Los efectos de la pandemia, la guerra, la persistente degradación del medio ambiente y la desigualdad hacen que el papel de la sostenibilidad en los negocios y la inversión sea más importante que nunca.
Además, los criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) y la inversión sostenible también han sido objeto de un saludable debate. Las siguientes son las 7 tendencias que dominarán el discurso de la inversión sostenible a lo largo del próximo año.
#Tendencia 1: Pasar de los compromisos climáticos a su cumplimiento
La falta de avances en la reducción de las emisiones mundiales hará que el debate sobre el clima se desplace de los objetivos a largo plazo a los resultados, centrándose en la innovación y las soluciones tecnológicas.
La necesidad de lograr resultados se vio impulsada cuando la guerra de Ucrania puso de relieve la debilidad de unos sistemas energéticos vulnerables a los riesgos geopolíticos. Por ello, se hará hincapié en la tecnología escalable que pueda apoyar la transición, y el crecimiento de las energías renovables seguirá superando las expectativas.
Esperamos que la carrera por cumplir los objetivos de reducción de emisiones a largo plazo sea más lenta y cautelosa, ya que dependerá de que los reguladores establezcan normas explícitas y los consumidores compren productos y servicios con menos emisiones, a medida que la obtención de resultados sea más evidente.
También esperamos que las transiciones hacia realidades menos contaminantes se enfrenten a un mayor escrutinio, aunque en última instancia, serán más aceptadas a medida que los propietarios de activos comprendan mejor la duración y la complejidad de la transición energética.
Los incentivos fiscales sin tope de la Ley para la Reducción de la Inflación en Estados Unidos impulsarán una adopción más rápida de las tecnologías limpias en ese país, y esperamos un aumento de la regulación y la actividad por parte de los bancos centrales y los reguladores de la Unión Europea (UE), destacando en particular el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono de la UE.
Esta tendencia es importante para los inversores porque prevemos un cambio en las expectativas, que pasarán de los parámetros “de conversación” a largo y medio plazo como los objetivos de descarbonización basados en la ciencia, a centrarse en las inversiones y los gastos operativos que permitan alcanzar estos objetivos.
Dado que gran parte de la tecnología verde es aún incipiente y no está contrastada, los incentivos financieros pueden servir de catalizador para que las empresas inviertan en sectores de transición rezagados como el cemento, el acero, la aviación, el transporte marítimo y la alimentación. La innovación resultante en tecnologías climáticas ofrecerá oportunidades a los inversores que busquen alinear sus carteras con la transición energética.
#Tendencia 2: La tecnología a largo plazo y la energía a corto plazo ya no cumplen las expectativas
Resultaba fácil aparentar que se era sostenible en la época del dinero fácil posterior a la crisis, en la que se recompensaba generosamente el crecimiento.
Esto provocó que la cartera típica de tecnología a largo plazo y energía a corto plazo se convirtiera en el modelo de sostenibilidad debido a su bajo nivel de externalidades negativas fácilmente cuantificables, como las emisiones de carbono, junto con una exposición positiva a la tecnología de vanguardia que mejoraba la vida de las personas.
Creemos que este enfoque algo superficial dejará de funcionar en el futuro, debido a las mayores expectativas de los propietarios de activos, a la regulación y a un entorno de mercado diferente.
En este sentido, esperamos que las carteras que se comercialicen como sostenibles demuestren claramente la alineación con el cliente, la adicionalidad o los resultados que ofrecen y hasta qué punto se tienen en cuenta los criterios ESG desde una perspectiva financiera y no financiera.
Además, esperamos que la necesidad de demostrar los resultados positivos del compromiso se convierta en un requisito básico, en lugar de ser algo complementario pero no necesario.
#Tendencia 3: Definiciones bajo el microscopio
La inversión sostenible se ha convertido en un atolladero normativo en los dos últimos años con la introducción del Reglamento de la UE sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector financiero (en inglés, SFDR) y la taxonomía en materia de divulgación de información sobre finanzas sostenibles.
Esta tendencia de los reguladores tratando de desentrañar la interacción entre los sistemas financieros, medioambientales y sociales y los distintos objetivos de inversión pasará de establecer los principios básicos a examinar cómo han interpretado los gestores de activos la letra pequeña de la normativa.
La normativa evolucionará para centrarse en el perfeccionamiento de la definición de inversión sostenible y esperamos que haya un mayor escrutinio y una mayor orientación sobre la definición de los fondos conformes al artículo 8 del SFDR.
