El miércoles pasado, el Comité de Operaciones de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal de Estados Unidos decidió subir la tasa de interés de referencia en 25 puntos base, ubicándose en 5,00% a 5,25%, tal y como se esperaba. Con esta alza podríamos decir que se ha dado por terminado, al menos de momento, su ciclo de alza que inició en marzo del 2022.
No obstante, una pausa al ciclo de alza en tasas, no significa que los problemas han terminado. El panorama económico actual se caracteriza por condiciones crediticias restrictivas, tasas de interés elevadas e inflación que se mantiene aún alta, lo que impactará al crecimiento económico. Se habla ya como un hecho que esta desaceleración llevará a una recesión, en un panorama donde las empresas buscan asegurar financiamiento, los consumidores reducen el gasto y los inversores se vuelven cada vez más cautelosos.
Uno de los principales impactos de las condiciones crediticias restrictivas es que se vuelve más difícil para las empresas obtener financiamiento para la expansión o inversión. Esto puede llevar a una disminución en la actividad económica, ya que las empresas no pueden crecer o invertir en nuevos proyectos. Las tasas de interés elevadas pueden agravar este problema, ya que las empresas deben pagar tasas de interés más altas en préstamos, lo que hace aún más costoso obtener financiamiento. El impacto no solo se ve en una disminución en la inversión, si no en menores utilidades para las empresas, lo que puede estar no del todo asimilado dentro de las estimaciones por parte de los analistas en el mercado accionario, generando así incertidumbre y volatilidad para los inversionistas.
Por su lado, a pesar de que se ha logrado bajar la inflación en Estados Unidos desde su nivel más alto en junio de 2022 de 9,1% anual, seguimos viendo una inflación por arriba del histórico y del objetivo de la Reserva Federal de 2,0%. La inflación también tiene un impacto significativo en la economía. A medida que los precios suben, los consumidores pueden comenzar a reducir el gasto, considerando que el 70% del PIB de Estados Unidos es consumo, esto tiene un impacto directo en la actividad económica. Si a esto le adicionamos la parte de la oferta donde las empresas se han visto obligadas a aumentar los precios para cubrir sus costos que han incrementado, lo que deprime aún más la demanda del consumidor.
Ya hemos empezado a ver el impacto de una desaceleración económica; las empresas han empezado ya desde la segunda mitad de 2022 a recortar empleos o reducir salarios, y mientras que los datos de empleo de abril seguramente aún muestren datos de generación de empleo fuertes; este indicador económico mantiene un rezago. Acorde al indicador WARN (basado en la ley de notificación de ajuste y retiro), el cual requiere que las empresas notifiquen con al menos 60 días de anticipación cualquier despido masivo. Acorde a un estudio realizado por la FED de Cleveland, [1] las notificaciones WARN han estado aumentando significativamente desde inicios de 2023. Considerando que a diferencia del dato de empleo, el WARN puede ser visto como un indicador económico adelantado, esto indica señales de recesión.
Claro está que la Reserva Federal podría en cualquier otra instancia ajustar la política monetaria reduciendo las tasas de interés e incrementando el suministro de dinero; sin embargo, el actual panorama inflacionario como ya mencionamos aún representa un reto. Si adicionalmente, consideramos que hace menos de 3 años FED cuando entramos a la pandemia, optó no sólo por bajar las tasas de interés si no que incrementó el suministro de dinero 43%, limita la capacidad del banco central para actuar en caso de que continúe deteriorándose el panorama económico.
Por su parte el gobierno de Estados Unidos también podría implementar medidas de política fiscal, como recortes de impuestos o aumento del gasto en infraestructura, para estimular el crecimiento económico. Sin embargo, estas medidas lucen actualmente poco viables, considerando que el gobierno estadounidense se enfrenta a problemas relacionados con el límite de endeudamiento, lo que lleva a que las herramientas de política monetaria y fiscal que normalmente se encuentran disponibles para hacer frente a una recesión se encuentran limitadas.
Además, debemos tener en cuenta que una recesión no solo afectaría a Estados Unidos, sino que tendría consecuencias a nivel global. Dado que Estados Unidos es la economía más grande del mundo, una recesión podría tener efectos significativos en la economía mundial.
En conclusión, aunque el ciclo de alzas de tasas de interés de la Reserva Federal ha llegado a su fin, el panorama económico sigue siendo incierto y presenta desafíos importantes. La combinación de condiciones crediticias restrictivas, tasas de interés elevadas, inflación persistente y limitaciones en las herramientas de política económica hacen que la posibilidad de una recesión sea cada vez más real. Asimismo, la Reserva Federal mantiene como prioridad el bajar la inflación aún si esto representa llevar a la economía a una recesión. Será crucial seguir de cerca la evolución de estos factores y cómo afectan el crecimiento económico en los próximos meses.
Columna de Ana Sepúlveda