Del 22 al 24 de marzo se celebrará por segunda vez en Nueva York la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua. Según los expertos, esto brinda la oportunidad de dar un impulso a la tarea de abordar los amplios retos relacionados con la escasez y la contaminación del agua.
Uno de esos expertos es Murray Birt, Senior Research Analyst ESG para DWS, que desde la óptica de la industria de gestión de activos considera que “las acciones necesarias para abordar los retos que se avecinan sólo serán eficaces, sobre todo a nivel empresarial, si la sociedad reconoce los conflictos de intereses intrínsecos que vemos hoy en la cadena de valor de las inversiones y reconoce una clara separación de poderes y responsabilidades”.
En su opinión, los requisitos previos para avanzar hacia el objetivo de una gestión significativa de los riesgos del agua en la Conferencia de la ONU son: una mayor regulación del uso del agua y limitación de su contaminación por parte de los gobiernos; la inclusión del impacto medioambiental total del uso del agua en las normas de contabilidad, y una mayor integración de los objetivos científicos sobre el agua, incluida la aplicación de la tarificación interna del agua en las empresas.
Para Birt un paso clave radica en la información. “De las aproximadamente 2.800 empresas del índice MSCI All Country World Index (ACWI), unas 700 han facilitado información sobre el agua, según la ONG CDP. Pero sólo 373 empresas utilizan ya o tienen previsto utilizar un precio hipotético interno del agua para evaluar riesgos y oportunidades o fomentar el cambio de prácticas corporativas. Esta cifra contrasta con las 1.044 empresas que ya utilizan o tienen previsto utilizar una tarificación interna del carbono”, advierte.
Según su visión, si las empresas estuvieran obligadas por futuras normativas o políticas internas a reducir su consumo de agua, por ejemplo, el coste adicional para las grandes empresas que cotizan en bolsa del sector cárnico y de la confección podría oscilar entre 60 y 1.800 millones de dólares anuales, o afectar a los beneficios de las empresas de confección entre un -21% y un -47%. “Por este motivo, los inversores deberían exigir a las empresas y a los contables que revelen el impacto del cumplimiento de las directrices de gestión sostenible del agua con base científica y emitidas por los gobiernos”, afirma.
A la hora de enfrentar la escasez de agua, Louise Kooy-Henckel, Joy Perry, Paul Skinner, directores de inversiones en Wellington Management, apuntan que es necesario invertir en soluciones que refuercen las infraestructuras hídricas y fomenten la conservación y la eficiencia del agua. “Las oportunidades más inmediatas están relacionadas con la fragmentada cadena de valor del agua, donde creemos que las empresas pueden consolidar ventajas competitivas e impulsar el cambio, sobre todo aprovechando las capacidades digitales”, explican.
Para lograr este cambio su propuesta es hacerlo a través de la inversión de impacto. Según explican, sus equipos de inversión de impacto han observado que las empresas y los emisores desarrollan cada vez más soluciones innovadoras en toda la cadena de valor del agua, lo que también representa una oportunidad para los inversores más responsables. “Evaluamos las empresas y los emisores en función de la materialidad, la adicionalidad y la medibilidad. En primer lugar, la actividad de impacto debe ser fundamental para la empresa o el emisor, con la mayoría de sus productos o servicios principales alineados con uno o más de nuestros 11 temas de impacto. En segundo lugar, la empresa o el emisor debe abordar una necesidad no cubierta o una población desatendida de una manera única o diferenciada. Por último, debemos ser capaces de medir el impacto identificando un indicador clave de rendimiento (KPI) que podamos utilizar para seguir el progreso de nuestras inversiones”, señalan.
En opinión de Christian Zilien, especialista de producto de Allianz Global Investors, hace falta un enfoque holístico para resolver el problema de salvaguardar nuestro recurso más preciado. «Los enfoques temáticos suelen abarcar toda la cadena de valor y son capaces de seleccionar las áreas más cruciales donde se genera valor. Se necesitan grandes inversiones en áreas como el suministro y la eficiencia del agua, pero también en el ámbito de la calidad del agua para garantizar que se cumplen las normas de calidad y que el agua se trata adecuadamente antes de devolverla al medio ambiente. Para beneficiarse de esa tendencia, los enfoques de inversión amplios podrían ser favorables en términos de mitigación de riesgos en comparación con las inversiones en un solo producto», asegura.
Desde Spainsif defienden que las finanzas sostenibles son clave en el impulso de la economía azul y de la consecución de la consecución de la agenda 2030. Según Joaquín Garralda, presidente de Spainsif, “es necesario poner en relevancia la importancia que tiene agua en nuestra vida y de la que se habla menos que el clima. Ocupa el 71% del planeta, los océanos absorben un tercio del CO2 que generamos y necesitamos pensar más en agua e inversión sostenible”.
En esta misma línea, Steve Freedman, director de investigación en sostenibilidad en Pictet AM, defiende que en el caso de infraestructuras concretas como las que dan acceso al agua o el alcantarillado el reto es optimizar su huella ambiental y que estas industrias necesarias sean sostenibles. “El enfoque de gobiernos y consumidores en la protección del medioambiente abre la puerta a la innovación y nuevos modelos de negocio. Hay que tener en cuenta que, a medida que el mundo se apresura a reducir emisiones de gases de efecto invernadero, la huella de carbono de la industria del agua va en dirección opuesta. Se debe a que la prioridad es garantizar el acceso a agua potable y servicios de alcantarillado, lo que implica más infraestructuras y mayor procesamiento de aguas residuales. Así que las emisiones totales inevitablemente tienden a aumentar. El desafío es limitarlas tanto como sea posible”, defiende Freedman.
Desde la industria también ponen el foco en los inversores, a quiénes animan a que la apuesta por la sostenibilidad, en particular los temas relacionados con el agua, crezca en sus carteras. “En un contexto de grandes retos climáticos, es esencial que los inversores se impliquen mediante un enfoque responsable. Por el lado del riesgo, esto significa, por ejemplo, negarse a invertir en explotaciones mineras que operen en zonas de gran estrés hídrico. Por el lado de las oportunidades, esto significa invertir en empresas que estén a la vanguardia del uso óptimo del agua en el sector agrícola. La agricultura representa el 70% de la extracción mundial de agua dulce”, comenta Jean-Philippe Desmartin, director de Inversión Responsable en Edmond de Rothschild AM.