En las perspectivas para 2024, las gestoras coincidían en que si la actuación de los bancos centrales era acertada y no había eventos externos, las principales economías del mundo evitarían la recesión, pero no una ralentización. Por ahora, Alemania, Reino Unido y Japón se encuentran en recesión técnica, China sigue enfrentándose a un problema de crecimiento y, en cambio, Estados Unidos parece estar teniendo éxito con su aterrizaje suave.
¿Hacia dónde van las principales economías del mundo? En opinión de Vincent Mortier, director de Inversiones del Grupo Amundi, y Matteo Germano, director adjunto de Inversiones del Grupo Amundi, en términos de crecimiento, “prevemos una desaceleración prolongada en EE.UU., concentrada hacia mediados de año. En Europa, hemos revisado a la baja las previsiones de crecimiento para este año y esperamos una inflación inferior al consenso en China”.
Laurent Benaroche, gestor de fondos en el equipo multi-asset & overlay en Edmond de Rothschild AM, identifica tres riesgos principales para el crecimiento de la economía global: el repunte de los precios de la energía debido a preocupaciones geopolíticas; que China no logre remontar; y que los principales bancos centrales se muestran reacios a bajar los tipos. “Las economías más sensibles a estos riesgos siguen siendo Europa y los mercados emergentes. No obstante, nuestro escenario principal sigue siendo un aterrizaje suave, y nos reconforta la mejora de los PMI manufactureros mundiales en un contexto de mejora de las condiciones crediticias y de expectativas de recortes de tipos”, afirma.
El Viejo Continente
Todos coinciden en que la economía mundial sigue en desaceleración, pero vayamos región a región. En Europa, tras la fase de recuperación posterior al COVID-19, la demanda de bienes manufacturados ha ido disminuyendo regularmente, afectada sobre todo por la débil demanda china y los elevados tipos de interés. Sin embargo, la demanda de servicios se mantiene estable en todo el mundo. “Por lo tanto, las economías europeas más expuestas al débil ciclo manufacturero tendrán el crecimiento más débil. Por ello, Alemania también se ha unido al club de los países en recesión técnica, mientras que los países periféricos se las arreglan para salir adelante. No obstante, con la desinflación en curso, la mejora de las condiciones crediticias y el reciente aumento de los salarios reales, el escenario más probable parece un aterrizaje suave para Europa en su conjunto”, explica Laurent Benaroche, gestor de fondos en el equipo multi-asset & overlay en Edmond de Rothschild AM.
Una situación en la que también está Reino Unido. Sus datos del cuarto trimestre de 2023 resultaron decepcionantes: su actividad cayó un -0,3% trimestral, pero con una lectura mixta de los componentes, dado que la debilidad vino por la caída del gasto público (-0,3%) y del consumo privado (-0,1%), mientras que la inversión repuntó (+1,4%).
En opinión de Rubén Segura-Cayuela, economista jefe para Europa de Bank of America, la situación del país no es sencilla, por lo que haga su banco central será fundamental: “En el Reino Unido, la inflación de enero fue un poco más débil de lo esperado, y los datos del PIB de diciembre fueron débiles. Pero la culpa de esto último la tienen las huelgas, y en cuanto a la inflación, el informe sobre el mercado laboral dejó suficientemente claro que las presiones internas aún no han desaparecido del todo. Seguimos estando cómodos en señalar agosto para el primer movimiento del BoE”.
Según Benaroche, el crecimiento europeo depende en gran medida de que los precios del petróleo se mantengan estables. En caso de subida de los precios de la energía en un contexto de aumento de los riesgos geopolíticos, el miedo a la inflación impediría al BCE suavizar su política monetaria y Europa correría el riesgo de sufrir una grave recesión. “Dado que el riesgo de recesión grave es mayor para los países centrales, el BCE podría ser más sensible a recortar los tipos antes si los precios de la energía se mantienen estables. En caso de que la Fed retrase su ciclo de recortes de tipos debido a señales económicas contradictorias en EE.UU., creemos que el BCE podría incluso ser el primero en recortar los tipos”, añade.
Desde Amundi, sus expertos, consideran que la zona euro logrará evitar la recesión, pero reconocen que los riesgos son elevados. “Es probable que la debilidad del gasto público y las restricciones, en particular en Alemania y Francia, pesen sobre la economía, pero el consumo familiar y el crecimiento salarial son positivos para la región. Esto último también es importante para la toma de decisiones del BCE”, matizan Mortier y Germano.
Mirando hacia Asia: el caso de Japón
El débil ciclo manufacturero también pasa factura a Japón cuya economía también está orientada a este sector, lo que le ha llevado a una situación similar de recesión técnica. Sin embargo, los analistas creen que el ajuste tardío de los salarios debería ofrecer cierto apoyo al consumo local. Al igual que ocurrió con el Reino Unido, los datos del último trimestre del año también resultaron decepcionantes en Japón: registró una caída del PIB del 0,1% trimestral (-0,4% trimestral anualizado) tras haber retrocedido un 0,8% en el trimestre anterior, y el consumo privado retrocedió un 0,2% y la inversión un 0,1%.
