Se ha materializado un gran cambio en Japón durante la última década y las causas son múltiples: reformas reglamentarias, innovación empresarial, una economía más fuerte y un mayor énfasis en el uso eficiente del capital. Todo ello configura un panorama más positivo para los inversores.
Consideremos las rentabilidades para el accionista. En una entrevista reciente en la CNBC, Warren Buffett afirmó que lo que le llevó a destinar miles de millones a la bolsa japonesa fue el hecho de que podía invertir con rentabilidades por beneficios de dos dígitos y, aun así, seguir esperando que los pagos de dividendos crecieran sustancialmente a lo largo del tiempo. “Ha resultado ser mejor de lo que había pensado”, señaló.
Las empresas japonesas han amasado ingentes cantidades de tesorería a lo largo de los años y, a consecuencia de ello, se les ha acusado de no asignar eficientemente el capital, pero esa caracterización del sector empresarial nipón parece cada vez más trasnochada: durante los últimos años, las empresas japonesas han estado repartiendo más capital que nunca entre sus accionistas. En el ejercicio contable que acaba de finalizar, las compañías del TOPIX han efectuado un volumen récord de recompras de acciones y, al mismo tiempo, han desembolsado la mayor cantidad de dividendos hasta la fecha. Paralelamente, las acciones de las empresas japonesas siguen cotizando en niveles atractivos desde una óptica relativa, especialmente cuando se las compara, por ejemplo, con las valoraciones de los índices de referencia de bolsa estadounidense.
Estos cambios están produciéndose en parte por una serie de reformas reglamentarias diseñadas para impulsar la eficiencia en el uso del capital en la bolsa japonesa. La Bolsa de Tokio (TSE) reorganizó el año pasado el mercado en tres segmentos, fijando unas normas de gobierno corporativo más exigentes para el nuevo segmento Prime, donde cotizan actualmente casi la mitad de los valores de TSE. Por ejemplo, una nueva medida con implicaciones desde el punto de vista de las rentabilidades para el accionista es que las empresas del segmento Prime están sujetas a mayores niveles de supervisión en relación con el uso eficiente del capital, sobre todo en empresas que cotizan por debajo de su valor contable, y se les pide que “identifiquen adecuadamente” su coste del capital y su eficiencia en el uso del capital.
Aunque las medidas son alentadoras, pensamos que es aún más importante poner en marcha incentivos para que las empresas busquen un crecimiento sostenible. Por ejemplo, los nuevos requisitos en materia de gobierno corporativo del segmento Prime aplican el principio “cumplir o explicar”. En la práctica, se derivan escasas consecuencias para las empresas que se saltan lo de “cumplir” y van directamente a “explicar”, tratándolo como un mero trámite. Se necesita una aplicación más estricta. En esta misma línea, creemos que sería positivo revisar la metodología para calcular el TOPIX. Actualmente, el índice nipón absorbe automáticamente las acciones cuando salen a cotizar, en contraposición a los índices de referencia internacionales como el S&P 500, que limitan el número de integrantes.
Las lecciones que brinda Japón en lo que respecta a la producción económica o los resultados empresariales son que el crecimiento y la innovación no solo pueden mantenerse, sino acelerarse en un contexto de envejecimiento y mano de obra menguante. De hecho, Japón hace ya tiempo que se despojó del lastre de las “décadas perdidas” que mantuvieron a su economía rehén de una espiral deflacionista durante gran parte de los años 1990 y 2000.
En 2012 llegó un punto de inflexión con el lanzamiento del paquete de reformas económicas y financieras del por entonces primer ministro Shinzo Abe, conocido como Abenomics. La década transcurrida se ha caracterizado por un crecimiento constante y estable, tanto si se mide por producción total, inversión empresarial o salarios totales. A consecuencia de ello, los beneficios del sector empresarial japonés han superado a los del mundo desarrollado y, en este sentido, ha sido clave la expansión de los márgenes. Aunque una moneda más débil también ha tenido que ver en este mejor comportamiento relativo, las reformas empresariales y los recortes de costes también han contribuido claramente.
Japón también ha esquivado en su mayor parte la ola inflacionista que ha asolado a muchas economías occidentales y ha dado dolores de cabeza a sus bancos centrales durante estos últimos años de precios disparados y otras perturbaciones a causa de la pandemia. Por el contrario, Japón es un lugar donde, en general, se le da la bienvenida a un poco de inflación. Aunque a algunos les preocupa la perspectiva de que se descontrole la inflación, los incrementos moderados de los precios que está experimentando Japón hasta ahora actúan como un colchón antideflacionista. También pueden actuar como un resorte cíclico para la economía, ya que las empresas empiezan a subir los salarios de forma significativa, cosa que las autoridades esperan que estimule el consumo.
Muchas de esas empresas son competitivas, líderes mundiales en sus sectores e innovadoras y poseen el poder de fijación de precios necesario para absorber estos aumentos de los costes y seguir generando beneficios. A este respecto, cabe citar las empresas de software y servicios tecnológicos que están ayudando a las compañías japonesas a superar la escasez de mano de obra y elevar la productividad, mientras que las soluciones de automatización de fábricas hechas y diseñadas en Japón están exportándose a todo el mundo. Las empresas innovadoras del sector sanitario aportan dinamismo, mientras que el crecimiento de los dividendos sigue cobrando impulso en muchas empresas japonesas.
Por último, Japón es un líder discreto en la región y en todo el mundo a la hora de priorizar los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG). Las reformas en la bolsa se suman a las revisiones del código de gobierno corporativo que han ayudado a que las inquietudes de los accionistas revistan una mayor importancia para los equipos directivos. Es más, el sector financiero y las empresas de Japón están perfilándose como líderes mundiales en la búsqueda de las cero emisiones netas. En Japón tienen su sede más empresas que apoyan el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima (TFCD) que en cualquier otro país del mundo.
A pesar de la mejora de las perspectivas durante los últimos años, las exposiciones de los inversores —tanto extranjeros como nacionales— han perdido comba. Los fondos de gestión activa que invierten en todo el mundo siguen manteniendo una infraponderación neta en Japón, aunque esta es menor que hace unos dos o tres años, cuando estalló el COVID. Los hogares japoneses también están relativamente infraponderados en renta variable cuando se tiene en cuenta la composición de sus activos financieros, comparado con sus homólogos en EE.UU. y Europa. Estas infraponderaciones estructurales sugieren que existe mucho margen para que los mercados japoneses reciban flujos de capitales.