El panorama económico más débil de China y la ralentización de la economía mundial en general deberían crear un entorno poco propicio para las materias primas. Sin embargo, según los expertos, el oro, el níquel, el cobalto o el litio, entre otros, viven un momento alcista e interesante para los inversores. Según los expertos, entre las claves de esta coyuntura estaría la propia incertidumbre geopolítica y de mercado, y la relevancia de los llamados “materias de transición”, muy relevantes para la transición energética.
Según Paul Syms, jefe de Gestión de Productos de Materias Primas de ETF de EMEA en Invesco, los inversores no están aprovechando al máximo el papel que las materias primas pueden tener en las carteras. “Deberíamos contar con un 10% de materias primas en las carteras. Los inversores infravaloran su potencial como diversificador y captador de rendimientos”, afirma.
En su opinión, esta clase de activos pueden funcionar como protección contra la inflación: “La importancia de las materias primas como seguro contra la inflación estriba en que ofrece una diversificación que nos resultará muy útil si la economía experimenta un pico de inflación. Además, estamos pasando por un periodo de precios bajos por eso es un buen momento para invertir en materias primas de cara a cómo evolucionarán ciertas materias primas en la próxima década de transición energética”.
Ahora bien, Syms reconoce que los inversores tienen “cierto desconocimiento” sobre cómo invertir en materias primas. Según su experiencia, se tiende a elegir una materia prima concreta y centrarse en ella, lo cual puede generar cierta volatilidad. “Falta familiaridad sobre cómo invertir en materias primas y eso tiene mucho impacto en las carteras. Contar con una cesta de varias materias primas es la forma de mejorar su exposición y aprovechar sus ventajas de diversificación y descorrelación. Sin embargo, los inversores sí tienen esa mentalidad a la hora de buscar una exposición a materias primas a través de valores corporativos. También vemos que es más acertado tener una exposición a materias primas en global”, añade el experto de Invesco.
En el contexto actual, Syms apunta que ciertas materias primas presentan oportunidades interesantes para los inversores. En concreto destaca el oro y los llamados “materiales de la transición energética”.
El brillo del oro
Tal y como recuerda Johanna Kyrklund, directora de inversiones de Schroders, tiene sentido que las perspectivas sean positivas para activos como el oro, ya que “suele funcionar bien en periodos en los que los bancos centrales bajan los tipos”. Por eso añade que “una asignación estratégica a ellas puede seguir teniendo sentido como elemento diversificador, especialmente en el contexto de la intensificación de las tensiones geopolíticas”.
Para Kerstin Hottner, responsable de commodities en Vontobel, aunque el precio del oro se ha visto sometido a cierta presión debido a la evolución macroeconómica, la corrección del precio del 3% desde principios de año puede considerarse más bien menor.
“Las elevadas compras de oro físico influyen cada vez más en la evolución de los precios. Y los bancos centrales siguen realizando importantes compras de oro debido a los riesgos geopolíticos y a la creciente necesidad de diversificar las carteras”, explica.
Además destaca que los países en desarrollo y emergentes en particular, como China, India y Turquía, intentan cada vez más alejarse de las reservas de dólares estadounidenses en favor del oro. En su opinión, este apoyo debería seguir siendo notable en los próximos años, ya que los bancos centrales citados disponen todavía de cierto margen de diversificación en comparación con los países industrializados. “También las compras de joyas y el consumo privado en China apoyan en la actualidad la cotización del oro. En China, la preocupación por el sector inmobiliario y los mercados bursátiles ha llevado a los particulares a invertir parte de sus considerables ahorros en oro, considerado un refugio seguro”, añade Hottner.
Teniendo en cuenta estos tres factores, Diego Franzin, responsable de estrategias de cartera, Plenisfer Investments -parte del ecosistema de Generali Investments-, considera que, a pesar de la evolución del contexto macro, el oro tiene potencial de revalorización debido a la persistencia de las incertidumbres. “En cualquier caso, pensamos que el oro puede mantenerse sistemáticamente por encima de los 2.000 dólares la onza y, lo que es más importante, cumplir la importante función de estabilizar las carteras de los inversores”, afirma Franzin.
Argumenta sus previsiones señalando que, tradicionalmente, los escenarios de aterrizaje suave no son especialmente favorables para el oro, lo que se traduce en rentabilidades planas o ligeramente negativas. Pero defiende que cada ciclo es diferente: “La escalada de las tensiones geopolíticas en un año electoral clave para muchas de las principales economías, junto con las compras en curso por parte de los bancos centrales, podría suponer un nuevo apoyo para el oro. Además, la probabilidad de que la Reserva Federal guíe la economía estadounidense hacia un aterrizaje seguro con tipos de interés superiores al 5% no es en absoluto segura. Y una recesión mundial sigue siendo una posibilidad a vigilar. Por último, la posible inversión de las tendencias de los flujos financieros, que penalizaron el oro en 2023, podría ser un factor positivo de apoyo al oro”.