#Tendencia 4: Evolución de las expectativas en materia de deber fiduciario y materialidad
Se está produciendo un cambio creciente en la definición del deber fiduciario, que pasa de la riqueza al bienestar del accionista, acompañado del auge del capitalismo de las partes interesadas.
Esto significa que los propietarios de activos esperan cada vez más que los gestores de activos tengan en cuenta el concepto de doble materialidad, según el cual se consideran materiales tanto las consecuencias de las cuestiones medioambientales y sociales en los resultados de una empresa, como el impacto de la empresa en el medio ambiente y la sociedad.
Del lado de los inversores, cabe esperar que los clientes y los reguladores hablen de cuestiones ESG que parecen menos relevantes para la valoración de una empresa a corto plazo, pero que son importantes para la toma de decisiones de los propietarios de activos a largo plazo.
#Tendencia 5: Politización de los factores ESG
Los factores ESG han sido atacados en Estados Unidos por políticos de las dos facciones dominantes. Para la derecha, las consideraciones ESG representan una cábala política que está distorsionando los mercados y retirando peligrosamente financiación a industrias cruciales como la energía y la defensa. Para la izquierda, los factores ESG no son sino el último trampantojo urdido por Wall Street para obtener mayores comisiones mediante el lavado de imagen verde (o greenwashing).
Aunque los argumentos a menudo tergiversan, simplifican en exceso o son excesivamente reduccionistas, la crítica de las consideraciones ESG a medida que se generalizan obligará a adoptar enfoques de mayor calidad y transparencia, lo que consideramos positivo.
Aunque el ruido político a menudo tergiversa lo que son los factores ESG, prevemos que estos argumentos seguirán generando noticias, provocando así confusión a los clientes, por lo que los gestores de activos deben ser claros en cuanto a su filosofía y enfoque de inversión.
Esperamos que se reconozca cada vez más que los gestores de activos, individual o colectivamente, tienen cierta capacidad, aunque no ilimitada, para cumplir los objetivos ESG de todo el sistema y que los reguladores deben tomar cartas en el asunto.
#Tendencia 6: El resurgimiento de la narrativa del decrecimiento
Las dos teorías económicas dominantes en materia de sostenibilidad se centran en el decrecimiento o en el crecimiento ecológico.
El crecimiento verde considera posible aumentar parámetros tradicionales como el PIB y, al mismo tiempo, alcanzar niveles aceptables de contaminación global y de vida. Por su parte, el decrecimiento aboga por que el consumo de recursos disminuya para que la sociedad pueda vivir dentro de unos límites ecológicos. A lo largo de 2022, la narrativa del decrecimiento ganó enteros debido a la aparente ineficacia del crecimiento verde.
A menos que la contaminación mundial absoluta empiece a disminuir, lo que consideramos improbable, es probable que la narrativa del decrecimiento empiece a calar lentamente en el debate económico general y en la formulación de políticas gubernamentales. Las empresas más expuestas a problemas de “consumo excesivo”, como la moda rápida y los plásticos de usar y tirar, pueden esperar una mayor atención por parte de reguladores, consumidores y clientes.
Hasta la fecha, los gobiernos han centrado sus políticas en la necesidad de que las empresas cuantifiquen sus emisiones, pero una mayor aceptación de la teoría del decrecimiento podría dar lugar a una postura más intervencionista. Esto podría tener un gran efecto en las perspectivas financieras a largo plazo de los sectores que más están en el punto de mira.
#Tendencia 7: Una ampliación de la agenda
En 2022, la regulación del clima y de los mercados financieros fue el tema predominante en cuanto a los factores ESG. Creemos que ahora la atención se centrará en temas más amplios de biodiversidad, que tendrán en consideración los límites planetarios en lugar de métricas medioambientales específicas y cuestiones sociales como la seguridad alimentaria, la resistencia antimicrobiana y los monopolios.
Esperamos que los gestores de activos tengan que demostrar su rendimiento en relación con los límites o presupuestos del capital natural, en lugar de como datos de rentabilidad absoluta. Esto ya está ocurriendo en cierta medida a través de iniciativas como los presupuestos de carbono de la UE para los fondos y el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera Relacionada con la Naturaleza, pero esperamos que la tendencia se acelere.
La atención prestada a temas sociales más generales obligará a mantener conversaciones espinosas en las que habrá menos ocasiones en las que todos ganen en el caso del capital financiero, natural y social, y en las que, en cambio, existirán soluciones intermedias que habrá que sortear con cuidado.
Tribuna de opinión de Lloyd McAllister, responsable de inversión sostenible de Carmignac.
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