Los expertos de Julius Baer están convencidos de que la divergencia cíclica se ha acentuado actualmente en la economía mundial, tanto entre los mercados desarrollados como entre los emergentes, donde una mayoría de economías en recuperación está acelerando su crecimiento, mientras que los países que se encuentran debilitados siguen remando contra las dificultades. Este entorno marcado por las divergencias va a perdurar en 2015, aunque los contrastes entre los países deberían suavizarse conforme vaya avanzando el año. Un punto clave para los inversores es que los tipos de interés de referencia y los tipos de cambio pueden seguir divergiendo el próximo año. Así pues, el mantra en los mercados financieros en 2015 será mantener el rumbo, preservar la liquidez y buscar tendencias de crecimiento.
En los mercados desarrollados y emergentes, se observa una mayoría de economías con un crecimiento subyacente positivo que está emitiendo señales de mayor fortaleza de cara a los próximos meses. Siguiendo la estela de EE.UU., que se ha convertido en una locomotora para el crecimiento mundial, grandes economías como Canadá, México, Reino Unido, Suiza, España, los Países Bajos y Suecia se preparan para apretar el acelerador cíclico durante los próximos meses. Además de estas economías, un nutrido grupo de países de Asia, con China y la India a la cabeza (atendiendo al poder adquisitivo, el segundo y el tercer país del mundo por tamaño y, en ambos casos, con gobiernos fuertes), mantendrá su senda de crecimiento constante y contribuirá considerablemente a un dato de crecimiento mundial cifrado en el 3,6% para 2015.
Sin embargo, esta tasa de crecimiento global apenas es ligeramente superior al 3,2% de este año, debido a que un importante grupo de economías seguirá registrando inferiores tasas de crecimiento el próximo año. Como conjunto, la zona euro seguirá situándose a la cola entre el grupo de países desarrollados, con un crecimiento medio del 0,8% en 2015. Desde el punto de vista de las divergencias, aquí también encontramos disparidades. En contraste con el mayor dinamismo de España y los Países Bajos, las tres grandes economías de la zona euro no van tan bien; así, Alemania se ralentiza, Francia está estancada e Italia se encuentra en recesión. En los mercados emergentes, por su parte, el proceso actual de ascenso desde los mínimos cíclicos parece estar tardando más de lo previsto, de tal forma que algunas grandes economías como Brasil, Rusia y Sudáfrica seguirán mostrando tasas de crecimiento lento o incluso negativo por el momento.
Janwillem Acket, economista jefe de Julius Baer, lo explica: “No es ninguna sorpresa que, en todo el mundo, la dinámica general de la oferta vaya a seguir siendo abundante con respecto a la demanda, lo que reducirá el poder de fijación de precios de las empresas en todo 2015. Por lo tanto, los bancos centrales tendrán más tiempo para ver cómo se desarrollan los acontecimientos”.
Desde el punto de vista de la política monetaria, el crecimiento ligeramente positivo y la debilidad de la inflación sugieren que el inicio de la normalización de los tipos de interés podría retrasarse hasta el cuarto trimestre de 2015 o incluso más, dependiendo de los datos económicos. Entre los bancos centrales del G10, se prevé que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra den los primeros pasos en esta transición el próximo año. Sin embargo, la política monetaria es otra área en la que las grandes economías están comenzando a divergir, ya que el mantenimiento de unas condiciones monetarias expansivas seguirá siendo prioritario durante más tiempo para el Banco Central Europeo y el Banco de Japón. En este contexto, la autoridad monetaria suiza debe mantener su política actual de hacer todo lo que esté en su mano para defender el suelo de 1,20 euros que ha definido para el franco suizo, lo que implica que tendrá que seguir la estela de los movimientos del BCE y fijarse como objetivo unos tipos cercanos al cero.
Atendiendo a los fundamentales, y en un horizonte a 12 meses, el dólar canadiense, el dólar neozelandés, el florín húngaro, el peso mexicano, el yuan chino, el rand sudafricano e incluso la rupia india ofrecen más potencial de revalorización que las divisas de los bancos centrales del G10 mencionados anteriormente.
El laberinto del BCE: atrapado en el papel de impulsor de la política monetaria y supervisor bancario
El BCE debe cumplir con una doble misión de definir la política monetaria y supervisar el sistema bancario europeo. La entidad, con su política monetaria de tipos cercanos al cero, está intentando estimular el crecimiento de la zona euro y luchar contra la deflación. Por otro lado, el BCE está usando sus declaraciones para tirar a la baja del tipo de cambio del euro e impulsar con ello la competitividad de los exportadores de la región. Además, está empleando medidas no convencionales como líneas de crédito y compras de activos focalizadas, dentro de su objetivo de ampliar su balance en un 1 billón de euros, para intentar poner fin a la crisis crediticia que siguen sufriendo los países de la periferia del euro y, en general, estimular el crédito bancario.
Sin embargo, como supervisor de los bancos de la eurozona con importancia sistémica, el BCE tiene que garantizar que se reduce el endeudamiento en los balances bancarios poco saneados y que se refuerza su estabilidad. Debido a la aprobación de normas más estrictas, los bancos de la zona del euro han reforzado su capital y sus reservas hasta un punto que les garantiza un acceso amplio a la liquidez del banco central. Pero dado que el entorno económico de la zona euro sigue siendo bastante arriesgado como para dedicarse activamente a la concesión de créditos, los bancos afectados están mostrando poco interés por la oferta de liquidez adicional del BCE.
En estas circunstancias, el BCE no podrá ni conseguir su objetivo ni debilitar el euro de forma más permanente, dado que la moneda ya está infravalorada desde el punto de vista fundamental. “Una vez que las condiciones monetarias más expansivas que ha mantenido el BCE desde mediados de 2014 comiencen a impulsar el crecimiento económico a partir del segundo trimestre de 2015, la presión alcista sobre el euro aumentará durante el transcurso del año”, concluye Janwillem Acket.
Una gestión cambiaria enérgica, con un techo al estilo del banco central de Suiza, sería una idea muy sensata en esta coyuntura. Sin embargo, a corto plazo una medida tan decidida es improbable. La gran duda es cómo va a afrontar el BCE estas tendencias inminentes.