El momento es positivo para el sector a pesar del entorno de incertidumbre que marca la economía global. Si miramos en concreto a España, según las estimaciones de la asociación SpainCAP, el capital privado ha registrado en el primer semestre de 2023 una cifra global de inversión de 3.005 millones de euros. Esto es un 46% menos que en el mismo periodo de 2022, pero aun así la cifra muestra la resiliencia del sector si tenemos en cuenta que 2022 fue un año realmente de récord en volumen y en operaciones y que el panorama macroeconómico se ha visto sacudido por el efecto del aumento de la inflación, el cambio en el contexto de los tipos de interés y el aumento de las incertidumbres sobre la evolución de la economía. De hecho, el pronóstico que hace SpainCAP para el conjunto de 2023 es positivo, y augura un repunte de la inversión en la segunda mitad del año. Este potencial de crecimiento se observa también en el entorno internacional.
De hecho, según las previsiones de Preqin, el sector pasará de los más de 10 billones de dólares transaccionados en 2021 a casi 18 billones en 2026. Un incremento muy destacado, que, sin embargo, no está libre de retos para las empresas del sector. Por una parte, la reciente crisis bancaria, aunque aparentemente controlada ya, va a provocar todavía restricciones en la capacidad de apalancamiento, al tiempo que el coste de financiación de las adquisiciones va a seguir aumentando debido a la subida de los tipos de interés. A pesar de estos vientos en contra, los inversores institucionales están aumentando su exposición a activos alternativos, atraídos por el buen tirón del sector en estos años y las buenas rentabilidades. Las propias firmas de private equity han experimentado un crecimiento acelerado en estos últimos años, con un aumento anual de los activos gestionados de más del 22% desde 2017.
Nuevo ciclo de vida de la inversión
Muchas estrategias de private equity están limitadas al calendario de sus fondos. Las operaciones se buscan, se analizan y, en última instancia, se cierran teniendo muy presente el resultado final: una salida rentable y en un plazo de tiempo muy determinado. El problema es que limitarse a este enfoque impide a los gestores identificar todas las posibles oportunidades para transformar realmente un activo y aportarle verdadero valor a largo plazo. En nuestra opinión, es importante pensar más allá del ciclo tradicional del fondo, y por eso en Squircle Capital estamos firmemente convencidos de que hay más oportunidades si somos capaces de salir de este esquema más tradicional. Mientras que otros buscan resultados a corto plazo, a nosotros nos entusiasma la transformación con impacto y sabemos que el valor real se construye con el tiempo. Esto además nos permite alimentar sólidas relaciones entre la propiedad de los activos, su equipo de gestión y nuestros expertos internos del sector.
Esto también significa que en Squircle Capital vemos el papel de las firmas de private equity como agentes que pueden contribuir a transformar y añadir valor a los activos, generando al mismo tiempo un impacto positivo en la sociedad. Creemos que el verdadero trabajo (y el valor) viene después de cerrar una operación. Por eso, las empresas de private equity más exitosas son precisamente las que son capaces de mostrar su excelencia operativa. Esto requiere una perspectiva a largo plazo y un enfoque sostenible a la hora de invertir y gestionar activos.
Los fundamentos de la inversión siguen siendo válidos: encontrar eficiencias, aplicar una nueva estrategia y, cuando proceda, incorporar un equipo de gestión experimentado, todo lo cual mejora las operaciones y, en última instancia, nos ayuda a alcanzar nuestros objetivos de rentabilidad. Con esta visión en mente y la convicción de que el private equity debe dejar una huella positiva, es posible aportar un valor que no se limite a los resultados financieros.
MB92 Group, un ejemplo de cómo generar valor con la gestión
Un ejemplo de ello es nuestro compromiso con el futuro sostenible del sector de los superyates a través de MB92 Group, el grupo líder mundial en refit, reparación y mantenimiento de superyates, con presencia en Barcelona y La Ciotat, y en el que Squircle Capital posee una participación de control. MB92 ha anunciado recientemente su última propuesta de servicio, que ayudará a implantar las últimas tecnologías para impulsar la sostenibilidad. Aspectos como la conversión a luces LED y la optimización del biocombustible, que pueden reducir las emisiones de CO2 hasta en un 90%, están en el punto de mira de los propietarios que quieren reducir su impacto ambiental. En la actualidad hay unos 6.000 superyates de más de 30 metros de eslora en todo el mundo, y estamos respaldando un destacado número de soluciones con potencial para disminuir su impacto en el medio ambiente.
El objetivo de las empresas de private equity es generar beneficios para sus accionistas, pero eso no significa que no puedan dejar un legado positivo. De hecho, pueden y deben hacerlo. A todos nos interesa garantizar que un activo se gestione adecuadamente para que sea sostenible más allá del ciclo de vida tradicional de un fondo. Y aplicar estrategias pensando en el beneficio de todos los grupos de interés requiere un enfoque a largo plazo para crear un valor duradero. Debemos pasar de un enfoque centrado en los accionistas a uno que ponga en el centro a todos los interesados en el sentido amplio de la palabra, y trabajar para «alimentar» el activo, en lugar del anticuado método de «comprar y vender». Ese cambio de paradigma representa el futuro del private equity, porque además quienes se centren en crear valor real a largo plazo serán capaces de ofrecer rendimientos que van mucho más allá. Esperamos que, en el futuro, más empresas de private equity adopten esta actitud para impulsar que el sector deje un legado positivo y proyectar la reputación que merece.
Tribuna de José Caireta, fundador y managing partner de Squircle Capital.