En la última entrevista del mes de Mapfre AM, han charlado con Paloma Ramos, gestora de riesgos financieros y de sostenibilidad de Mapfre AM, que tiene una experiencia de casi 30 años en la gestora. “Cuando empecé a trabajar el número de mujeres en el sector era muy reducido, apenas unas docenas. Era un mundo de hombres en todos los sentidos”, explica Ramos, coincidiendo con el Día de la Mujer. Ramos forma parte del equipo de trabajo específico de inversión ESG de Mapfre AM, y considera la sostenibilidad “uno de los hitos más importantes del siglo XXI».
Lleva más de 29 años en la gestora, quizá sea una de las personas con más experiencia de la firma. ¿Cómo ha ido evolucionando la gestora y adaptándose a estos tiempos cambiantes?
En estos años los cambios han sido constantes. Cuando empecé, la negociación era telefónica, los cálculos se realizaban con calculadora (una hoja de cálculo: ¡ciencia ficción!) y las operaciones se registraban a mano en boletas físicas con papel autocopiativo. Recuerdo a una compañera cerrando una operación y diciendo a la contrapartida: “¿tú usas una calculadora HP 12C? ¡No entiendo que no llegues al mismo resultado!
No sólo han cambiado los medios técnicos, sino también la sofisticación de los productos y los clientes. Esto ha obligado a la gestora a una adaptación constante. Ha supuesto la incorporación de herramientas informáticas cada vez más complejas, formación del personal y la adaptación de la oferta de productos. La sociedad ha pasado de fabricar solo fondos de inversión a ir asumiendo nuevos retos, con la gestión discrecional de fondos de pensiones y EPVS primero, las carteras Mapfre y carteras de otras compañías ajenas al grupo, finalmente. También las inversiones se han sofisticado, pasando de invertir fundamentalmente en bonos públicos y ‘plain vanilla’, a incorporar activos estructurados e incluso fondos alternativos.
Dada tu larga experiencia, ¿qué evolución has visto en el sector de la gestión activos respecto a la igualdad de género?
Cuando empecé a trabajar, el número de mujeres en el sector era muy reducido, apenas unas docenas. Era un mundo de hombres en todos los sentidos, y siempre ha sido complicado abrirse paso. Ha costado mucho dejar de oír el típico “Señorita, no sé si usted me puede ayudar, mejor páseme…”. Afortunadamente, aunque todavía queda recorrido, esos tiempos han pasado. Cada vez hay más mujeres que cuentan con gran prestigio en los mercados financieros.
¿En qué consiste tu día a día?
Mi día a día se reparte entre dos tareas fundamentales. Por un lado, el seguimiento y el control de los riesgos financieros tradicionales crédito (contraparte, entre otros). Para ello, el departamento cuenta con herramientas informáticas o de desarrollo propio que facilitan el trabajo. Realizo los análisis de los resultados e informo de los mismos a los distintos interesados entre los que están los órganos de control de la gestora.
Por otro, superviso que las operaciones que se realizan en la gestora siempre se hagan en el interés de los clientes. Monitorizo los precios a los que se realizan para asegurarme de que se hacen en condiciones de mercado y, que todos los clientes reciben un trato igualitario, que ninguno se ve favorecido frente a otros. Además, en temas de sostenibilidad me encargo de la medición de los riesgos asociados y de la elaboración de los informes sobre el cumplimiento de la política de integración de la compañía. También colaboro con el área de Sostenibilidad del grupo en la medición de la adecuación de las inversiones de Mapfre con la Taxonomía.
Mapfre AM ha formado un equipo de trabajo específico para ESG. ¿Cuál es su función principal?
El tema ESG o de sostenibilidad engloba muchos aspectos que van desde su medición y evaluación, pasando por el diálogo con las empresas para entender su actividad y así, poder acompañarlas en el cambio de sus modelos productivos. Supone también evaluar la huella de carbono de nuestras inversiones. Comprobar los compromisos sociales y ambientales que Mapfre AM y el grupo Mapfre han ido asumiendo. Por ello, el equipo de Mapfre AM está compuesto por un grupo amplio de personas dedicado a todos estos temas y a la elaboración de los diversos informes.