Transición energética
Según los expertos, la transición energética aupará el uso de ciertas materias primas que son imprescindibles para las energías renovables y la electrificación, así como para la producción de ciertos componentes. Desde Ofi Invest AM defienden que la transición energética favorecerá el precio de los metales industriales, sobre todo del cobre, que ahora están experimentando un ajuste y tienen un punto de entrada interesante. “En 2023 la transición energética ya logró impulsar la demanda de metales industriales, y desvincularla cada vez más del ciclo económico, dada la necesidad de acelerar el desarrollo de energías con bajas emisiones de carbono. Sin embargo, los precios no lo reflejaron, porque China, el mayor comprador del mundo con una cuota del 50%, utilizó las existencias acumuladas durante la fase del Covid y no acudió a los mercados internacionales”.
Teniendo esto en cuenta, desde Ofi Invest AM matizan que, con las existencias en mínimos y la transición energética en alza, China podría acudir al mercado físico, y los precios podrían subir. “El mayor beneficiado sería el cobre, porque presenta un mayor desequilibrio entre oferta y demanda. El aluminio ofrece un mayor potencial en el corto y medio plazo, mientras que en el caso del níquel, el zinc y el plomo la demanda podría tardar más en materializarse y el equilibrio con la oferta llegaría a más largo plazo, lo que ralentizaría la subida de precios”, añaden.
Actualmente, el cobre cotiza a unos 8.400 dólares por tonelada, lo que supone un descenso de aproximadamente el 11% con respecto a hace 12 meses, según los datos Bloomberg. “El cobre ha descontado los efectos de la falta de recuperación estructural de la economía china -especialmente en el sector inmobiliario local-, que representa hasta el 50% de su demanda mundial. Además, en 2023 se produjo un importante equilibrio entre la oferta y la demanda de cobre, lo que se tradujo en una compresión de los precios”, explica Marco Mencini, responsable de Investigación de Plenisfer Investments SGR, parte del ecosistema de Generali Investments.
Sin embargo, las perspectivas de Mancini para este año son buenas y apunta que 2024 se perfila como el primer año de déficit de oferta de cobre. “Esperamos que experimente altibajos cíclicos, pero que tienda al alza a largo plazo, hasta alcanzar el precio objetivo de 12.000 a 13.000 dólares por tonelada. Por tanto, seguimos siendo optimistas sobre las perspectivas de esta materia prima estratégica”, asegura el experto de Plenisfer.
Otro ejemplo similar es el níquel. Según explica Jim Lennon, estratega de Macquarie, en 2023, el níquel también vivió un contexto de importantes excedentes, lo que provocó una fuerte presión a la baja sobre los precios. “En el futuro próximo es probable que se registren excedentes en el mercado debido al exceso de capacidad en Indonesia. Los precios están muy abajo en la curva de costes, y se calcula que en torno a la mitad de la industria tiene un flujo de caja negativo a un precio de 16.000 dólares por tonelada en la bolsa de metales de Londres. La existencia de ciertas presiones bajistas sobre los costes hace que sea posible un nuevo descenso de los precios de entre 1.000 y 2.000 dólares por tonelada”, explica Lennon.
La cuestión del petróleo
Los analistas también han puesto el foco en la evolución del precio del petróleo. Según explica el último informe de Bank of America, el fuerte crecimiento de la oferta de esquisto en EE.UU., el cálido clima invernal, el aumento de las energías renovables y las rápidas subidas de los tipos de interés han obligado a la OPEP+ a recortar la producción de petróleo durante 18 meses para afianzar los mercados de crudo, incluso cuando la geopolítica se ha vuelto más compleja. ¿Y qué significa esto para los precios del petróleo?
“Aunque la OPEP+ ha demostrado que puede fijar un suelo de 70 dólares/barril, hay dos factores que también podrían ayudar a limitar el petróleo por debajo de 100 dólares/barril: un aumento de la capacidad de producción excedentaria hasta ~5 millones de b/d (como resultado de los recortes de volumen) y un crecimiento sustancial de la oferta de los países no pertenecientes a la OPEP+ en los próximos años. Esto significa que los precios del petróleo deberían permanecer anclados a corto plazo, permitiendo probablemente cierta relajación de la política monetaria en el segundo semestre de 2024 y 2025. Así pues, reiteramos nuestra previsión de que el Brent se situará en una media de 80 dólares/barril aproximadamente este año y el próximo, frente a los 82 de 2023 y los 99 de 2022”, explican desde la entidad.
Por su parte, Greg Sharenow, que dirige el grupo de gestión de carteras de materias primas de PIMCO, y Michael Haigh, economista de materias primas y activos reales de PIMCO, aunque sus perspectivas de referencia para los precios del petróleo en 2024 son favorables, la trayectoria incierta de las decisiones de producción de la OPEP+ y los conflictos regionales sugieren un camino agitado para el mercado.
“Para los inversores, los recientes descensos de las cifras de inflación, en particular de los productos manufacturados, han sido bien acogidos, lo que ha llevado a la estabilización de los mercados de renta fija y al aumento de las valoraciones de las acciones. Sin embargo, la inflación de los precios al consumo en Estados Unidos subió en enero un 3,1% más rápido de lo previsto en comparación con el año anterior, según la Oficina de Estadísticas Laborales. El aumento de los costes de transporte o un shock en el suministro energético añadirían presión inflacionista, lo que podría complicar aún más el calendario de recortes de tipos por parte de la Fed”, concluyen los expertos de PIMCO.