La gestora nórdica Evli Fund Management, una de las tres mayores gestoras de fondos en Finlandia, estima que el escenario actual de subida de la inflación y posible entrada en recesión económica podría favorecer las inversiones forestales. Este es un activo que el pasado año aportó un retorno del 12,9% en el NCREIF Timberland Index, el benchmark en EE.UU. que es referencia para la inversión forestal en todo el mundo.
Según la gestora, dado el escenario de inflación elevada, subida de tipos de interés, y alta volatilidad en otros activos como la renta variable, así como la proximidad de una desaceleración o recesión de la economía, invertir en bosques en 2023 es una alternativa idónea por su capacidad de preservar el capital y sus beneficios como cobertura contra la inflación.
La gestora lleva 30 años ofreciendo inversiones a sus clientes, fondos de pensiones, inversores UHNW y Family Office, y desde 2020, inversiones forestales. Se dirigen a clientes con un perfil institucional y de elevados patrimonios, que encuentran en la inversión forestal grandes posibilidades de obtener buenos rendimientos consistentes ajustados al riesgo.
La inversión forestal consiste en la inversión en bosques comerciales que incrementan su valor por el crecimiento de sus árboles (factor responsable de alrededor del 60% del retorno total del activo) y por la apreciación del precio de la tierra y la madera. La madera es un material versátil que se utiliza en diferentes usos como la construcción, sustituyendo en concreto al acero, o al plástico en el packaging de productos.
Durante las caídas del mercado, los bosques son un activo resiliente que aportan amplias posibilidades de preservar el capital a lo largo del tiempo. En el período 2008-2009, cuando los mercados bursátiles cayeron en torno al 40% a causa de la crisis financiera, las inversiones forestales incrementaron su valor. Por otra parte, cuando se dan escenarios inflacionistas, los inversores tienden a refugiarse en los activos reales, como pueden ser los bosques.
Actualmente la demanda de madera en un escenario de economía más saludable y sostenible está creciendo. Como se tarda mucho tiempo en que un bosque se consolide, no existen otras fuentes disponibles de la oferta que puedan hacer caer el precio. En los períodos en los que el precio de la madera es bajo, los gestores pueden decidir reducir o incluso frenar la tala de árboles, mientras esperan que los precios se recuperen. Los árboles, mientras tanto, siguen creciendo y acrecientan su valor, independientemente de lo que suceda en los mercados.
En los últimos años, el atractivo de la inversión forestal ha aumentado, por la concurrencia de una serie de factores. En primer lugar, por la posibilidad de monetizar los servicios medioambientales que aportan los bosques se ha materializado en los últimos años, por ejemplo en los mercados de carbón.
Además, el valor subyacente de los bosques ha aumentado por su capacidad de reducir la huella de carbono en la atmósfera.
La diversificación también ha beneficiado a las carteras de inversión. Al añadir la inversión en bosques a su cartera, los inversores reducen su nivel de volatilidad, y obtienen atractivos rendimientos ajustados al riesgo a lo largo de diferentes ciclos económicos. De hecho, en el momento actual, una cartera global diversificada, es clave para consolidar una expectativa de rendimientos estables y elevados.
La protección contra la inflación refuerza el apetito de los inversores por este activo, ya que los rendimientos de la inversión forestal están muy correlacionados con la inflación. Y ello porque la madera es un material muy versátil con muchos usos, y la evolución de los precios es paralela al de las materias primas. Además, no es fácil recurrir a nuevas fuentes de suministro.
Por último, las certificaciones de sostenibilidad, adaptadas a los criterios ESG, emitidas por terceros independientes, aportan garantías para los inversores. La capacidad de las inversiones forestales de ofrecer materias primas renovables y capturar carbón ha incrementado todavía más su atractivo en los últimos años. Algunos gestores de fondos se han aliado con ONG medioambientales para que les ayuden a establecer mejores prácticas, incluyendo la protección de la biodiversidad.