moda rápida siempre ha estado ligada al consumo estacional (y al desecho) de la ropa. Cada año se producen 100.000 millones de prendas nuevas. La industria de la moda tiene una huella de carbono global anual igual a la de la Unión Europea. Si bien la moda rápida sigue dominando la cultura de consumo, en los últimos años se ha observado un interés exponencial por enfoques alternativos de producción.
El impulso a la economía circular, liderado por organizaciones como la Fundación Ellen MacArthur, con sede en el Reino Unido, está llevando a más empresas a crear cadenas de suministro en las que productos antiguos puedan volver a la fase de fabricación. La fundación ha informado de que un sistema circular podría generar 560.000 millones de dólares en oportunidades económicas a través de nuevos modelos de negocio. A medida que aumenta la conciencia ecológica de los consumidores, las cadenas de suministro circulares también pueden beneficiar a las empresas a través de un valor de marca positivo.
Sin embargo, es una industria que avanza lentamente. Esta es una de las razones por las que es necesario seguir innovando en el reciclaje químico. Según Edwina Huang, una empresaria australiano-china, la mayoría de fabricantes exigen un tejido con un peso concreto (en gramos por metro cuadrado) y una fibra específica. No bastaría con un proceso que desmenuce el tejido y cree una mezcla mixta.
«No podemos cambiar el funcionamiento de la industria textil desde hace cientos de años. Pero sí podemos cambiar nosotros mismos, adaptando la infraestructura existente dentro de la tecnología y abordando los compuestos de tejido», afirma Huang.
Su start-up Phoenxt, con sede en Sidney, es una de las cada vez más empresas que intentan que la moda sea ecológica. Ha desarrollado procesos químicos innovadores que convierten con éxito prendas usadas en nuevos y bonitos tejidos.
Uno de los problemas es que con los métodos actuales no es posible reciclar la mayoría de los tejidos, lo que significa que millones de toneladas de ropa de moda rápida que se tiran cada año acaban en los vertederos. La mayoría son una mezcla de fibras (normalmente poliéster-algodón) y los recicladores textiles no eran capaces de recuperar una fibra sin dañar la otra.
Algunos diseñadores estaban produciendo ropa «reciclada» moderna, pero seguía siendo una intervención a pequeña escala frente a la abrumadora magnitud de los residuos de la moda. Gran cantidad de tela usada se convertía en material para productos como aislantes de paredes, relleno o fregonas, lo que en última instancia era una opción de último uso antes de desecharla.
«Era más un infrarreciclaje que un reciclaje», afirma Huang. «Considerando la enorme cantidad de residuos textiles anuales, ¿cómo se puede invertir esta situación si no se dispone de un proceso sistemático para canalizarlos y convertirlos de nuevo en materia prima?», agrega.
Para la profesional, esto supuso un nuevo reto. Reunió a un equipo de ingenieros químicos y científicos de polímeros y comenzó a investigar, fundando Phoenxt en 2019. La empresa ha desarrollado un proceso de reciclaje químico que puede separar las fibras y reciclarlas de nuevo en nuevas fuentes de fibra, manteniendo al mismo tiempo la calidad del material. Entra ropa usada y sale hilo nuevo. La empresa aporta valor convirtiendo residuos textiles de escaso o nulo valor en fibras recicladas en bruto, vendiendo el producto acabado en unos 3 dólares por kilogramo.
La firma se encuentra ahora en la fase piloto previa a la obtención de ingresos, trabajando con una fábrica en China con una pequeña capacidad de producción de 8 kilogramos al día. Está previsto que a finales de 2024 se inaugure una instalación de 2 toneladas y, entonces, empezará la ampliación. «Con el tiempo, queremos producir 150.000 toneladas al año por planta, cuando abramos más en diferentes países», afirma Huang.