La biodiversidad es, cada vez más, un componente de la regulación de las finanzas sostenibles. En los próximos meses, los inversores integrarán cada vez más esta cuestión crítica en su toma de decisiones. Es muy probable además que se solicite a las empresas y a los inversores una mayor transparencia sobre los riesgos para la biodiversidad en ambas direcciones: el riesgo de pérdida de biodiversidad en empresas e inversiones y para la biodiversidad de estas empresas e inversiones.
Tal y como recoge el estudio de Candriam ‘Biodiversidad: la nueva frontera de la inversión‘ nuestras sociedades y modos de vida modernos dependen totalmente de la naturaleza. Por ejemplo, más del 75 %8 de los principales cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización animal, lo que significa que la agricultura y los sistemas alimentarios dependen intrínsecamente de la biodiversidad.
Los profesionales de Candriam y autores del informe –Elouan Heurard, ESG Analyst Biodiversity; Alix Chosson, Lead ESG Analyst –Environmental Research & Investments; y Marie Niemczyk, Head of ESG Client Portfolio Management– hacen hincapié en que la ciencia demuestra que erosionar la biodiversidad crea riesgos materiales que afectarán a nuestras sociedades, estructuras económicas y al valor de las inversiones.
El Foro Económico Mundial aseguraba en 2020 que la generación de valor económico de 44 billones de dólares (más de la mitad del PIB total mundial) depende moderada o altamente de la naturaleza y sus servicios y, por tanto, está expuesta a la pérdida de naturaleza.
La escala y la velocidad a la que se pierde biodiversidad son alarmantes. La edición de 2022 del Global Living Planet Index, que mide la tasa media de cambio de las poblaciones animales, muestra que la población de fauna salvaje ha descendido un 69% entre 1970 y 2018. Aunque el descenso del 20% en Norteamérica y Europa parece menos acusado en comparación con la media, en términos absolutos, la situación es crítica. De hecho, en EE. UU., el área de distribución de las abejas ha disminuido un 80 % en pocas décadas. En Alemania, la masa de insectos en los bosques protegidos ha disminuido un 75 % en 30 años.
La Plataforma Intergubernamental científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) ha identificado cinco factores principales de la pérdida de biodiversidad; cambio del uso de la tierra; explotación directa; cambio climático; contaminación; y especies exóticas invasoras.
Otros estudios, con protocolos diferentes, llegaron a resultados similares. La realidad es sencilla de visualizar: cualquiera que haya realizado viajes largos por carretera durante este periodo habrá notado un parabrisas cada vez más limpio en su coche. Y lo que es peor, esta tendencia a largo plazo se está acelerando, pudiendo llegar a convertirse en la sexta extinción masiva del planeta, según las conclusiones de algunos científicos.
Ha quedado muy claro que la biodiversidad es y seguirá siendo una cuestión de inversión cada vez más importante. Pero el desafío será integrar las consideraciones sobre biodiversidad en las inversiones. Esto es algo que sigue siendo un ejercicio muy complejo. Y aunque las normas internacionales, la normativa regional y los desafíos actuales en materia de datos van a la zaga, es crucial plantear el debate sobre cómo integrar la biodiversidad como un factor de inversión serio, incorporar lo aprendido sobre la inclusión de consideraciones climáticas en las inversiones y, al mismo tiempo, abarcar las complejidades únicas de la evaluación de la biodiversidad.
Es cierto que las expectativas previas a la COP15 de la Biodiversidad de diciembre de 2022 eran altas, pero aunque se están logrando algunos avances, sigue habiendo importantes oportunidades de mejora mediante una aplicación concertada de las nuevas regulaciones.
Para ello se debe realizar un proceso analítico: los inversores deben ir mucho más allá del análisis ESG tradicional para centrarse en el desarrollo de indicadores específicos de biodiversidad y metodologías que integren datos a nivel de activos. También se necesita dar mayor protagonismo a los datos. Los inversores deben plantearse nuevos tipos de datos y nuevos indicadores. Esto permitirá acelerar la integración de la biodiversidad en la inversión, pues exigirá enormes esfuerzos de compromiso tanto para una divulgación suficiente como para la gestión de la biodiversidad. Desde Candriam, alertan que el éxito del compromiso requiere datos de alta calidad y metodologías pertinentes.
Además, al exigir a los gestores de activos que establezcan metodologías específicas y esfuerzos de compromiso que tengan plenamente en cuenta e integren la complejidad de la biodiversidad, los propietarios de activos pueden ser una poderosa punta de lanza en esta frontera de la inversión.