“Japón ha entrado inesperadamente en una recesión técnica, ya que la estimación preliminar del crecimiento del PIB para el cuarto trimestre de 2023 fue del -0,4% intertrimestral, tras el descenso del 3,3% del trimestre anterior. La principal fuente de debilidad de la impresión fue la demanda interna, ya que el consumo privado cayó un 0,9% intertrimestral, lo que supone el tercer trimestre consecutivo de descenso. Además, la inversión de capital fue más débil de lo esperado, contrayéndose un 0,3% intertrimestral, tras una caída del 2,4% en el tercer trimestre. En el lado positivo, la demanda exterior contribuyó positivamente a la cifra del cuarto trimestre, ya que el crecimiento de las exportaciones se aceleró un 11,0% intertrimestral, principalmente como resultado del consumo interno”, explica BigSur Partners en su último informe.
Según advierte el documento de la firma, estos datos no deben llevarnos a sacar conclusiones precipitadas sobre Japón. “A pesar de la debilidad del dato trimestral, el crecimiento medio anual del PIB de Japón para todo el año 2023 fue, no obstante, fuerte, tanto en términos reales como nominales, con un +1,9% / +5,7%. Además, una serie de indicadores más adelantados de la actividad japonesa, como la Encuesta de Observadores de la Economía, la Confianza del Consumidor y las Nuevas Ofertas de Empleo, muestran signos de estar tocando fondo”, argumentan para invitar al optimismo.
Como ocurre con el resto de las economías, lo que haga el Banco de Japón (BoJ) será determinante, sobre todo cuándo decida suprimir la Política de Tipos de Interés Negativos (NIRP), decisión que el mercado calcula que se tomará en primavera. “Creemos que ahora hay aún menos posibilidades de que los tipos de interés suban rápidamente y un endurecimiento restrictivo está fuera de la mesa. Lo más probable es que la salida de la NIRP se retrase hasta abril. Nos interesa mucho saber cómo podría afectar esta publicación a las perspectivas de normalización de la política del Banco de Japón, dado que el Banco de Japón ha estado insinuando el fin de sus medidas de control de la curva de rendimientos en algún momento de 2024. Esto tendría importantes implicaciones para los tipos de interés mundiales, dado que Japón es la única economía desarrollada que mantiene unos tipos de interés artificialmente bajos”, explican desde BigSur Partners.
Los retos de China y EE.UU.
Dentro de las principales economías mundiales, China y Estados Unidos parecen que evitarán la recesión. En el caso de China, los analistas insisten en que el país se enfrenta a “problemas de crecimiento”, mientras aún tiene que hacer frente a las ramificaciones de su crisis inmobiliaria. Desde Amundi se observan ciertos riesgos de desinflación en el país. “Un bazooka fiscal parece improbable mientras el gobierno intenta desapalancarse. Pero los esfuerzos parciales para levantar el ánimo no tendrán un efecto duradero dados los problemas fundamentales del sector inmobiliario y las presiones sobre el consumo”, señalan Mortier y Germano.
Y aclaran: “No abogamos por una deflación total en China, pero hemos rebajado nuestras previsiones de inflación al 0,2% y al 0,4% para 2024 y 2025, respectivamente. El consumo en China está sometido a tensiones. Los hogares se verán afectados por las presiones sobre los salarios y los menores efectos de la riqueza, ya que una gran parte de sus activos se mantiene en el sector inmobiliario (en un contexto de precios inmobiliarios más bajos). Por otra parte, vemos una transición más rápida de China hacia un crecimiento menor pero más sostenible a largo plazo. Sin embargo, si Pekín presenta un gran paquete de estímulo (no es nuestro caso base) en forma de gasto en seguridad social o transferencias e infraestructuras, eso podría afectar a nuestro escenario de crecimiento débil”.
Por ahora, en su afán de apoyar la economía, el Banco de China ha recortado 25 puntos básicos el interés preferencial para los préstamos a 5 años. “El recorte, que busca impulsar al maltrecho sector inmobiliario (el 5 años es la principal referencia hipotecaria), ha sido insuficiente para contentar a los mercados, que tras un primer movimiento al alza han vuelto a las pérdidas”, matizan los analistas de Banca March.
Por último, EE.UU. parece estar logrando un aterrizaje suave. Su resiliencia de la economía durante 2023 se debió en gran medida a los bajos índices de desempleo y al exceso de ahorro acumulado durante la pandemia. Según reconoce Shannon Saccocia, codirector de inversiones, Capital privado de Neuberger Berman, la previsión era que conforme esos ahorros fueran agotándose, en un contexto de inflación persistente y tipos de interés elevados, la debilidad del consumo ralentizaría el crecimiento, cosa que, de momento, no ha ocurrido. “Ahora, un gran número de economistas cree que el exceso de ahorro podría durar todo 2024. Las encuestas sobre la confianza de los consumidores y los informes de la venta minorista en EE. UU. han sido muy positivos, y el crecimiento del PIB estadounidense supera ampliamente las estimaciones de consenso”, señala Saccocia.
Ahora bien, advierte de que la publicación de unos datos de inflación más altos de lo previsto la semana pasada, junto con sus implicaciones para los tipos de interés, podrían someter a esta resiliencia a su primera prueba de fuego. “Cabe preguntarse si el consumo en EE.UU. terminará cediendo si los precios siguen subiendo por encima del objetivo y los tipos se mantienen en niveles más altos durante más tiempo”, concluye.