Nos encontramos en un contexto de perspectivas macroeconómicas complejas y, a menudo, contradictorias, con riesgos tanto al alza como a la baja. En opinión de Craig Moran, gestor del M&G (Lux) Dynamic Allocation Fund, el desfase temporal natural que se da entre la subida de tipos de interés y el impacto sobre el crecimiento económico sólo hace que aumentar la incertidumbre en el mercado. Según su experiencia, y ante la previsión de que la volatilidad en los mercados se mantenga alta, lo más efectivo es un enfoque multiactivo y flexible. Sobre ello hemos hablado en esta entrevista.
¿Qué papel pueden jugar estrategias de inversión flexible en el conjunto de la cartera de los inversores?
En este contexto, contar con la capacidad de tomar posiciones cortas si los inversores reaccionan de un modo emocional y no racional al flujo de noticias puede ser muy beneficiosa. Si bien las caídas del año pasado han llevado a cierta restauración del valor, seguimos sin ver muchos temas de inversión convincentes en este momento, por lo que pensamos que es fundamental centrarse en invertir tácticamente cuando surjan oportunidades.
¿Podría concretar qué significa para usted ese enfoque flexible?
Cuando hablamos de que nuestro enfoque de inversión es altamente flexible nos referimos a que nuestra capacidad de explotar las desviaciones de precios en el mercado no está limitada por los índices de referencia. Podemos hacerlo tanto en largo como en corto, con la capacidad de hacer cambios muy significativos y rápidos en la asignación de activos de nuestra cartera en respuesta a las condiciones cambiantes del mercado. También tenemos flexibilidad geográfica, pudiendo acudir allí dónde encontremos las mejores oportunidades de inversión.
Teniendo en cuenta cómo ha cambiado el contexto del mercado, ¿qué cree que le preocupa ahora mismo a los inversores, tanto institucionales como retail?
La mayoría de los participantes del mercado, tanto minoristas como institucionales, parecen estar principalmente preocupados por las perspectivas de crecimiento e inflación, y por cómo van a reaccionar ante éstas los bancos centrales. Durante 2022 vimos un ir y venir entre cuál de estos temas captaba más interés y también cambios en la gravedad de la preocupación de los mercados, creando una volatilidad de precios significativa. Esperamos que este comportamiento persista, presentando oportunidades.
Según su experiencia, esa preocupación, ¿en qué tipo de estrategia se traduce por parte de los inversores? ¿Qué están demandando ahora mismo?
La volatilidad en los mercados siempre debería conllevar oportunidades, especialmente si acaba traduciéndose en reacciones irracionales por parte de los mercados, generando lo que nosotros consideramos “episodios”. Por el momento, los inversores no parecen estar demasiado preocupados: parecen asumir que la inflación ha alcanzado su punto máximo y que la recesión podría acabar en un “soft-landing”, lo que ha llevado a grandes repuntes en los mercados. En nuestra opinión, estas expectativas podrían terminar resultando algo complacientes. Si los mercados continúan en la dinámica que hemos observado en las últimas semanas, podríamos reducir aún más nuestra exposición en largo, especialmente si consideramos que los movimientos del mercado están más guiados por el temor a perder ganancias a corto plazo, que en un análisis sólido de los fundamentales.
En las perspectivas que todas las gestoras habéis presentado la inflación, los bancos centrales y las tensiones geopolíticas se han identificado como los factores que más impactarán en los mercados. En su opinión, ¿nos estamos olvidando de algo más?
La posibilidad de que las ganancias corporativas disminuyan es algo de lo que se ha hablado mucho, pero que no necesariamente se refleja en los precios actuales. Inevitablemente, los catalizadores de los mercados financieros son siempre complicados y, aunque factores como inflación, bancos centrales y riesgos geopolíticos siempre son relevantes, posiblemente serán los “factores desconocidos” los que acaben teniendo mayor impacto en los precios. Los últimos años nos han enseñado que deberíamos esperar cierto flujo de estos factores que no siempre son fácilmente identificables, lo que a su vez nos lleva a una manera de analizar los mercados más centrada en responder a los movimientos en los precios más que en las previsiones de mercado.
Una de las frases que más hemos escuchado es que la renta fija ha vuelto. Teniendo en cuenta ese enfoque flexible, ¿hacia qué activos de renta fija se tendría que mover el inversor?
Es cierto que los mercados de renta fija están ofreciendo de nuevo rentabilidades más atractivas de lo que habíamos visto en mucho tiempo. El mayor rendimiento que ofrecen los bonos del gobierno estadounidense a largo plazo, por ejemplo, los convierte en una parte importante de nuestra cartera. No solo brindan un rendimiento total considerable, sino que pueden actuar como un seguro en caso de que se de un aterrizaje forzoso en la economía o se produzca un cambio de políticas. Desde nuestro punto de vista, esta rentabilidad más alta tiene una mayor probabilidad de compensar las consecuencias que un empeoramiento de las perspectivas económicas pueda tener sobre la cartera. Los mercados de crédito ofrecen también rendimientos nominales atractivos. Estamos considerando el crédito bancario. También favorecemos la deuda de mercados emergentes en moneda local, tanto soberana como corporativa, ya que podría beneficiarse de un pico en el ciclo del dólar estadounidense. Nos gustan en especial los soberanos latinoamericanos por la combinación de rentabilidad con una perspectiva inflacionaria que, por el momento, parece estar en gran medida controlada.
¿Qué papel deja esto para la renta variable? ¿Qué activos de renta variable pueden ser una oportunidad ahora en las carteras?
Creemos que las valoraciones del mercado de renta variable, aunque no son caras, siguen siendo susceptibles de un mayor deterioro en la confianza de los inversores y posibles rebajas en las expectativas de resultados. Sin embargo, somos conscientes de que, en el entorno macroeconómico actual, hay espacio para sorpresas al alza. Por lo tanto ahora mismo mantenemos una ponderación neutral hacia la renta variable, aunque dentro de ésta nos inclinamos por mercados con valoraciones más atractivas, como Europa y Japón, frente a EEUU, donde las valoraciones nos resultan más caras. Esto no quiere decir que no veamos bolsas de valor en el mercado estadounidense, donde destacaríamos sectores como el financiero, el tecnológico y el de atención médica, donde mantenemos exposición.
Por último, el efectivo y las divisas (sobre todo el dólar) han tenido una fuerte presencia en las carteras a finales de 2022. ¿Esto es algo que considera que ha cambiado de cara a 2023?
Seguimos mantenemos un alto nivel de efectivo en el portafolio para estar listos para invertir a medida que se presenten oportunidades. Desde nuestro punto de vista, una cartera multiactivos que adopte el enfoque correcto debería de seguir siendo capaz de generar rentabilidades razonables aun con un nivel alto de liquidez en cartera -que ahora mismo también está remunerada. Los rendimientos crecientes de todos los activos financieros experimentados en 2022 también se aplican al efectivo, donde los rendimientos nominales volvieron a ser positivos. El dólar estadounidense se ha comportado bien durante 2022 gracias a un banco central más agresivo y a unos niveles más altos de carry, y esto podría disminuir a medida que la Reserva Federal reduzca la intensidad de sus subidas de tipos. Los mercados de divisas tienen mayor tendencia a la volatilidad.