Aunque la naturaleza estructural de la demanda tecnológica sigue intacta, varios segmentos del sector podrían sufrir dificultades de tipo cíclico en áreas donde están purgándose las acumulaciones provocadas por el COVID y la visibilidad de la demanda sigue siendo reducida a causa del deterioro macroeconómico. Caracterizado por unos tipos de interés que permanecerán en cotas elevadas durante un periodo prolongado, el entorno macroeconómico también podría afectar a las valoraciones de algunas empresas por la vía de unas tasas de descuento más elevadas, ya que en estas empresas los beneficios futuros tienen un peso relativamente mayor, dado que esperan crecer con el tiempo.
Cabe destacar que las empresas tecnológicas han reaccionado de forma relativamente rápida ante el cambio en las condiciones de liquidez, apuntalando sus beneficios con mejoras de la eficiencia y recortes de costes. Ahora que las empresas en sus primeras etapas de desarrollo están encontrando más dificultades para acceder a financiación privada o salidas a bolsa, las estructurales sectoriales han mejorado para los actores existentes, con parte de la nueva competencia replegándose o consolidándose, lo que ha creado oportunidades para los actores de escala y los que se embarcan en restructuraciones adecuadas y productivas.
En este sentido, cabe destacar que parte de la reducción de existencias que ha sufrido el sector durante el último año aproximadamente ha comenzado a corregirse y los ordenadores, los teléfonos móviles y demás están arrancando un periodo de reposición. Las áreas de la vieja economía que habían quedado atrás en el juego de la digitalización también están generando una demanda constante.
En definitiva, la tecnología sigue siendo un componente esencial de todos los sectores y suministra las infraestructuras básicas que necesitan los consumidores, las empresas y las administraciones públicas para funcionar.
Las empresas cuentan con balances sólidos, una deuda relativamente baja y unos elevados saldos de tesorería, lo que significa que están más protegidas frente al aumento de los tipos de interés que los negocios más endeudados y también que pueden redistribuir el capital cuando surgen oportunidades.
Un entorno de tipos más altos puede ser un obstáculo para las valoraciones e implica que la calidad de los beneficios y los flujos de efectivo podrían convertirse en impulsores más importantes del comportamiento bursátil. Áreas a las que el mercado ha prestado escasa atención en el pasado, como la retribución en acciones, que tiene un efecto dilutivo sobre los beneficios, y los resultados no expresados de acuerdo con los principios contables generalmente aceptados, podrían concitar más atención, sobre todo en las empresas de crecimiento acelerado y el software. En un entorno de tipos más altos durante más tiempo, las cotizaciones podrían no tender al alza casi de forma automática como en el pasado. En lugar de eso, probablemente se comporten mejor las empresas con un recorrido al alza atractivo y la capacidad para generar esos beneficios.
Tras unas sólidas rentabilidades relativas en 2022, los resultados han sido peores en 2023 debido a las infraponderaciones motivadas por la valoración que habíamos adoptado en algunas empresas que se han beneficiado enormemente del tirón alcista propiciado por la IA y los flujos en busca de seguridad ante el entorno macroeconómico incierto. Algunas de estas acciones han alcanzado su valoración objetivo y han sido una fuente de capital para reinvertir en oportunidades más interesantes en otras áreas del sector.
Se encontraron oportunidades en el plano de la actividad corporativa y obtuvimos ganancias con candidatos a protagonizar operaciones. Creemos que escoger empresas con perspectivas de crecimiento firmes, combinándolo con un análisis riguroso de las valoraciones, es el enfoque más equilibrado para el sector tecnológico y hemos encontrado oportunidades en empresas que están monetizando las interacciones pasándose a modelos de suscripción que garantizan clientes que repiten, lo que se traduce en márgenes más estables y un crecimiento constante. Estas empresas se han movido en niveles de valoración interesantes.
La tendencia estructural de la tecnología permanece intacta y podría incluso haberse reforzado a tenor de las estrechas interrelaciones entre las capacidades tecnológicas y la competitividad. Muchas empresas consolidadas necesitan actualizar sus viejas infraestructuras tecnológicas para que los diferentes sistemas puedan comunicarse y se incorporen plataformas y aplicaciones digitales básicas para poder utilizar eficazmente el software de última generación, como los análisis avanzados y la IA. La gestión de datos, la gobernanza y la seguridad también son sectores importantes donde la demanda está creciendo. Algunas empresas tecnológicas centradas en la sostenibilidad se perfilan para crecer a largo plazo a medida que los sectores económicos en todo el mundo invierten en tecnología para cumplir con los marcos normativos que impulsan los objetivos de cero emisiones netas desarrollando software que podría ayudar a calcular las emisiones o a utilizar los recursos de forma más eficiente. También existen oportunidades para los inversores en las empresas que repatrían sus actividades y automatizan un porcentaje mayor de su producción para compensar el aumento de los costes laborales.
En cuanto a los valores individuales, existen oportunidades para entrar en acciones baratas a las que el mercado ha dado la espalda, valores donde la debilidad de la demanda ya está descontada, apuestas infravaloradas en tendencias generalistas, beneficiarios de operaciones corporativas y negocios que están reforzando sus posiciones de mercado.
Tribuna de opinión de Hyun Ho Sohn, gestor de Fidelity International.