Lleva muchos años analizando el entorno regulatorio, ¿qué le parece la nueva regulación sobre inversiones socialmente responsables y cómo nos afecta?
La sostenibilidad es sin duda uno de los hitos más importantes del siglo XXI. Para el sector financiero, el punto de partida fue la promoción y firma en 2005 de los Principios de Inversión Responsable (PRI por sus siglas en inglés), seguido en 2015 por la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y de los Acuerdos de París. La Unión Europea (UE) está muy comprometida con la financiación de un desarrollo sostenible y por ello ha desarrollado en los últimos años distintas reglamentaciones para reorientar los flujos de capital hacia inversiones sostenibles y garantizar la transparencia del mercado. Así se ha aprobado el Reglamento sobre la taxonomía, el Reglamento sobre la divulgación relativa a la sostenibilidad en el sector servicios o las modificaciones MiFID II, para la consideración de las preferencias de sostenibilidad en el test de idoneidad.
Todas estas acciones han supuesto, y van a seguir suponiendo para Mapfre AM, un esfuerzo importante de adaptación. Se han tenido que elaborar políticas internas (integración e implicación) que además de tener que ser públicas, deben ser adaptadas con frecuencia, a los nuevos requerimientos que vayan surgiendo. También ha motivado la adaptación de los productos tanto a los nuevos requerimientos regulatorios, como a las preferencias de los clientes. Se han tenido que desarrollar metodologías para medir y evaluar riesgos distintos a los financieros tradicionales, así como realizar informes sobre su impacto. Finalmente hemos diseñado las medidas de actuación para paliar esta clase de riesgos.
En términos más generales, ¿cómo afronta Mapfre AM la llegada de MiFID III? ¿Cómo les va a afectar y al sector en general?
Aunque esta nueva normativa de la Comisión Europea es todavía un proyecto y está en estado embrionario, supone la construcción de un modelo con una orientación muy diferente a la que proponía MiFID II. Está provocando una enorme controversia, al no basarse en lo establecido hasta ahora. Las entidades no pueden aprovechar el gran esfuerzo que dedicaron a implementar las normas de conducta con los clientes, establecidas por MiFID II. La nueva iniciativa pone el foco en el coste, más que en la calidad del servicio y del producto. Estos cambios afectarían no solo a la regulación del mercado de valores sino también a la normativa de distribución de seguros (IDD).
En los últimos años, se ha hecho un gran esfuerzo por proteger al inversor retail. ¿Cree que hay camino por recorrer en este ámbito? Es decir, ¿se puede hacer más?
Una de las mayores preocupaciones de las distintas autoridades de supervisión es la protección del inversor minorista y este hecho queda recogido en los considerandos de todas las leyes, reglamentos e incluso guías de aplicación. Se ha avanzado en la estandarización de la información a nivel europeo para que todos los clientes finales puedan comparar productos, conozcan los costes que se les imputan de forma clara y sean conscientes de los riesgos a los que se enfrentan con la inclusión de los escenarios en la preceptiva documentación informativa de los productos. Además, los clientes pueden decidir y definir sus preferencias de inversión, tanto a nivel financiero como de sostenibilidad. Aunque todo puede mejorarse, mi opinión es que se han dado grandes pasos y los pequeños inversores se encuentran en la actualidad bastante más protegidos que hace 10 años.
Ahora ha salido la posibilidad de venta de capital privado en este segmento y, aparentemente, es un activo con algo de riesgo debido a su poca liquidez. ¿Cuál sería la forma de evitar sustos con estos activos?
La apertura de nuevos ámbitos de comercialización a productos complejos siempre genera inquietudes, máxime si se dirigen a clientes minoristas. Al ser un producto más sofisticado, a muy largo plazo, el asunto más delicado es el de la liquidez. En este punto deben extremarse los controles que permitan identificar el público objetivo y la idoneidad del producto para cada cliente. Por otra parte, la información al cliente sigue siendo esencial.