Con el crecimiento exponencial de las nuevas tecnologías, las opciones de inversión se multiplican y el acceso a la información es cada vez mayor. Aun así, para muchos, el mundo de las inversiones puede parecer una montaña rusa, llena de altibajos e incertidumbres. Quien quiere empezar su vida de inversor y tomar decisiones inteligentes debe comprender el ciclo económico, una especie de mapa que describe las oscilaciones de la economía en un lapso que suele rondar entre los 5 y 6 años.
El ciclo económico, definido como los patrones recurrentes de expansión y contracción que enfrenta toda macroeconomía, está compuesto por cuatro etapas: expansión, pico, contracción y valle. Cada una con su propio conjunto de oportunidades y desafíos, especialmente para aquellos que desean invertir.
En la etapa de expansión, la economía muestra un aumento en la producción de bienes y servicios. En esta fase, las tasas de interés suelen ser bajas, lo que estimula la economía e impulsa la creación de empleo por parte de las empresas, con salarios más atractivos e inversiones. Con dinero en el bolsillo, las personas no temen gastar o invertir sus reservas.
En la fase de pico, el nombre mismo lo dice: hay un «auge» en la producción de bienes y servicios. Si se representara gráficamente, se podría observar la cima de una montaña y es allí arriba donde reside el peligro. Los desequilibrios económicos pueden empezar a entrar en juego, como la temida inflación, causada por la expansión de la oferta monetaria y/o la expansión artificial del crédito de la fase anterior. Esto crea un proceso de desajuste o descoordinación entre el comportamiento de la oferta y la demanda de bienes y servicios. Para frenar los índices inflacionarios, la tasa de interés se va elevando.
La recesión, tercera etapa, hace referencia al movimiento descendente de la economía. La escena se caracteriza por el desempleo y la reducción de la actividad económica. Con menos dinero en la economía, ya que las personas no lo tienen para gastar, las empresas frenan y esperan para arriesgarse e invertir. La economía comienza a desacelerarse. En esta etapa se produce el proceso de corrección de la economía, donde las inversiones «malas» incentivadas por la expansión artificial se quiebran y quedan las buenas. En este proceso, la actividad económica disminuye y aumenta el desempleo mientras los agentes se reorganizan para volver a la coordinación.
Por último, llegamos a la depresión o etapa del valle, donde la economía toca fondo, pero, como reza el dicho, “lo mejor de tocar fondo es que ya no podés caer más, a partir de ahí solo queda subir”. Esta fase se caracteriza por el empeoramiento del escenario general, con un aumento del desempleo, altas tasas de interés y empresas inactivas. Lo que suele ocurrir es que, con un horizonte desafiante, el consumo disminuye y también la inflación, lo que favorece la reducción de las tasas de interés, dando inicio a la recuperación económica. Este es, históricamente, el ciclo económico.
Todos soñamos con una inversión que ofrezca bajo riesgo, alta liquidez y rentabilidad elevada. Sin embargo, es prácticamente imposible lograr esta combinación ideal. Por lo tanto, estudiar los ciclos nos ayuda a comprender las ventajas de apostar por inversiones a largo plazo que superen los vaivenes de la economía. Esto es porque, con un marco de tiempo más largo, las inversiones tienen más oportunidades para recuperar su valor.
La comprensión del ciclo económico también radica en la importancia de buscar nuevas oportunidades de inversión alrededor del mundo, ya que los ciclos varían según la distribución geográfica. Por ejemplo, hoy Chicago es una buena oportunidad, pero en otra fase del ciclo quizás no lo sea. Por lo tanto, el inversor que estudia los ciclos económicos podrá determinar en qué parte del mundo es mejor invertir para optimizar sus ganancias.
Por Sofía Gancedo, Licenciada en Administración de Empresas por la Universidad de San Andrés y máster en Economía de Eseade, cofundadora de Bricksave