China ha rebotado en este comienzo de 2023, el Año del Conejo, y ha dispuesto todos los ingredientes para la recuperación. Después de que las autoridades de China pusieran fin a las restricciones del COVID, la población ha vuelto a desplazarse y socializar otra vez. Los primeros indicios los encontramos en el volumen de usuarios del metro en las grandes ciudades, que ha recuperado niveles normales, y las ventas de los restaurantes, que han dejado atrás sus mínimos de diciembre de 2022.
Las autoridades también han puesto en marcha medidas para estimular la economía en varias áreas, incluidas algunas que incomodaron sobremanera a los inversores el año pasado. Por ejemplo, en el mercado de los inmuebles residenciales de China, que tiene un impacto directo en torno al 20% en el PIB del país, las autoridades han recortado los tipos hipotecarios tras el acusado descenso de la compra de viviendas en 2022 y han permitido a las promotoras captar capital para abordar sus problemas de liquidez.
La mejora del sentimiento de los inversores se ha traducido en este comienzo de 2023 en ganancias bursátiles que han dado continuidad a un rally beta amplio y rápido que, a finales de enero de 2023, había propulsado el índice MSCI China un 50% por encima de los mínimos de octubre de 2022, cuando circulaba el temor de que el riesgo de acontecimientos extremos era inaceptablemente alto.
Tras franquear la mitad del primer trimestre de 2023, algunos inversores se preguntan si los mercados ya han descontado en su mayor parte las buenas noticias y el tirón alcista ha terminado. Vemos margen para que se produzca un segundo movimiento al alza sostenido a lo largo de 2023 que probablemente se materialice en un rally alfa que daría lugar a una mayor dispersión entre ganadores y perdedores, un equilibrio entre las acciones value y las de crecimiento y, posiblemente, una trayectoria relativamente no lineal.
Los precios de la bolsa china basados en el PER previsto a 12 meses muestran un descuento de alrededor del 35% frente al PER comparable del S&P 500 Composite. A pesar de lo rápido que ha entrado el dinero en el mercado, el sentimiento sigue siendo de recelo; así, las estimaciones relativas a las exposiciones de los fondos de gestión activa a China en diciembre de 2022 se situaron en el 8%, casi la mitad que su máximo del 15% en diciembre.
En este contexto caracterizado por una infravaloración relativa y un sentimiento negativo, recurrimos a nuestro análisis fundamental sobre el terreno. El 88% de los 25 integrantes del equipo de analistas de China espera que los sectores que cubren se encuentren en la fase inicial o media de expansión dentro de doce meses, frente al 35% de los analistas que cubren Norteamérica o el 37% que cubre Europa. La mayor parte de nuestros analistas de China espera que los ingresos crezcan durante los próximos doce meses y China es el único país donde estamos pronosticando un incremento general de los márgenes de beneficios; también es el único país donde se prevé que aumente la rentabilidad media sobre el capital en 2023, debido a una reducción de los costes de producción y un sólido aumento de la demanda.
En nuestras encuestas mensuales más recientes, que recogen los cambios a corto plazo en el sentimiento, China también aparece como la única región donde los analistas detectan confianza entre los directivos de las empresas en diciembre de 2022 y enero 2023.
El rebote de comienzos de 2023 y las perspectivas para el resto del año también deberían abordarse desde el ángulo favorable de la fortaleza de los factores estructurales de China a medio y largo plazo, tanto en términos absolutos como relativos. El análisis del riesgo y la rentabilidad de estos factores tiene múltiples facetas, pero ofrecemos algunos ejemplos a continuación. China describe “una trayectoria muy diferente” a los mercados occidentales en este punto del ciclo económico. Las tasas del IPC general se mantienen en niveles relativamente contenidos en China, en torno al 2% (a 10 de febrero), frente a unas lecturas en descenso, pero mucho más elevadas, en Occidente. La escasez de mano de obra no es un problema en China.
El descenso de la inflación, el mayor peso en las exportaciones mundiales a pesar de su rivalidad geopolítica con EE.UU., los 3 billones de dólares en reservas de divisas y un control más centralizado dan a las autoridades chinas mayor margen para mantener los tipos bajos y costear programas de estímulos dirigidos con el fin de impulsar el consumo interno (política “China por China”), sostener la recuperación y seguir abordando cuestiones a más largo plazo en torno a las pensiones, la jubilación y el sector inmobiliario.
La reindustrialización de Occidente para abordar el riesgo de brechas en las cadenas de suministro se prolongará en el tiempo, a la vista del desmantelamiento de la capacidad de producción en estos países durante la última década y el imperativo simultáneo para descarbonizar. China seguirá siendo el proveedor de referencia para esta demanda durante muchos años.
Los argumentos a favor de China como factor diversificador a largo plazo son atractivos y cada vez más numerosos. Mantener una infraponderación importante en China se plantea como un riesgo considerable para las carteras en diversos plazos. La lógica de invertir en China para diversificar se articula sobre tres puntos clave:
■ Tamaño: Dicho de forma simple, China es y será un mercado demasiado grande para ignorarlo desde el punto de vista del tamaño de su economía y la formación de mercados de capitales. El mercado de acciones A de China, por ejemplo, es la segunda mayor bolsa de valores del mundo por capitalización y movimiento de efectivo.
■ Correlación: Mientras que muchas clases de activos de los mercados desarrollados se movieron juntas y en paralelo el año pasado, la divergencia de China con Occidente en cuanto al ciclo empresarial y de política monetaria brinda la oportunidad de acceder a valiosas exposiciones descorrelacionadas y opcionalidad en un mundo que podría ser cada vez más bidimensional
■ Atractivo relativo: A pesar del reciente rebote que ha dejado atrás los mínimos de 2022, la valoración de China sigue estando barata actualmente desde el punto de vista fundamental y a largo plazo frente a los mercados occidentales. En un momento dado, este hecho también podría resultar tremendamente atractivo y los flujos internacionales podrían dirigirse cada vez más a China como lugar donde poner el capital a trabajar de forma productiva — y a escala— a largo plazo de una forma que materialice el coste de oportunidad de estar infraponderado en China.
Tribuna de Christophe Gloser, responsable de ventas de Fidelity International para Europa continental.